Estas dos graves amenazas a las que se enfrentan los productores de banano y plátano, en Ecuador y América Latina, son el Moko (Ralstonia solanacearum raza 2) y Fusarium R4T. Ambas son las enfermedades bacterianas más destructivas para estos cultivos.
Sin bien no existen registros de la llegada al país del Fusarium R4T, para Nilson Oliveira, especialista en Control biológico, microbiología de suelos y bioprocesos de la empresa Geos Organic, tarde o temprano llegará. Esto aunque es complejo determinar una razón por la cual no sucedió aún, pues depende de muchas variables.
Pero, ¿por qué debe preocupar que el sector bananero sea afectado?
La economía ecuatoriana, al estar dolarizada, necesita del ingreso justamente de dólares frescos que permitan que exista circulante (dinero). Entonces el banano, al ser el segundo producto no petrolero que más dinero le genera al país por exportaciones, con 3.800 millones de dólares (cifras del Banco Central del Ecuador -BCE-), si fuera afectado, esto generaría una compleja situación no solo a los productores, sino a toda la cadena productiva. Esto incluye a otros negocios indirectos: transportistas, agroquímicos, productores de cajas, entre otros.
Esto no es algo nuevo. De hecho, los problemas generados por estas plagas provocó, en su momento, que las bananeras extranjeras llegaran al país en la década del 40, entre esas United Brands y Standart Fruit (El Banano en el Ecuador, Flacso, 1987).
Para la década del 60 aparecen las primeras plagas en este cultivo, con el Fusarium Raza 1, que exterminó los cultivos de banano de seda. Fue uno de los primeros quiebres de la economía nacional, ya que gran parte de los ingresos de esa época eran por la bonanza bananera. Las exportaciones, en su momento, cayeron hasta en 30 por ciento, según datos del BCE. También en los 70 y 80, con la plaga Sigatoka Negra, el sector tuvo otros golpes.
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Si bien, el país posee más de 181.000 hectáreas plantadas de banano a nivel nacional, equivalente a una producción de 394 millones de cajas de este fruto, alrededor de 4.000 hectáreas ya están afectadas por Moko, según la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE). De estas, más de 2.600 pertenecen a Los Ríos; allí la mayoría se encuentra en el cantón de Quinsaloma, con 993 hectáreas, Baba con 511 y Buena Fe con 449. De acuerdo con los registros de Agrocalidad, Los Ríos y El Oro son las provincias más afectadas.
A pesar de que el precio de venta del banano no se afecta debido al precio mínimo de sustentación (PMS), sí existe una pérdida por planta en términos de producción.
De acuerdo a datos del Observatorio Estadístico de la AEBE, cada planta infectada ocasiona una pérdida aproximada de US$ 12.60 en producción. Esto representa una disminución anual de más de 2.300 cajas de banano por hectárea, por ende una pérdida de US$ 17.000 por hectárea.
Además de las pérdidas por la reducción en la producción, el costo de erradicar una hectárea afectada por Moko puede acercarse a los US$ 6.000.
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Jose Mejía, consultor Internacional para Syngenta, empresa de tecnología agrícola con sede en Suiza, señala que estas pestes pueden persistir en el suelo por más de 30 años; esto aumenta el riesgo al resembrar.
Las malas prácticas culturales y la falta de bioseguridad, además del temporal de lluvias, contribuyen a su propagación. Desde AEBE señalan que en la provincia más afectada, Los Ríos, de cada 10 productores, tres no conocen sobre la enfermedad. Además, de los siete productores restantes, tres no logran definirla correctamente.
Para prevenir el contagio de Moko en Ecuador existen las siguientes medidas.
Por otro lado, en cuanto al Fusarium se implementó un plan nacional de contingencia y refuerzo de medidas preventivas, incluyendo vigilancia fitosanitaria y estudios, controles en puertos y aeropuertos, y campañas de difusión para evitar la entrada y propagación de la plaga, por parte de Agrocalidad y el MAG.
Para el especialista en Control biológico, microbiología de suelos y bioprocesos de Geos Organic, Nilson Oliveira, el uso de nuevas tecnologías han transformado las medidas tradicionales en estrategias biológicas sostenibles preventivas al Moko.
Entre ellas se encuentra el control biológico, que utiliza microorganismos para inhibir la plaga. Por otro lado, la microbiología del suelo emplea bioinoculantes, un producto biológico que contiene microorganismos vivos, como bacterias u hongos, para fortalecer las defensas de las plantas, mientras que los bioprocesos sostenibles promueven la producción agroecológica, reduciendo la dependencia de agroquímicos; y las estrategias de monitoreo y prevención se enfocan en la detección temprana y aislamiento de plantas infectadas.
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La efectividad de estas medidas dependen de su correcta aplicación junto con un monitoreo continuo.
Para la erradicación del Fusarium, Tymirium, una tecnología desarrollada por la compañía estadounidense Syngenta, disponible en países como Argentina, Vietnam y Corea; se presenta como una solución prometedora para frenar la enfermedad más letal del banano.
El principal beneficio de Tymirium, un nematicida o pesticida, radica en su capacidad para controlar plagas de manera selectiva, protegiendo los cultivos sin recurrir a pesticidas químicos. Además, su efecto preventivo ayuda a evitar que las plagas desarrollen resistencia a los productos químicos.
Sin embargo, Mejía, consultor internacional de Syngenta, advierte que Tymirium no es una cura, sino una herramienta, ya que no existe una especie de vacuna contra esta enfermedad.
Esta nueva tecnología se presentará en el país en la Cumbre del Banano 2025 (del 28 al 30 de abril en el Centro de Convenciones de Guayaquil). Este evento reunirá a expertos, productores, investigadores y empresas del sector, para abordar las nuevas soluciones para fortalecer la industria bananera, los avances en el manejo integrado del Moko, entre otros temas.