Ante la crisis eléctrica en Ecuador, con cortes de hasta 14 horas diarias y pérdidas estimadas en USD 700 millones, según la Cámara de Comercio de Guayaquil, el Gobierno Nacional anunció la implementación de generadores móviles, con capacidad de generar hasta 20 megavatios cada uno. Aunque útiles, estos generadores ofrecen una capacidad menor en comparación con las barcazas, que alcanzan hasta 100 megavatios cada una.
Estos equipos serán transportados en aviones Hércules para ofrecer una solución rápida a la emergencia, según informó la ministra de Energía, Inés Manzano, sin ofrecer mayores detalles sobre sus operaciones.
¿Pero cómo funcionan estos motores móviles? Ángel Recalde, investigador de la ESPOL, explica para Vistazo que la generación eléctrica móvil utiliza maquinaria pesada en plataformas transportables, desplazada por vía terrestre para cubrir la demanda en puntos específicos.
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El académico indica que estas plataformas pueden agruparse de forma modular para alcanzar la potencia necesaria. Además, estas incluyen equipos auxiliares para operar de manera autónoma, lo que permite la conexión a subestaciones terrestres, entregando energía de forma rápida y continua.
“Los generadores móviles usan diferentes tipos de combustible, como diésel, gas natural, GLP y Fuel Oil. Las capacidades varían entre 1 y más de 20 MW, siendo comunes las unidades de 1-10 MW, 10-20 MW y superiores. Un ejemplo es la tecnología aeroderivativa de General Electric que poseen turbinas de gas basadas en diseños de motores de aviación que alcanzan los 32 MW. Los generadores a gas permiten potencias más altas, mientras que el diésel alcanzan cifras similares, pero usualmente con instalaciones fijas”, detalla Recalde.
El investigador resalta la producción de electricidad en cualquier locación como la principal ventaja de la tecnología de generación móvil. Según señala, este sistema no requiere de infraestructura adicional, más allá de la interconexión, requiriendo solo combustible regular y personal operativo, como cualquier otra central de generación.
Jorge Jaramillo, representante del Colegio Regional de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos del Litoral (Crieel), indica que el país enfrenta un déficit energético de 1.000 a 1.500 megavatios, cifra cercana a la capacidad del sistema Paute, que produce alrededor de 1.600 a 1.700 megavatios y la llegada de estos motores móviles son una solución temporal. “La barcaza generadora de energía, actualmente en uso sobre el mar, enfrenta problemas que obligan a trasladarla”.
Jaramillo argumenta que la verdadera solución a largo plazo debe centrarse en aumentar la capacidad de los parques térmicos y reestablecer el nivel óptimo de los embalses hidroeléctricos. Además señala que alternativas como la energía solar, eólica y geotérmica son complementarias, pero no representan más del 10 al 15% de la generación en la mayoría de los países.
“Un empresario que invierte en una planta termoeléctrica debe vender la energía a un costo mayor, ya que la generación térmica es más cara. Sin embargo, su aporte es crucial para garantizar un parque térmico disponible cuando falte el suministro hidroeléctrico”, indica Jaramillo.
Para que estas inversiones sean viables, continúa, el gobierno debe garantizar tarifas fijas. “La Ley Orgánica del Servicio Público de Energía Eléctrica (Lospee) debería asegurar el pago a los inversionistas sin imponer techos de capacidad, fomentando así la inversión en energía térmica”, menciona Jaramillo.
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Carlos Navas, docente de la facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), señala que una transición hacia energías renovables requiere de tiempo y recursos para desarrollarse. Navas indica que a pesar de tener un gran potencial, proyectos como los solares, eólicos o hidroeléctricos están paralizados por temas regulatorios y ambientales.
“La solución ideal es una combinación de varias fuentes de energía. Las energías renovables pueden complementar la hidroeléctrica y la térmica, y así evitar la dependencia de una sola tecnología o recurso. El país debería invertir en pequeñas centrales distribuidas que beneficien a más regiones, y aprovechar recursos como el sol y el viento en épocas de sequía o condiciones adversas”, puntualizó el docente investigador.