Históricamente, la concepción del poder en Rusia ha estado basada en su extensión territorial. El expansionismo ha sido inherente a su cultura, primero la zarista y luego la comunista.
Durante el período de los zares, aquellos que aumentaban el territorio eran exitosos, los que no lo hacían eran mediocres y si perdían eran vistos como un fracaso. Su sello fue siempre el ultranacionalismo del cual Vladimir Putin es su expresión del siglo XXI.
Bajo ese contexto, se trata de "una guerra que se veía venir", afirma la directora editorial de Revista Vistazo, Patricia Estupiñán, durante una entrevista en En Contacto, en la que habló sobre el dilema ruso que ha mantenido a esta nación en constantes guerras.
"Putin quiere reinstaurar las grandes glorias del zarismo. A veces se confunde y se cree que es una guerra entre capitalismo y comunismo, no señor. Esta es una guerra entre democracia y autocracia. El sueño de Putin es volver a la Rusia de los zares", explica Estupiñán.
De esta manera, dice la también politóloga, Putin piensa que las poblaciones que tienen ascendencia rusa le pertenecen a la "madre patria, el resto son pretextos", afirma.
Estupiñán recordó que Putin ya invadió y se tomó Crimea. "Ahora lo que quiere es un corredor de tierra que le una a la provincia de Crimea. Ese es su objetivo", asegura.
A decir de la periodista, a Putin no le interesan los efectos económicos a su país derivados de las sanciones a Rusia ni las miles de vidas perdidas por la guerra, sino el reconocimiento por haber tenido un logro.
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