Han pasado nueve años desde que Francisco Sampedro fue encarcelado por transportar un monigote de borrego en una protesta contra el entonces presidente Rafael Correa. Fue absurdamente detenido, pasó casi tres meses en la cárcel y luego no pudo encontrar trabajo por tener antecedentes penales. Su historia volvió a la memoria de los ecuatorianos cuando el propio expresidente aplaudiera el 'ahorcamiento' de un muñeco de cartón del mandatario Daniel Noboa que hizo la banda Mugre Sur en el QuitoFest 2024.
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La actuación de Mugre Sur levantó el polvo no solo en redes sociales, sino que, al interior del Municipio de Quito, que organizó el QuitoFest, se pidió aclaraciones, y la Asamblea pretendía convocar una reunión para tratar el tema. Pero nadie habló de cárcel, lo que sí sufrió Sampedro hace casi una década.
“A raíz de que me pasó esa desgracia, que (Rafael) Correa me mandó preso, mi vida cambió completamente”, recuerda Sampedro, quien fue acusado de tráfico de armas químicas y nucleares, lo cual provocó que estuviera 86 días en la Penitenciaría del Litoral de Guayaquil.
En aquella época, el régimen de Correa se caracterizaba por su poca tolerancia hacia las marchas o personas que criticaban su gestión. Y eso lo sabe bien el cantautor Jaime Guevara, quien fue atacado por el entonces mandatario porque le hizo una señal obscena, en 2013. El entonces presidente bajó de su auto, lo insultó y lo invitó a enfrentarse en la calle.
Por ello, llamó la atención que el exmandatario haya compartido el performance de Mugre Sur contra el gobierno de Noboa en el QuitoFest 2024. “Él (Correa) hubiera hecho una persecución y tendrían que salir fuera del país, metía preso a cualquiera”, comenta Sampedro.
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Ocurrió el 26 de noviembre del 2015, cuando Guayaquil vivía una jornada de protestas en contra de las enmiendas constitucionales planteadas por Rafael Correa. En esa época, Sampedro hacía fletes en su camioneta. Llevaba, sobre todo, materiales de construcción.
Un grupo de estudiantes lo contrató para transportar un parlante, banderas y encabezar una marcha llevando un muñeco de borrego sobre su camioneta. Él aceptó el flete por 30 dólares, pero nunca imaginó que eso le costaría su libertad.
Sampedro narró a Vistazo que nunca llegó a los exteriores de la Gobernación del Guayas, donde se concentró la protesta, sino que dejó el monigote y todos los implementos unas cuadras antes. “Yo no me bajé del carro ni colaboré con los estudiantes ni con nadie”, recalcó.
El hombre llegó a su casa para descansar, pero en horas de la noche, un grupo de agentes policiales lo detuvo en aparente delito flagrante y lo llevó junto a la camioneta hasta la Unidad de Flagrancia. Los gendarmes argumentaron que el sujeto había transportado un supuesto material explosivo.
Inicialmente, Sampedro fue acusado de tráfico de armas nucleares, biológicas y explosivos, pero luego le reformularon cargos por transporte de armas de fuego, municiones y explosivos no autorizados, un delito castigado con pena privativa de libertad de tres a cinco años.
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Francisco Sampedro estuvo encarcelado por casi tres meses en la Penitenciaría del Litoral, donde sufrió una pesadilla. “Allá el que sobrevive es el más fuerte, los miembros de las bandas comen bien y a los otros les dan una papa y un hueso pelado. Así viví por culpa de ese presidente”.
El 20 de febrero del 2016, el hombre salió de prisión preventiva y pudo enfrentar el juicio en libertad. Finalmente, en junio del 2017, cuando Rafael Correa había dejado el poder a Lenín Moreno, fue declarado inocente. La Fiscalía se abstuvo de acusarlo al considerar que no había elementos suficientes.
“Nunca pudieron comprobar nada, simplemente era que Correa se ensañó conmigo”, apunta Sampedro, quien cuestiona que a los protestantes no los detuvieron y a él solo por llevar el monigote de borrego lo encarcelaron.
Una vez culminado el proceso judicial, comenta que no recibió ninguna disculpa o indemnización por parte del Estado. Su abogado le propuso interponer una contrademanda, pero por falta de recursos no insistió en el tema.
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Las calamidades para Francisco Sampedro no terminaron ahí. Intentó rehacer su vida y buscar trabajo en empresas, pero no lo contrataron por haber atravesado un proceso judicial. “Estaba fichado, me pedían la cédula y me decían que no me podían dar el puesto porque tengo antecedentes”.
Desde entonces, no ha tenido un empleo estable. Ahora alquila un auto para trabajar como taxista los fines de semana. Su edad: 64 años también ha sido un limitante para encontrar un trabajo.
Sampedro no tiene seguro social ni ninguna ayuda y comenta que, “a raíz de esa desgracia”, la salud de su esposa ha empeorado. Ella tiene hipertensión y es diabética. “A veces se le sube el azúcar y andamos de hospital en hospital”. Por ello, solicita a las autoridades o alguna persona de Guayaquil que lo ayude con un puesto laboral.