Desde el 7 de marzo de 2024 está abierta al público la exposición denominada Museo de la Memoria en los bajos del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Es un espacio de aproximadamente 360 m2. El Museo surge del Informe de la Comisión de la Verdad que investigó graves violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado ecuatoriano entre 1984 y 2008.
Al fondo de la sala destaca un paredón negro donde figuran los nombres de las víctimas. Una primera pantalla tiene una línea de tiempo que da información de contexto.
En una de las esquinas, otra pantalla interactiva recoge testimonios de los vecinos de la Unidad de Vigilancia Comunitaria Manuela Sáez, ex Regimiento Quito No. 2, donde en la década de los años ochenta se registraron múltiples violaciones a los derechos humanos, con prácticas de tortura a cargo del grupo clandestino de la Policía conocido como el SIC 10.
Junto a la pantalla, luce en la pared blanca el poema A viva fuerza, de Euler Granda. Del otro lado, otra pantalla, en un bucle infinito, pasa videos de entrevistas a familiares, víctimas, abogados e involucrados de 5 casos, que están recogidos en el Museo Virtual de la Memoria. Sí, también hay un museo virtual (https://memorias.culturaypatrimonio.gob.ec/).
Finalmente, en un pequeño cuarto junto al salón grande de exposiciones, hay una suerte de recreación de lo que sería una oficina del SIC 10. En ese mismo cuarto, pero separado por un telón negro, una pequeña sala de cine, para unas 10 personas, donde se puede ver el video, de más de una hora, que recoge el informe.
El Museo de la Memoria nace de la Ley para la reparación de las víctimas y la judicialización de graves violaciones de Derechos Humanos y delitos de lesa humanidad ocurridos en el Ecuador entre el 4 de octubre de 1983 y el 31 de diciembre de 2008, cuerpo legal que se publicó en el Registro Oficial en diciembre de 2013. Allí se dispone que el Ministerio rector (actual Ministerio de Cultura y Patrimonio) de inicio a la implementación del museo, en el plazo de 90 días. Desde entonces han pasado 10 ministros y ministras de Cultura y Patrimonio, hasta la actualidad.
Para llegar a la Ley, previamente las víctimas y familiares impulsaron por años las demandas al Estado por justicia y reparación, lo que desembocó en la creación de la Comisión de la Verdad, en el año 2007. La investigación tomó en cuenta más de 600 testimonios de víctimas y familiares, documentación desclasificada del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), Ministerio de Defensa y la Policía Nacional y denuncias documentadas previas de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU).
Se evidenciaron 118 casos de violaciones a los derechos humanos, de los cuales el 68% ocurrieron en el periodo presidencial socialcristiano de León Febres Cordero, entre 1984 y 1988.
Se señalan 459 personas responsables, de los cuales 49.6% corresponden a oficiales activos y pasivos de la Policía. Elizabeth Muñoz, representante de la Mesa Nacional de Víctimas, menciona que este proceso es de más de 30 años de lucha, “no solo por el Museo de la Memoria, sino por transparentar lo que había sucedido en el Ecuador”.
Previo a la promulgación de la Ley, la Defensoría del Pueblo fue una de las instancias que se involucró a fondo, y de acuerdo a Ivette Celi, museóloga y ex Subsecretaria de Memorial Social, quien en su momento realizó una consultoría para la Defensoría, la reparación a las víctimas contempla tres instancias: económica, administrativa y simbólica. En reuniones con las víctimas se acordó que, “como espacio simbólico, como un sitio de memoria, debía estar emplazado en el ex SIC-10”.
Desde fines de 2013 hasta 2018 se evidencian algunas gestiones para cumplir con esta disposición. Se estableció una comisión interinstitucional entre Cultura e Interior para la creación del Museo de la Memoria, en el Regimiento Quito No. 2. El MCyP solicita los planos del espacio. Para octubre de ese año el Ministerio del Interior emite un informe sobre los espacios de la planta baja con una extensión de 1015,65m2. Ese año finaliza con una notificación del MCyP sobre el diseño museológico y museográfico.
En octubre de 2018, el MCyP contrata la consultoría del sociólogo Hernán Reyes Aguinaga para la elaboración de los contenidos museológicos y museográficos. Reyes y su equipo provocaron tres momentos.
El primero para determinar los ejes conceptuales revisando la bibliografía existente, además de los cinco tomos extensos del Informe de la Comisión de la Verdad. Además, realizaron una exploración en el tratamiento mediático y audiovisual que se dio al tema.
Un segundo momento investigó sobre los movimientos sociales, las represiones que se dieron contra organizaciones y grupos sociales reprimidos en la Amazonía, o el grupo de Taura, entre otros casos. También se realizó un mapeo del sector aledaño al ex Regimiento Quito No. 2, a través de encuestas y entrevistas a vecinos y en hogares. Se identificaron las impresiones y percepciones de estas personas sobre el ex SIC-10. De aquí justamente salen los insumos para la pantalla interactiva que actualmente es parte del Museo de la Memoria.
El tercer momento propone el diseño del modelo de gestión, tomando en cuenta aspectos educativos y pedagógicos, guías para la instalación museológica y museográfica. A finales de 2018 Hernán Reyes entrega los informes y productos finales. “Allí existe amplísima información de carácter conceptual, contextual y muy precisa de lo museográfico y museológico. Toda la consultaría siempre tuvo en mente la instalación del museo en el ex SIC-10”. Luego de ello, a decir de Reyes, los informes seguramente están archivados en el Ministerio.
Pasan dos años donde prácticamente no se mueve nada, por lo que, en agosto de 2020, varios familiares, víctimas e interesados presentan a la Corte Constitucional una acción de incumplimiento en contra del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Mientras el proceso sigue en la Corte, el Ministerio, conjuntamente con la Organización de Estados Iberoamericano, impulsan la creación de un Museo de la Memoria Virtual, para lo cual logra una asignación presupuestaria de $8 mil y se contrata a Pablo Escandón Montenegro para la implementación de la propuesta museográfica digital y expandida.
De acuerdo a lo manifestado por Escandón, se creó una docuweb inicial, porque la idea es mucho más completa, pero el presupuesto no avanzó. Levantaron desde cero la propuesta gráfica, interactiva y realizaron entrevistas sobre 5 casos emblemáticos (Consuelo Benavides, Hermanos Restrepo, Susana Cajas, Diego Delgado y Gustavo Garzón). “Lo que buscamos fueron perspectivas distintas que vayan complementando a lo que está narrado en el Informe de la Comisión. Con ello tenemos un giro narrativo para acercarnos a lo emotivo y a las personas”, comenta Escandón, quien recalca que la versión web no sustituye al museo físico.
Otro dato fundamental se da en marzo de 2022 cuando, en reunión entre la Subsecretaría de Memoria Social del MCyP y el Área de Derechos Humanos del Ministerio del Interior se concluye la dificultad y los nudos críticos insalvables que imposibilitan hacer el museo en el ex Regimiento Quito No. 2. Nudos críticos que pasan por la necesidad estratégica de la Policía de contar con ese lugar para la seguridad del centro de Quito, y también un criterio de que no sería posible tener dos criterios narrativos en un mismo sitio, un Museo y un UVC funcionando en el mismo espacio.
La sentencia de la Corte Constitucional se publica el 15 de febrero de 2023 aceptando la acción y declarando el incumplimiento de la disposición segunda de la Ley de Víctimas. Se determina que el Ministerio de Cultura y Patrimonio instale, en el plazo de un año, desde la notificación de la sentencia, el Museo de la Memoria, en los términos que se emiten en la sentencia. Un año después, el Ministerio, sin mayor repercusión, abre el espacio, pero no en el ex Regimiento Quito No.2, sino en los bajos de su edificio, con múltiples cuestionamientos, sobre todo de las víctimas y familiares.
Elizabeth Muñoz, de la Mesa Nacional de Víctimas, recuerda: “Nos acercamos a todos los ministros y ministras desde el 2014 para plantearles nuestra visión como víctimas y la importancia de crear una ciudadanía empoderada en sus derechos, a través del Museo de la Memoria”.
Muñoz es enfática en mencionar que siempre el lugar que se determinó para su instalación era el ex Regimiento Quito No.2, “No hay que olvidar que el ex SIC -10 se había identificado como uno de los sitios donde mayores casos de tortura existieron, donde se formaban torturadores, por ello, siempre contemplamos ese espacio emblemático y simbólico para el Museo de la Memoria”.
También señala que en estos últimos años los acercamientos con ellas, como familiares y víctimas, ha sido escaso, con breves reuniones de socialización. Finalmente, con el Museo abierto, Muñoz comenta que “ante las interrogantes que les formulé, la ministra me dijo de frente que ese es el Museo y es lo que se les puede dar, y punto”. Hicieron evidentes las múltiples fallas y errores que tiene el sitio y como parte de la Mesa de Víctimas no pueden recibir ese sitio, ni como espacio en construcción.
En la misma línea, Hernán Reyes comenta que pocos meses antes de abrirse el museo le contactaron desde el MCyP para presentarle unas diapositivas del guion museográfico que instalarían. Reyes les señaló las múltiples fallas, errores y vacíos.
Además, al conocer el actual sitio del Museo de la Memoria, Reyes le menciona a la funcionaria que “era evidentemente el lugar donde se cometieron las más violentas y graves violaciones a los derechos humanos (el ex SIC10). Eso tiene un valor fundamental al ser el sitio que debe ser recordado y no se puede simplemente decir lo vamos a hacer en otro lugar porque es un edificio bonito o hay disponibilidad”.
Rubén Chababo, docente universitario argentino y ex director del Museo de la Memoria de Rosario, señala que “el ayer, siempre es un territorio en disputa, de debate, no hay verdades absolutas”. En ese sentido, los museos de memoria deben mirar al pasado, pero pensando en el presente, que ese Nunca más tenga sentido en los tiempos actuales. Preguntarse por qué pasó lo que pasó, y ver que ahora, o en el futuro, se pueden dar las condiciones para que cosas similares pasen.
De hecho, Chababo mira en perspectiva el caso argentino, porque en su momento “se tenía una gran confianza en la memoria, y una gran confianza en que los museos de la memoria eran fronteras contra la barbarie. Hoy, la evidencia demuestra que los museos de la memoria no detendrán ninguna barbarie, ni tampoco garantizarán la perdurabilidad del recuerdo”.
La transmisión de la narrativa es la clave para Chababo y por ello pone el énfasis en que “hay que construir un relato, no para los ya convencidos, no para los que ya conocen la historia, no para los que ya repudian los ataques a los derechos humanos, sino para aquellos para los que torturar puede llegar a no estar del todo mal, o para aquellos que las dictaduras y los regímenes autoritarios no representan ninguna sospecha”.
En esa misma línea, el investigador peruano Víctor Vich, quien en su momento participó en el equipo curatorial del Lugar de la Memoria (LUM), en Lima, destaca que el discurso de la memoria y el testimonio de las víctimas es decisivo para la historia del siglo XX.
“En América Latina esto ha tenido un impacto fuerte, porque el testimonio de la víctima coincidía con sectores excluidos de la población, por lo que escuchar su relato ponía en cuestión la construcción de estos sitios”, menciona Vich.
Además, destaca que estos lugares develan no solo las torturas, sino que evidencian las fallas estructurales de nuestros países, las exclusiones históricas. Allí radica la importancia decisiva para registrar estos hechos y narrarlos desde el punto de vista de las víctimas. “Los espacios democráticos implican debate, disputas, posiciones diferentes. Y más allá de las posiciones oficiales de los países, hay otros relatos que esas instituciones no escuchan, no toman en cuenta o se niegan a tomar en cuenta”.
La discusión sobre el sitio es fundamental, a decir de Vich, “es importante que los lugares de memoria estén en el sitio donde sucedieron los hechos, eso es lo que uno siente cuando entra a la ESMA, en Buenos Aires, o en los campos de concentración, en Alemania”.
¿Qué les dicen estos espacios de memoria al presente y al futuro?, le planteamos a Víctor Vich: “lo primero es que sin autocrítica no avanzamos a ningún lado. Los museos deben ser espacios para que todos reflexionen sobre su rol en esos hechos. Y también debe quedar claro que con las violencias no vamos a ningún lado, la violencia solo desata más violencia y ese camino es un error, por ello hay que apostar tercamente por construir sociedades que no tomen la opción de la violencia”. Puntualiza que los museos son procesos que no terminan, nunca terminan, y además son frágiles, su sostenibilidad y mantenimiento siempre dependerán de los gobiernos de turno.
Con ello, el campo de debate que genera esta propuesta de Mueso de la Memoria podría llevarnos a preguntarnos sobre el nivel de autocrítica de los gobiernos y cómo estamos construyendo caminos alejados de las violencias en nuestra cotidianidad. El debate se mantiene, no se agota, y sin duda, hay que plantearlo.