"Guantánamo es como una tumba. El que tiene suerte, sale otra vez a caminar en la Tierra", relató en un punto de su entrevista con BBC Mundo el sirio Ahmed Adnan Ahjam, quien vive ahora en Uruguay después de estar preso durante 12 años y 6 meses en la mítica y temida cárcel estadounidense, ubicada dentro de una base naval en el sureste de Cuba.
Ahjam fue encarcelado en Guantánamo tras ser capturado por las fuerzas de seguridad de Pakistán y entregado a EE.UU. en el 2002, por una presunta vinculación con fundamentalistas de Al-Qaeda, en medio de la guerra suscitada en Medio Oriente después del ataque a las torres gemelas en Nueva York.
Por otro lado, Ahjam argumentaba que había sido vendido por las fuerzas paquistaníes a Estados Unidos, y señalaba que documentos del gobierno americano referentes a él tenían inconsistencias, que incluían las declaraciones del sirio en las que afirmaba no conocer a ningún miembro de Al-Qaeda ni estar presente en combates bélicos desencadenados en Afganistán.
POLÉMICA ALREDEDOR DE GUANTÁNAMO
El primer grupo de prisioneros que llegó a Guantánamo, en enero del 2002, fue presentado al mundo mediante fotos en las que se encontraban arrodillados, con sus manos amarradas y rostros cubiertos por máscaras.
La ira contenida de los ciudadanos estadounidenses por el ataque terrorista en Nueva York del 2001, el cuál se atribuía a los árabes, hacia que la naturaleza de los fotos, que demostraban una violación a los derechos humanos, pasará por alto para quienes la veían.
Decenas de detenidos comenzaron a llegar en aviones militares. Muchos de ellos, como Ahjam, no tenían cargos oficiales en su contra ni estaban a la espera de un juicio, sino que pasaban años recluidos sin certeza alguna sobre su futuro, ni un juicio para determinar su culpabilidad.
Guantánamo había sido el lugar indicado por el presidente George Bush para retener a todos los capturados de la guerra en contra del terrorismo que amenazaba a los Estados Unidos. Reglas humanitarias hacia al trato de prisioneros, como las de la Convención de Ginebra, parecían no tener validez alguna en aquella temida cárcel en Cuba.
En 20 años, cientos de hombres fueron apresados en Guantánamo, y a poco más de una decena se le presentaron cargos formales. Solo dos hombres fueron sentenciados formalmente desde su creación.
Las detenciones indefinidas y dolorosas torturas fueron denunciadas por oficiales de alto rango estadounidense. Guantánamo se convirtió en la pesadilla de cualquier persona capturada por Estados Unidos y un perfecto contra-argumento a su intachable política de respeto a la dignidad humana. Expresidentes como Barack Obama y Donald Trump declararon mientras gobernaban que buscarían la manera de cerrarlo, aunque esto aún no ha sucedido.
NUEVA VIDA EN URUGUAY
Tras una evaluación de su situación por la Comisión Intergubernamental de Washington, que llegó después de un martirio de 12 años y 6 meses en la prisión, Ahjam fue liberado a los 37 años.
Nunca se le acusó de un cargo formal y fue trasladado en el 2014, junto a 5 expresidiarios, a Uruguay, el país que los recibió como refugiados por un acuerdo entre José Mujica, presidente uruguayo en ese entonces, y Barack Obama, quién presidía Estados Unidos también en aquella época.
En una entrevista con BBC Mundo, Ahjam describía los abusos a los que era sometido por parte de los oficiales de Guantánamo.
"Te llevan afuera de la celda, te buscan todo el cuerpo, te dejan en el piso, el pie arriba de tu cabeza así como cinco minutos y luego te vuelven a la celda", relataba Ahjam, quién también narraba que se les privaba ponerse ropa limpia y tomar baños.
Al llegar, el gobierno los insertó laboralmente, pero el estigma por haber estado recluidos en Guantánamo por tanto tiempo, barreras de idioma y sus nombres árabes les dificultaba gozar de estabilidad económica. 2 de sus compañeros en Uruguay se fueron de vuelta a Turquía. Además, tenían dificultades para ver a sus familias.
En 2018, Ahjam pudo triunfar en Montevideo con una tienda de gastronomía árabe, enfocada especialmente en dulces. Sus fotos sonriendo ante los ciudadanos uruguayos que disfrutaban de los manjares de su cultura, dieron la vuelta del país, y pudo sentirse en realidad aceptado y dueño de su vida. Calificó todo como un sueño cumplido.
No obstante, la llegada de la pandemia causó el cierre del negocio. "No sabes si estás viviendo o no estás viviendo, porque no tenés nada para vivir", dice. "Tenés que hacer todo, luchar, empezar todo en la vida de cero", relataba Ahjam, quién ya considera que logró una vez triunfar en su nuevo país, y ahora busca una nueva oportunidad para salir adelante y dejar atrás los años de sufrimiento injustificado que vivió en Guantánamo, en un país aún a ratos extraño, pero siendo un hombre libre.