Las autoridades confirmaron el asesinato de 62 presos en las tres cárceles más grandes del país. Los amotinamientos ocurridos la mañana de este 23 de febrero responderían a un ajuste de cuentas entre las bandas criminales que se disputan el liderazgo y control de los centros penitenciarios: Los Pipos, Los Lobos, Los Lagartos, Los ChoneKillers y Los Choneros.
Así lo ratificó en rueda de prensa Edmundo Moncayo, director del Servicio de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad (SNAI). Añadió que, según las investigaciones, ayer a las 22h00 hubo una alerta de que “Los Choneros” tenían un plan para atentar contra los líderes de otras bandas. El objetivo era vengar el asesinato de su líder, José Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, ocurrido hace dos meses, tras salir de prisión.
La reacción de los otros presos terminó con 21 muertos en la Penitenciaria de Guayas, 8 en la Regional Latacunga y 33 en la cárcel de El Turi, Cuenca. Fue una acción concertada, pero se lograron contralar los conatos de violencia en los otros centros penitenciarios, dijo Moncayo.
Aunque no es la primera vez que ocurren estos hechos, sí es la más sangrienta, pues reportes extraoficiales y videos que circulan en redes dan cuenta de la crudeza: hay cuerpos desmembrados, decapitados e incluso a algunos les sacaron el corazón. En 2019 y 2020 las disputas al interior de las cárceles ya dejaron escenas de cuerpos calcinados y cientos de armas decomisadas. El gobierno declaró el estado de excepción en dos ocasiones, pero la situación es incontrolable.
Según cifras del SNAI, la capacidad de los 63 centros penitenciarios de Ecuador es de 29 mil plazas, pero hay cerca de 39 mil presos, lo que provoca una sobrepoblación carcelaria o hacinamiento del 40 por ciento. Pese a que en 2019 el estado amplió 1.667 plazas, la situación es degradante, según reportes periódicos que hace de la Defensoría del Pueblo.
La solución peor que la enfermedad
En 2006, el investigador Jorge Núñez Vega ya demostró esta situación. En un estudio histórico determinó que el hacinamiento empezó en la década de 1990, luego de que Ecuador se sumara a la política anti-drogas que impulsaba Estados Unidos en la región.
Antes, y durante buena parte de la década de 1990, había menos de 100 presos por cada cien mil habitantes. En 2005, el 75 por ciento de detenidos en Quito y Guayaquil estaban relacionados a delitos con estupefacientes, muchos de ellos detenidos por portar pequeñas cantidades de droga, mientras los grandes traficantes son intocables.
Núñez Vega alertaba a no caer en lo que se denomina como “populismo penal”, al pensar que la solución es construir más cárceles. Pero el gobierno de la Revolución Ciudadana, ofreciendo dignidad a los presos, se fue por ese camino. Construyó las tres mega cárceles de Guayas, Latacunga y Cuenca, donde los últimos años se ha suscitado los mayores hechos de violencia y fueron el escenario de este trágico 23 de febrero.
Además, estos centros son los que tienen las tasas más altas de hacinamiento. Así Ecuador pasó de tener 100 presos por cada 100 mil habitantes a 342 en la actualidad, sin mejorar el sistema de rehabilitación. Más bien, las cárceles se han convertido en las guaridas de las bandas criminales.