El 6 de agosto de 1945 empezó el declive de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre la población japonesa de Hiroshima. Pese a que producto de este evento se desencadenaron una serie de hechos que acabaron con la rendición de los países de las potencias, su lanzamiento sigue siendo ampliamente cuestionado.
La bomba fue creada por el científico Edward Teller y lanzada bajo la autorización del entonces presidente de EE.UU., Harry S. Truman, y el secretario de Estado, James F. Byrnes. Apodada como “Little boy”, la primera bomba mató inmediatamente a 70 mil personas de la ciudad de Hiroshima. La segunda, lanzada el 9 de agosto sobre Nagasaki, mató a 40 mil.
UN DILEMA MORAL PARA ESTADOS UNIDOS
Para julio de 1945, la Alemania Nazi ya se había rendido. Japón aún continuaba de pie, por lo que un comité de asesores del presidente Truman se hallaba deliberando si soltar la bomba atómica en Japón o no. Este artilugio nació a partir del “Proyecto Manhattan”, con el que se hicieron pruebas de la bomba.
De acuerdo con el archivero supervisor de la Biblioteca Presidencial Harry S. Truman en Independence, Missouri, el presidente del comité y secretario de Guerra, Henry Stimson, mantuvo siempre una actitud en pro de lanzar la bomba hacia el objetivo japonés. Entre los argumentos más fuertes se encontraban el hecho de que sería muy difícil explicarle a la gente por qué se prolongaría la guerra, teniendo un artefacto como la bomba.
"Parecía ofrecer una solución mágica que potencialmente podría ahorrar mucho dolor", dijo el profesor de Historia de la Universidad de Harvard, Charles Maier, a la CNN.
DIFERENTES POSTURAS
En la década del 60, Vistazo reseñó que el secretario Byrnes dijo que el objetivo era “ahorrar vidas humanas” y acabar con la guerra. “El presidente Truman creyó necesario el lanzamiento para evitar que Stalin se acercase a Darien y Port Artur (actual Lüshunkou, China)”, explicó el funcionario en ese entonces.
Mientras que Teller, el creador de la bomba, consideraba que, si los japoneses hubieran sido advertidos de las intenciones de EE.UU. con la bomba, se habrían rendido; el profesor Maier sostiene que los datos históricos dicen lo contrario. Según el experto, Japón estaba decidido a luchar hasta el final y se temía que “una demostración de armas no habría sido suficiente”.
El Almirante Lewis L. Strauss planteó estallar la bomba en una región deshabitada pero cercana a Japón para que lo tomaran como una amenaza, pero en el comité declararon que era una “invasión muy costosa” y no garantizaba que los japoneses actuaran como los aliados querían. Y además, Estados Unidos estaba convencido de que Japón no retrocedería con nada que no sea la fuerza.
“Los ataques suicidas son hoy bastante comunes, [pero] en el momento, el uso por parte de Japón de ataques kamikazes suicidas había tenido un fuerte impacto psicológico en los militares de alto rango de Estados Unidos quienes consideraban que el país entero se movilizaría para defender las islas”, dijo Maier.
Entonces, no había forma de no hacerlo sin bomba.
EL LANZAMIENTO Y REACCIONES
La bomba fue lanzada sobre Hiroshima a las 08:15 de la mañana. Se cree que 70 mil personas falleron de manera inmediata y en cinco años, la cifra habría alcanzado a 200 mil muertos por la radiación, según el Departamento de Energía sobre el Proyecto Manhattan. Japón firmó la rendición una semana después, el 14 de agosto de 1945.
Mientras que en la época el lanzamiento contó con el apoyo del 85% de los estadounidenses, actualmente solo el 56% apoya el uso de armas nucleares en conflictos, según una encuesta de Pew.
El físico Leo Slizard, quien encabezó la oposición al uso de la bomba atómica, dijo que quienes trabajaban en el Proyecto Manhattan tampoco querían lazar la bomba. Para él, la bomba atómica no solo tuvo un efecto mortal sobre Japón, sino también en la comunidad científica.
“Los más grandes científicos de nuestra época se han negado sistemáticamente a trabajar en proyectos nucleares bélicos, quizás, ante el terrible fantasma de dos ciudades habitadas bombardeadas impunemente”, expresó en un artículo que Vistazo reseñó en los 60.
Por su parte, en el mismo artículo Teller señala que las bombas “retardaron el estudio y las investigaciones”.
“Las interrogantes morales han actuado como freno en todos nosotros”, indicó.