ARCSA prohibió la comercialización de varias marcas de pruebas rápidas que llegaron desde China y fueron rechazadas por las autoridades estadounidenses. “Hemos realizado 1.057 operativos a escala nacional, en conjunto con las autoridades de salud y autoridades aduaneras”.
Sin embargo, la Asociación Ecuatoriana de Importadores de Insumos Médicos, Asedim, cuestiona que los controles no fueron suficientes. El problema es estructural y empezó antes de la pandemia. Aduanas no verifica que las importaciones cuenten con el certificado emitido por el control sanitario, por una disposición vigente desde 2017. “No existe el control en Aduana del registro sanitario, siguen llegando sin ese requerimiento a pesar que debían hacerlo en marzo de 2019”, puntualiza Cristina Murgueitio, directora de ASEDIM.
El presidente del Colegio de Médicos de Pichincha, Víctor Álvarez, sufrió las secuelas por la errada aplicación de kits de pruebas serológicas.
Álvarez y su familia acudieron a un hospital privado para someterse a la evaluación, en Quito. Inicialmente les dijeron que él y su hija eran positivos para covid-19, pero su otro hijo salió negativo. El médico desconfió de los resultados y pidió que le dieran una explicación, pues lo lógico era que los tres estuvieran contagiados.
Horas después, en ese centro le dijeron que el paquete de pruebas era defectuoso y sus resultados no servían. Por eso, Álvarez reclama por la falta de control de calidad de las pruebas que ingresaron al país. “Podías comprar las pruebas chimbas en mercadolibre.com. Estos productos no son confiables, han generado una avalancha de falsos negativos y falsos positivos, desde el inicio de la pandemia”.
Buena parte de la población confía en que las pruebas rápidas son un método de diagnóstico, barato y accesible. Tienen un costo hasta ocho veces menor que el de las pruebas moleculares de tipo PCR.
Samanta R. de 23 años, que vive en Quito, sintió los primeros síntomas, pero descartó la infección por el virus, porque un test rápido mostró un resultado negativo para anticuerpos. No se aisló. A los pocos días, con más síntomas y con consejo médico, tuvo que repetir el examen, esta vez costeó la prueba molecular. “Casi me muero del susto, estaba contagiada”, según un testimonio recogido por Enaim Paredes, estudiante de Comunicación de la Universidad San Francisco de Quito, que apoyó en esta reportería.
Carlos Campoverde recuerda que se hizo la prueba rápida, en Gualaceo (provincia del Azuay), “salió negativa, pero yo sentía que me estaba muriendo”. Finalmente optó por el hisopado (PCR), que le costó 110 dólares, y solo ese resultado positivo permitió que fuera a un hospital público en Cuenca, donde estuvo intubado durante 34 días. Afortunadamente, vive para compartir su testimonio, recogido por estudiantes de la misma carrera.
Hay desinformación. Algunas empresas privadas exigen a sus colaboradores una prueba rápida de anticuerpos con resultado negativo, para volver a labores presenciales. La confusión explica, en parte, el fracasado intento para contener la pandemia.
*En la recolección de testimonios apoyaron estudiantes de Periodismo de la Universidad San Francisco de Quito, dirigidos por Tania Orbe.