Un ascenso astronómico, primero consolidándose como el más veloz de su colegio, luego de Ecuador y finalmente de Iberoamérica. En las competiciones mundiales se consagró como el séptimo hombre más rápido en los 200 metros del planeta en 2012, y luego como el tercero en 2019. Su vida llegó a su fin a los 32 años, convirtiéndose en una víctima más de la incontenible ola de delincuencia en Guayaquil.