Los trabajadores del arte y la cultura en Ecuador atraviesan diversos tipos de precariedades, como que el 48% no tiene acceso a la seguridad social, según los resultados del 2do Termómetro Cultural elaborado por el Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura de la Universidad de las Artes.
La crisis provocada por la pandemia ha permitido volver la mirada sobre el estado de los sistemas de seguridad social en el mundo. En esta materia, las asimetrías tienen un matiz geopolítico y el análisis se complejiza aún más cuando se pone la lupa sobre las condiciones de los trabajadores del arte y la cultura.
El panorama para estos trabajadores es crítico pues, aunque existe una modalidad especial para su afiliación al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), su funcionamiento no toma en cuenta las particularidades del ejercicio artístico.
En esta investigación se constató la vulnerabilidad a la que están sujetos los trabajadores del arte y la cultura cuando no hay políticas estatales que puedan sostener a los trabajadores en medio de la enfermedad. Durante el confinamiento, los artistas y gestores que dependían de las actividades presenciales se quedaron sin ingresos.
Ante la nula capacidad de ahorro —el 59,09 % de los encuestados en el 2do Termómetro Cultural afirmó no poder ahorrar— y la falta de liquidez para enfrentar la para laboral, el Gobierno no diseñó medidas paliativas sostenibles, sino un plan para que funcione como una pequeña válvula de escape al problema.
En 2020, el gobierno implementó un Plan Integral de Contingencia para las Artes y la Cultura que tuvo como acciones puntuales: un bono humanitario de $60, el cual se entregó durante tres meses, y debió beneficiar a 5,500 trabajadores de arte y la cultura; una línea de fomento para la emergencia por USD 1,000,000; créditos y la entregas de canastas de alimentos.
De acuerdo al 2do Termómetro Cultural del Observatorio (2021) el 84,73 % de los encuestados no obtuvo apoyo por parte del Estado y el 89.37 % declaró no recibir ayuda de los Gobiernos Autónomos Descentralizados.
Luego de que la pandemia ha superado los momentos más críticos, la seguridad social continúa siendo una de las deudas del Estado.
La realidad es que el país no ha alcanzado un piso de protección social, que de acuerdo a la OIT son “un conjunto definido de garantías básicas de seguridad social para prevenir o aliviar la pobreza, la vulnerabilidad y la exclusión social”.
En abril de 2022, esta organización presentó un análisis sobre la brecha en financiamiento para llegar al piso de protección social en el Ecuador y estimó que se requiere el 2,2 % del PIB de año 2020 para poder lograrlo.
Entre las recomendaciones para conseguir financiamiento para acortar la brecha en la seguridad social están los siguientes puntos: incrementar la recaudación tributaria, aumentar el número de cotizantes a la seguridad social para hacer crecer el espacio fiscal, solicitar ayuda internacional, entre otras opciones.
Desde el año 2017 los trabajadores de la cultura pueden afiliarse al IESS de forma voluntaria en una modalidad diseñada para el sector, lo cual es un resultado de la aprobación de la Ley Orgánica de Cultura en 2016. Para la afiliación, se requiere estar registrado en el Registro Único de Artistas y Gestores Culturales (RUAC), trámite gratuito, que se puede realizar desde la página web del Ministerio de Cultura. El IESS estipula que la base de aportación no podrá ser inferior a un salario básico unificado ($425).
A casi cinco años de la implementación de esta modalidad de afiliación, la cobertura de seguridad social sigue siendo baja. De esto da cuenta el 2do Termómetro Cultural elaborado por el Observatorio, el cual indica que apenas el 1,78 % de los encuestados en el año 2021 están afiliados en el régimen para gestores culturales y artistas. Este porcentaje no es visible en la web del IESS.
Si bien la Ley de Cultura ha posibilitado que exista este régimen para artistas, en la práctica no hay una gran diferencia con la afiliación voluntaria, tan solo el hecho de poder elegir entre un pago cuatrimestral o mensual.
Aunque se destacan las contingencias que este seguro cubre (enfermedad, maternidad, riesgos del trabajo, vejez, muerte e invalidez que incluye incapacidad), no se puede descuidar el hecho de que todos los artistas y gestores culturales no están en las mismas condiciones económicas para afiliarse sin tener relación de dependencia con un empleador.
A propósito de este tema, Miguel Cantos Díaz, director del Instituto cultural Nuestra América, dice que “la modalidad de afiliación para artistas solamente favorece a artistas y gestores culturales de clase media y alta, que tienen un contrato que les permita ganar un sueldo mensual, pero ¿qué sucede con los artistas populares, independientes o los artistas que trabajan en proyectos en las juntas parroquiales o en los cantones donde las relaciones de dependencia y las prácticas artísticas son diferentes? Son esos sectores los que entran en un entorno de vulnerabilidad y precarización laboral que les impide gozar del seguro social”.
Lo dicho por Cantos fue constatado luego de una búsqueda de testimonios de creadores que estuvieron afiliados a la seguridad social:
Diana Quinde, comunicadora y gestora cuencana, relata su experiencia: “dejé de aportar al IESS el año pasado dado que mis ingresos en el campo de la cultura han sido muy esporádicos en estos dos últimos años, he tenido que apoyarme en mi profesión de comunicadora”. Estas dificultades sitúan a los trabajadores más lejos de su objetivo de jubilación a futuro, además de la pérdida de prestaciones de salud o de realizar créditos quirografarios.
Otro testimonio de una fuente bajo reserva afirma: “el proceso para afiliarme fue bastante sencillo, entré a la web del IESS y en 5 minutos estuve afiliado bajo el régimen del RUAC”. Sin embargo, señala lo confuso que puede ser el cambio de régimen de afiliación al modificarse la situación laboral, “tras aportar 4 o 5 meses obtuve un empleo estable, y olvidé desafiliarme con lo cual he venido realizando un doble aporte por varios meses”, agregó el entrevistado.
En enero de este año, diario EXTRA mostró lo que vive Amparo Guillén, una actriz que atraviesa la falta de empleo y la enfermedad sin el apoyo del Estado. “Cuando nos contratan es por una temporada de 3 a 9 meses y emitimos facturas. No somos afiliados. No tenemos ni siquiera ese privilegio de ir a un hospital del IESS si nos enfermamos”, comentó la actriz.
La OIT es categórica al sostener que la única forma de alcanzar la justicia social y el desarrollo es mediante el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social. Para ello se debe articular la protección social con políticas sociales y económicas, entre las cuales se debe tomar en consideración a las políticas de empleo. Hay que buscar formas de remediar el desempleo fomentando el trabajo público, los regímenes de apoyo al desempleo y los programas formativos para ampliar las capacidades de los trabajadores.
De acuerdo a la OIT, el reto está en alcanzar la protección social para todas las personas en todas las etapas de su vida. En contextos como el ecuatoriano, recuperar la confianza de los trabajadores hacia la seguridad social es uno de los primeros pasos para incentivar la afiliación y que el sistema no tambalee.
La OIT reconoce que hay países para los cuales esta meta va a ser más difícil de cumplir. Por eso hacen énfasis en que lograr una financiación sostenible y equitativa para la seguridad social no es una responsabilidad única de los gobiernos. De ahí que la colaboración internacional es una herramienta prioritaria para alcanzar la cobertura universal.
En el primer día del 2do Encuentro de Políticas y Economía tendrá lugar el taller de Régimen laboral y seguridad social para trabajadores de la cultura donde este tema será medular.