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‘Carameléate’: el hombre que cumplió su sueño de ser maestro a los 48 años en Portoviejo

Su madre soñaba con verlo cumplir su sueño, pero falleció días antes de que se graduara.

miércoles, 29 diciembre 2021 - 11:38
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Carlos ha vendido caramelos toda su vida. Nunca pudo ejercer su profesión como maestro de primaria, por las desavenencias de la vida, pero ahora a sus 48 años cumplió su sueño.

El hombre conocido como ‘Carameléate’, por el ritmo que pone a sus palabras, es ampliamente conocido en las calles de Portoviejo, donde transita desde muy pequeño.

Cuando era niño empezó vendiendo periódicos y golosinas porque en su hogar no había los recursos suficientes para que se dedique únicamente a estudiar. Tuvo que compaginar el trabajo con el aprendizaje durante toda la infancia y adolescencia.

“Mi mamá me daba lo que tenía, pero la situación empeoró y después de terminar el colegio interrumpí mi formación por unos 10 o 12 años para dedicarme al negocio y de esta manera generar más ingresos”.

Por un momento, parecía que el sueño de convertirse en profesor quedaría en el aire, pero su madre siempre le insistía que se prepare, pues tenía el anhelo de verlo graduarse.

Y es que la señora Wilmira Vera fue la inspiración para que él sea docente. Carlos recuerda que cuando era pequeño la acompañaba a alfabetizar. Eso lo impactó mucho y desde aquel momento sabía cuál era su propósito en la vida.

“Pese a que dejé mi formación académica por un tiempo, siempre me gustó leer e informarme. Uno nunca termina de aprender”.

$!Carlos Alfredo Rivas Vera junto a su madre. Los dos vendían juntos caramelos en las principales calles de Portoviejo.

‘CARAMELÉATE’

A los 35 años ingresó a la Universidad Técnica de Manabí para licenciarse en Ciencias de la Educación. En noviembre de 2013 se graduó con excelentes calificaciones, pero su madre no pudo ser testigo de esta meta, pues meses antes falleció.

No obstante el sueño estaba incompleto. Luego de haber estudiado, era momento de buscar trabajo. Aplicó varias veces en el proceso de selección Quiero ser Maestro sin obtener resultados favorables.

En ese tiempo continuó vendiendo caramelos y amplió el negocio repartiendo botellones de agua en una tricimoto. Su principal zona de trabajo era el estadio Reales Tamarindos, sobre todo cuando jugaba la Liga de Portoviejo, equipo del cual él como su madre eran hinchas.

Es ahí donde le apodaron ‘Carameléate’, porque siempre que pasaban por los graderíos ofreciendo sus productos decía ‘aguatéate’ o ‘liguéate’.

“Al negocio hay que ponerle ritmo y sabor. Siempre he dicho que el trabajo no hay que tomárselo a pecho, sino tomarlo con humildad y alegría, porque de lo contrario a la larga eso enferma”, comentó Rivas.

Sin embargo, tenía pendiente completar su sueño de ser maestro. Por ello, aplicó una vez más en el proceso de selección para maestros fiscales y finalmente fue escogido.

$!La peculiar forma de llamar a sus clientes hizo que lo apodaran 'Carameléate'.

LOGRÓ SU SUEÑO

Ahora es profesor de quinto año de educación básica en la escuela Cayetano Cedeño. “En el poco tiempo que llevo ha sido una experiencia muy bonita aunque las clases son virtuales”, apuntó Carlos.

El hombre de 48 años dice estar agradecido con la coordinación zonal de Educación por permitirle cumplir su meta, tras aplicar varias veces. “Las cosas de Dios son tan perfectas, llegan en el momento y a la hora justa”.

Agrega que seguirá vendiendo sus tradicionales golosinas frente a la Gobernación de Manabí, donde usualmente instala su pequeño kiosco, con el objetivo de mantener el contacto con el pueblo.

‘Carameléate’ espera inspirar a todas las personas, especialmente adultos, a que no se rindan y no piensen que por tener cierta edad deben dejar de soñar, al contrario, hay que seguir intentando.

“No dejen de luchar por sus sueños. A pesar de todas las adversidades que se presentan debemos confiar en Dios. Y a los padres les diría que el mejor regalo que le pueden dar a sus hijos es la educación, eso vale más que otras cosas”.

$!‘Carameléate’ se transporta a la escuela en su tricimoto, adaptada para repartir botellones de agua.


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