Hace unos meses, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos, más conocida como NASA, alertó a la comunidad científica global sobre un asteroide del tamaño de un estadio de fútbol que podría impactar contra la Tierra.
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Según la Asociación Espacial Europea, este objeto espacial, nombrado 2024 YR4, es considerado el "más peligroso" de todos los asteroides registrados hasta la fecha y tendría una capacidad de destruir ciudades enteras.
La NASA detectó dicho cuerpo celeste el 27 de diciembre de 2024 a través del Minor Planet Center en Chile. Las proyecciones actuales indican que el impacto podría ocurrir el 22 de diciembre de 2032, aunque existe la esperanza de que el asteroide se desintegre o se desvíe antes de esa fecha.
Para evitar el impacto de 2024 YR4, científicos están evaluando distintas estrategias de desviación. Las opciones más mencionadas incluyen el uso de láseres solares, bombas nucleares e impactadores cinéticos.
El método de los impactadores cinéticos ha sido uno de los más estudiados: consiste en enviar una nave espacial no tripulada para chocar contra el asteroide y cambiar su trayectoria.
Aunque este método ha tenido éxito en pruebas previas, los científicos advierten que se requieren al menos diez años para implementar un plan de esta magnitud.
Dado que solo cuentan con aproximadamente siete años hasta la fecha prevista de impacto, las posibilidades de desviar el asteroide con este método están disminuyendo rápidamente.
El problema se complica aún más por la falta de datos detallados sobre 2024 YR4. El científico Robin George Andrews expresó en sus redes sociales que, debido a la rapidez con la que el asteroide desaparece de la vista de los telescopios, no se cuenta con la información necesaria para tomar decisiones precisas sobre cómo actuar.
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Para hacer frente a la situación, el Departamento de Estado de Ciencia y Tecnología de China ha iniciado una convocatoria para formar un equipo especializado en "defensa planetaria". Este grupo de científicos estaría encargado de monitorear asteroides y desarrollar sistemas de alerta temprana.
Una de las soluciones más controvertidas es el uso de armas nucleares para destruir el asteroide. La idea sería dividirlo en fragmentos tan pequeños que, al ingresar a la atmósfera, se desintegren sin causar daño. Sin embargo, el uso de tecnología nuclear para ese fin violaría los tratados internacionales sobre no proliferación nuclear.
Ante este panorama, Andrews ha advertido sobre los riesgos de actuar sin prudencia: “Tenemos que tener cuidado de no intentar salvar el mundo y, sin querer, empeorar el problema”.