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Los héroes de la Guerra del Cenepa aún sanan sus heridas

Un mes duró el conflicto entre Ecuador y Perú a inicios de 1995, que dejó 33 fallecidos y más de 100 heridos del lado ecuatoriano.

domingo, 26 enero 2025 - 13:04
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Se lleva las manos a su rostro para limpiarse las lágrimas. “Discúlpeme pero a veces los recuerdos son difíciles de sobrellevar”, dice Patricio González, con la voz entrecortada. “Acordarme de mis amigos, de mis compañeros fallecidos... Yo debí morir pero me salvó un ángel”, explica casi sin poder terminar la frase.

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González es un sargento primero en servicio pasivo del Ejército Ecuatoriano que perteneció al Grupo 24 de las Fuerzas Especiales. “’La patrulla de la muerte’, como nos hacíamos llamar”, señalando una foto que adorna uno de los espacios de su gimnasio ubicado en la ciudadela Abel Gilbert, en el cantón Durán. Vive allí desde hace 30 años, pocos meses después del final de la guerra. “El Gobierno nos entregó casas aquí; algunos aún viven en esta zona, otros vendieron”.

$!Patricio González recuerda con nostalgia su paso por el Ejército con su grupo denominado 'La patrulla de la muerte'. Hoy él vive y tiene su negocio en el cantón Durán, uno de los más inseguros del Ecuador.

Los recuerdos aún están frescos en su memoria. Dice que antes era imposible hablar de la guerra; que hoy, aunque con dolor, lo hace. “Tenía que tomar pastillas para dormir, para controlar la ira... Pensaba que todos me debían algo, andaba siempre a la defensiva. Muchos quedamos enfermos”, asegura.

González perdió su pierna derecha; en una misión para entregar unos equipos de comunicación pisó una mina. “Cuando me desperté no sabía dónde estaba. Quise pararme y no pude; vi mi pierna destruida, con la carne colgando y los huesos destrozados”.

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La guerra entre Ecuador y Perú inició el 26 de enero de 1995 en el Alto Cenepa, cuando una patrulla ecuatoriana desalojó a una peruana que construyó un helipuerto en territorio nacional. Pero la tensión ya se sentía desde finales del 94, cuando varios grupos de Fuerzas Especiales fueron trasladados a la zona fronteriza.

$!Los relatos de la época y de los actuales sobrevivientes recuerdan cómo en las incursiones en la selva, el lodo les cubría la mitad de su cuerpo.

El sargento retirado Justo Olmedo fue uno de los que llegó a la zona para enfrentar la arremetida peruana. Él vivió lo mismo que González. “Pisé una mina, perdí el conocimiento y cuando me desperté los peruanos nos estaban lanzando bombas y disparando. Con las pocas fuerzas que me quedaban me arrastré hasta un árbol. Me amarré bien la herida, agarré mi fusil y dije: “Si me toca morir, me llevo a los otros”. Allí recostado contra el árbol pude repeler la llegada de los peruanos”.

Ambos, González y Olmedo, fueron condecorados con la Cruz de Guerra. Luego los enviaron a Estados Unidos, donde tanto ellos como otros soldados que perdieron alguno de sus miembros recibieron prótesis. Algunos regresaron a la vida militar, aunque en tareas administrativas; otros se acogieron a un retiro anticipado. "Muchos quedaron con secuelas que aún no pueden superar", reconoce el sargento primero retirado Segundo Albuja, quien preside la Asociación de Combatientes con Discapacidad y Condecorados Héroes del Cenepa.

Albuja también participó en el conflicto. Él ingreso en febrero del 95 con una unidad para relevar a otro grupo de las fuerzas especiales. “Se puede decir que nosotros aguantamos la parte más fuerte del conflicto porque como unidad tuvimos siete fallecidos”, cuenta.

$!El conflicto dejó 33 fallecidos y más de 100 heridos. En Tiwintza hay un espacio que es propiedad del Ecuador y que es donde reposan los cuerpos de algunos soldados.

Él también cayó herido. Sucedió el 22 de febrero, reconocido como el miércoles negro porque fue cuando Ecuador tuvo la mayor cantidad de bajas. “Estaba en una zona llamada La Loma, allí nos pidieron a algunos que vayamos hasta un riachuelo para abastecernos de agua. Mientras llenábamos las cantimploras, escuchamos detonaciones por el lado donde estaban nuestros compañeros. Cuando regresábamos, nos topamos con los peruanos disparándonos. En ese enfrentamiento, alguien de mi grupo cayó herido”.

Cuando parecía que los peruanos se habían ido, Albuja intentó acercarse para auxiliar a su compañero. Allí reiniciaron los disparos y un proyectil le impactó en su pierna. “Empezaron a dispararnos a los dos para matarnos. La lluvia de balas caía cerca de mi casco, levantaban una cantidad de polvo impresionante. No había cómo movernos. Y es allí cuando una granada de mano cae en medio de los dos. Solo alcanzamos a agacharnos y esperar el impacto”.

$!Ecuador ganó la Guerra del Cenepa desde lo militar, aunque ya en la firma del tratado de paz, Perú mantuvo la soberanía de la zona.

Albuja y su compañero tuvieron heridas por las esquirlas de la detonación. “Me volaron casi la mitad de la nariz, un pedazo de mi cara estaba quemada. Me entraron esquirlas en el pecho, me faltaba la respiración. Con esa explosión, unos compañeros se empezaron a acercar, dispararon y los peruanos huyeron. Así nos rescataron”.

La Guerra del Cenepa, que se llamó así porque el lugar de nacimiento del río que lleva ese nombre fue el epicentro de diversos enfrentamientos, duró 33 días hasta que se dio el cese al fuego, aunque la crisis se terminó el 3 de mayo de ese mismo año cuando la zona fue desmilitarizada.

El conflicto no era nuevo. En 1941 ambos países se enfrentaron en una disputa que duró menos de un mes. Ésta terminó con la victoria peruana que, por consiguiente, ocupó una parte de la zona austral del Ecuador. Así se dio el famoso Protocolo de Río de Janeiro, que además de sentar un acuerdo de paz, estableció nuevos límites territoriales entre ambos países.

Desde esa época hasta la Guerra del Cenepa, se vivió una tensa calma entre Ecuador y Perú. En el camino, en 1981, se dio el conflicto de Paquisha, cuando Perú denunció que tropas militares ecuatorianas se metieron en su territorio. Esa guerra, nuevamente, fue ganada por los peruanos.

Por eso la Guerra del Cenepa, para Ecuador, se consideró una victoria militar porque si bien Perú mantuvo la soberanía de la zona, cedió al Ecuador un kilometro cuadrado de Tiwintza como propiedad privada. Allí yacen los cuerpos de 14 ecuatorianos caídos en las batallas y es donde se construyó el Parque de la Paz, como una señal de que las relaciones entre ambos países volvieron a la normalidad.

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