Al final del correísmo se inauguró un sistema de radares que miraba a todos lados, menos a Manabí donde son frecuentes las aeronaves clandestinas. Parte de la población circundante reclama por el daño ambiental que provocará un radar en la cima del cerro Montecristi, pero al parecer, no evalúan igual a las canteras que carcomen su cerro ancestral.