La humanidad se encuentra en búsqueda de definir su camino de reactivación económica, mientras a la par lucha por poder vencer, de forma definitiva, a la pandemia de la COVID-19. Dentro de ese proceso, la comunidad internacional empieza a establecer ciertos criterios que nos podrían permitir construir una mejor sociedad para todos.
Parte de esa lógica hacia un mejor futuro está en el reconocer que la crisis de salud que estamos enfrentando tiene como su causa raíz más probable, la pérdida acelerada de la naturaleza y producto de ello, la reducción de hábitats a escala planetaria. La razón es sencilla: A mayor destrucción de áreas naturales, la humanidad entra en mayor contacto con animales silvestres, lo cual puede terminar en enfermedades conocidas como zoonóticas, cuyos agentes patógenos pueden terminar enfermando a seres humanos. El gran problema que enfrentamos con SARS–CoV-2, en resumidas cuentas, se vuelve para varios expertos a nivel internacional, incluida la Directora de Ambiente de las Naciones Unidas, como un claro y doloroso mensaje de la naturaleza, mismo que debe ser escuchado por todos.
Estas reflexiones se suman a la necesidad planetaria de mitigar los efectos del cambio climático que ya son parte innegable de nuestra realidad, mediante la transformación de nuestra obsoleta economía lineal, fundamentada en la producción, el consumo masivo y el desperdicio, hacia modelos circulares que minimicen el impacto al ambiente, maximizando el reaprovechamiento de materiales, minimizando además la enorme dependencia de productos vírgenes y como resultado, reduciendo el impacto de gases de efecto invernadero. Para hacer esto posible, se requiere voluntad política de los gobiernos a nivel internacional y así poder destinar los recursos necesarios para el efecto.
Varios países están empezando su proceso de recuperación considerando estos temas. A este fenómeno se le conoce como “green recovery” en lenguaje anglosajón, pudiendo ser traducido como reactivación verde. Según un estudio desarrollado en la universidad de Oxford, alrededor de $341 billones serán destinados por los 50 países con las economías más grandes hacia iniciativas verdes. Países como España, por ejemplo, han anunciado hace pocas semanas que al menos el 40% de su presupuesto de recuperación económica será par iniciativas ambientales.
Contrario a la tendencia global, los países latinoamericanos se encuentran aún en su gran mayoría sin planes concretos para una reactivación verde, lo cual llama cada vez más la atención de la comunidad internacional, al ser una de las regiones más biodiversas a nivel global. Se esperaría entonces que los países de la región busquen liderar proyectos de estas características para poder proteger su riqueza natural, potenciando a la vez proyectos que permitan un crecimiento más equitativo, siendo también el territorio más desigual a nivel global.
La reactivación verde entonces, se vuelve una oportunidad única para los países hispanoamericanos, que les puede permitir la construcción de un futuro inclusivo y sostenible, el cual, según un estudio reciente de la Organización Internacional de Trabajo, podría generar alrededor de 5 millones de nuevas plazas de empleo, fruto de los esfuerzos combinados para combatir el cambio climático y la implementación de la economía circular. Es muy probable entonces que los países con latinos que tengan la capacidad de subirse en estas nuevas lógicas, serán quienes puedan construir un mejor futuro para su gente y los que no lo hagan, probablemente se pierdan una de las mejores oportunidades de su historia.