Cuando Ecuador adoptó la dolarización , en enero del año 2000, Alfredo Arízaga era ministro de Finanzas del gobierno de Jamil Mahuad, quien enfrentaba una pérdida imparable del valor del sucre en medio de una profunda crisis desataba por la debacle bancaria.
En medio de un debate, siempre recurrente, sobre la posibilidad o no de blindar la dolarización , Arízaga conversa con Vistazo sobre los pilares que él considera sostienen al actual sistema monetario y sobre la necesidad de no olvidar lo que evitó el país al dolarizarse .
Blindar completamente la dolarización en Ecuador, o en cualquier otro país, no es posible en términos absolutos. El economista argentino Emilio Ocampo se rompió la cabeza tratando de crear un mecanismo que permita dolarizar en Argentina, eliminar el Banco Central y crear otro marco institucional que permita alcanzar este objetivo. Sin embargo, juntos llegamos a la conclusión de que, en el mejor de lo casos, solo se podría retrasar cualquier intento de desdolarización.
Esto se debe a que los líderes populistas son adictos a quedar bien con dinero ajeno; y su creatividad es ilimitada . Si se elimina el Banco Central, igual pueden inventarse mecanismos para emitir dinero desde otras instituciones, como el Banco del Estado, o pueden emitir bonos para pagar a proveedores y empleados públicos , como ocurrió en Argentina con los llamados “patacones”. Esto podría llevar a un sistema bimonetario que, con el tiempo, conduciría a una desdolarización.
El marco legal actual es un obstáculo para la desdolarización, pero no una garantía absoluta. No es suficiente, por varios motivos: en primer lugar, las leyes pueden modificarse si un gobierno cuenta con mayoría en la Asamblea, y aunque la prohibición legal que tenemos de financiamiento del Banco Central al gobierno es un pilar clave para mantener la dolarización, esta disposición podría reformarse. Incluso si se eleva esta norma a nivel constitucional, la historia demuestra que las constituciones pueden cambiar con el tiempo. Lo que sí se puede hacer es generar mayor conciencia colectiva sobre la importancia de la estabilidad monetaria que trajo la dolarización.
Más allá de reformas legales, la mejor defensa de la dolarización está en el poder del voto ciudadano. Si la ciudadanía rechaza contundentemente a candidatos con propuestas populistas -por ejemplo, a los que proponen el uso de reservas del Banco Central para financiar gasto público-, estas ideas no prosperarán. La movilización ciudadana es clave ante cualquier intento de reformar el marco legal para permitir al Banco Central financiar el gasto público, o emitir dinero electrónico sin respaldo de dólares reales. Ningún gobierno se va a atrever a hacerlo en contra de una mayoritaria oposición ciudadana.
El blindaje real de la dolarización depende de la voluntad de la ciudadanía para mantenerla y protegerla. Sin embargo, esto presenta un gran desafío para Ecuador, porque después de 25 años de vigencia, la población menor a 50 años, que es mayoritaria, no ha experimentado durante su vida adulta las crisis cambiarias del pasado. Para ellos, el riesgo de volver a un sistema inestable puede no ser tan evidente.
Es fundamental recordar que la dolarización surgió como respuesta a décadas de devaluación, inflación galopante y elevadas tasas de interés, que generaban más pobreza que la que hoy tenemos. Antes de la dolarización no teníamos acceso al crédito para vivienda, vehículos, ni artículos del hogar. El poder de compra de los salarios se caía a menos de la mitad rápidamente después de cada incremento; los combustibles, pasajes de transporte público, la electricidad y el agua potable subían de precio varias veces al año. Los paros de transportistas y centrales sindicales, en resumen, la conflictividad social, eran permanentes.
Eliminar el Banco Central es una propuesta hecha por un grupo de economistas serios; y lo hacen con muy buena intención. Pero, lamentablemente, no cumple el objetivo de blindar la dolarización; Como dije anteriormente, la creatividad de los políticos demagogos es ilimitada. Lo máximo que se puede hacer en este sentido es dificultar el proceso , por lo que elevar a nivel constitucional una disposición que establezca el dólar como única moneda de circulación en el país y la prohibición de que el Banco Central pueda financiar el gasto público, sería un paso en la dirección correcta.
El principal riesgo para la dolarización son los políticos populistas que sueñan con la posibilidad de financiar programas de alto impacto electoral sin que existan recursos en el Estado. Entonces buscan la manera de usar los depósitos que los clientes de las cooperativas y los bancos tienen en el Banco Central, o el dinero aportado por los afiliados a la Seguridad Social. En ambos casos ese dinero es de la ciudadanía, no de los políticos de turno que nos gobiernan. Pero en el pasado ya existieron gobiernos demagogos que usaron esos recursos y pusieron en riesgo inminente a la dolarización.
Los años ochenta y noventa del siglo pasado nos deben servir de lección. Romper la dolarización traería consigo un efecto devastador, con un empobrecimiento inmediato y profundo para la mayor parte de la población. La estabilidad monetaria no debe darse cuenta por sentado.