El amor se expresa de diferentes maneras. No en vano, varias de las barras de Barcelona y Emelec sugieren que ni la muerte los separará de sus equipos. Así, sus familiares y amigos han construido una relación para seguir unidos a sus fallecidos a través del fútbol.
“En una parte de la misa, antes que se lleven el cuerpo de mi papá a la bóveda, el cura daba su sermón cuando dijo: “solo le pido a Dios...” y dejó de hablar. Mis compañeros de la barra empezaron a hacer sonar los tambores y todos allí dentro, en la sala de velaciones, siguieron el canto: “que Emelec no se vaya de mi mente; que la Boca del Pozo esté presente; y que sepa que lo quiero hasta la muerte” ...
Ese es el primer recuerdo que tiene Giuseppe Cavanna Orellana al hablar sobre cómo fue el sepelio de su padre, Giuseppe Cavanna Chávez, el fundador de la famosa barra del Club Sport Emelec. A pesar del difícil momento que significó su partida, él recuerda con asombro las muestras de cariño, afecto y, sobre todo, de aliento cuando su papá falleció.
“Que en un acto solemne y de tributo canten la música de Emelec; no ver camisetas negras, sino azules; y que la gente no haga silencia, sino bulla por cantar; no prender velas, sino bengalas; es una forma distinta de dar el último adiós”, describe.
Justamente, los dos clubes han llenado muchos vacíos de los guayaquileños. Ese amor por el equipo se expresa de tantas maneras, incluso con la muerte. Al recorrer las bóvedas de los distintos cementerios de la ciudad es una constante observar los escudos de Barcelona o Emelec pintados en las lápidas de los fallecidos, indistintamente del año de su defunción.
En otros casos, se ven más detalles. Por ejemplo, los familiares suelen dejar camisetas colgadas con flores amarillas o azules, según corresponda el equipo al que eran hinchas su allegado. Y así existen un sin número de formas donde los más cercanos, o incluso propias personas, han decidido cómo quieren ser continuar amando a su club cuando se vayan de este mundo.
Un caso puntual es en Parque de la Paz. El camposanto cuenta con las “Bóvedas del Astillero”, una infraestructura de dos torres, con los colores de cada equipo, separadas por un pequeño campo de césped. La idea fue concebida, hace más 10 años, para que se asemeje a un estadio, donde las dos tribunas se ubican frente a la otra dentro en una cancha de fútbol.
Los voceros de Parque de la Paz mencionan que el objetivo de este proyecto es demostrar el amor a sus equipos y que, a pesar de ser de equipos rivales, ambos tendrán algo en común. “Por más que sean hinchas de equipos contrarios, al final la rivalidad queda en la cancha. El fútbol es una fiesta que debe vivirse en paz hasta la eternidad”, comenta Jimmy Saénz de Viteri, vocero de Parque de la Paz.
Desde entonces, allí han llegado jugadores históricos de cada club, como Pablo Ansaldo, arquero de Barcelona; Enrique “Pajarito” Cantos, de los primeros ídolos del club; al igual que Jorge “El Pibe” Bolaños, el eterno 10 de Emelec. Se suman reconocidas personalidades de cada equipo como el periodista Pablo Hanníbal Vela, más conocido como “el Rey de la Cantera”, quien en las faldas de su lápida guinda una camiseta antigua del “ídolo”.
Más a su derecha descansa Julio Espinoza, el recordado “Hombre de la Campana”, que se hacía escuchar en cada partido de Barcelona en el Monumental. Lo mismo ocurrió con Francisco “Che” Pérez, primer director de la barra de Emelec. Todos ellos, que dedicaron gran parte de su vida a alentar y apoyar por sobre todas las cosas a sus respectivos equipos, hoy descansan en un lugar que los representa.
Los directivos de Parque de la Paz destacan las ceremonias de sepelio que se arman cuando se va a ocupar un espacio en esas zonas.
“Cuando alguien es sepultado en estas bóvedas viene una marea de gente a despedirlo. De la misma forma que llevan la pasión del fútbol lo hacen en ese proceso”, agregan. El caso más emblemático fue el de Cavanna, cuando la Boca del Pozo copó las instalaciones con sus bombos, banderas y bengalas. Uno de sus líderes revela que un reconocido político de la época llegó a primera hora al camposanto para lanza rollos de papel en el área donde descansaría para siempre su fundador.
Desde entonces, Cavanna Orellana confiesa que Emelec se volvió en ese lazo que lo acerca a su padre. “Estar alrededor de Emelec es una conexión con mi papá. Cuando hay un partido importante, siento cómo me acompaña y me aconseja”, indica y reconoce que no van tan seguido a visitar su bóveda. “Mi papá descansa allá, pero aquí en el estadio nos acompaña siempre”, asegura mientras sus compañeros de la barra empiezan a cantar y hondear las banderas junto a uno de los murales que le han pintado.
Otros casos han sido una fortuna en medio de la desgracia. Entre marzo y mayo de 2020, en pleno pico de la pandemia en Ecuador, el Gobierno compró bóvedas para sepultar a los fallecidos por coronavirus. Varios de esos espacios son los posteriores a las del Astillero.
Las familias de los fallecidos debían esperar un correo para saber dónde fue enterrado su ser querido. Los Lema tuvieron la suerte que su padre fue colocado en la zona de Emelec, el equipo de sus amores. “Sé que a pesar de todo lo que pasó en sus últimos días, él está feliz de estar aquí”, reza su hija, mientras recuerda junto a su madre y hermano las veces que iban a la tribuna San Martín del Estadio Capwell, a dos cuadras de su casa.
Corrió con la misma suerte el señor Hernández. A María, su esposa, aún le cuesta hablar. Ella llora desconsoladamente porque no pudo estar con él en sus últimos días debido a las restricciones en los hospitales. El único detalle que la reconforta es saber que su esposo fue sepultado en el área de Barcelona, equipo del que era hincha. La lápida con su nombre está pintada de amarillo, igual que el corazón de su esposo. Sigue llorando mientras lo despide.
El caso de Parque de la Paz es icónico, pero no único. De hecho, es una tendencia que surgió en Europa y se ha extendido por Latinoamérica. Incluso, en el país, el cementerio Jardines de la Esperanza realizó un convenio con el Club Sport Emelec para construir nichos dentro de una de las áreas del Estadio Capwell. De la misma manera, Parque de la Paz aspira continuar recibiendo hinchas dentro de sus instalaciones. Algunas bóvedas aguardan a los fanáticos que, desde ahora, han comprado su espacio para pasar el resto de sus días con los colores que siempre amaron en vida. Después de todo, el mayor logro de la muerte es volvernos eternos.