El 5% de la población mundial sufre de depresión, lo que representa 280 millones de personas con esta enfermedad que afecta más a mujeres que a hombres. Y de ellas, el grupo de embarazadas y madres que acaban de dar a luz son las más que la presentan con mayor frecuencia (10% de los casos).
En Ecuador, el Ministerio de Salud Pública, MSP registra 113.940 atenciones por depresión a nivel nacional y aporta otro dato alarmante: 20% de los niños y adolescentes en el país tienen trastornos de depresión o ansiedad, y un 10% ha tenido ideas o intentos suicidas.
Hay dos temas que agravan la situación de personas con depresión. El primero es que no cuentan con información clara sobre cómo diferenciar si lo que se está viviendo es un episodio de tristeza o si se trata de la patología, por lo que no saben cuándo deben visitar a un especialista. El segundo es que, de no ser tratada y en casos muy severos, la depresión puede llevar al suicidio.
LEA: Depresión y ansiedad: ¿Cómo recuperar el bienestar en tiempos de incertidumbre?
Mónica Patiño, de 30 años, recibió su diagnóstico de depresión hace cinco años, tras dos años de vivir con síntomas sin entender su origen. Hoy es psicóloga y comparte su testimonio en un audio, motivada por la necesidad de generar consciencia y quitar el estigma a los temas de salud mental.
Ella sabía que algo no estaba bien, su sensación de vacío y tristeza profunda no cesaban. Los síntomas empezaron a aparecer cuando regresó a Ecuador después de terminar la primera carrera profesional en el extranjero. Lo que describe como sus dudas existenciales y la incertidumbre frente al futuro, la llevaron a cuestionarse casi todo. Este periodo en el que no dejaba de plantearse preguntas para las que no tenía respuestas, es el que Mónica considera que fue el inicio de su trastorno depresivo. Luego vino la tristeza, la desesperanza, la necesidad de aislarse, de recluirse en su dormitorio y hacer todo lo posible para no tener que interactuar con nadie.
Los síntomas seguían avanzando hasta que un día que había una reunión en casa, tomó una pastilla para dormir porque pensó que si la veían dormida no insistirían en que bajara. Ese fue el detonante, se dio cuenta de que la situación era grave y, como muchos, buscó en Internet la respuesta sobre a qué podrían responder la sensaciones que vivía, de inmediato apareció un texto que indicaba era muy probable que tuviera depresión y que se trataba de una enfermedad psiquiátrica. Recuerda que no lo podía creer, en su casa nunca se había hablado de salud mental ni de terapias, además, no había vivido ningún evento traumático que explicara lo que le estaba pasando.
Entonces, junto con su familia, buscaron atención médica. Es entonces cuando empezó el cambio. Mónica aclara que no fue instantáneo, tomó meses, pero fue el camino que debía recorrer para su recuperación.