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Patricia Estupiñan

Volver a crecer

martes, 28 septiembre 2021 - 17:12
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    La magnitud del costo de la pandemia del COVID-19 en la economía se refleja en este especial de Vistazo sobre las 500 Mayores Empresas del Ecuador. En 2020, las compañías vendieron 10 mil millones de dólares menos que en 2019 y además las cifras de sus ingresos resultan menores que en 2016, año en que se produjo el devastador terremoto en la provincia de Manabí. Hay sectores golpeados como el aéreo que perdieron casi el 60 por ciento de sus ingresos. Otros sectores como el de servicios y el de restaurantes tuvieron contracciones mayores al 30 por ciento. Siendo las 500 empresas las que concentran también el mayor empleo adecuado, las consecuencias del desfase han significado también un efecto brutal en el empleo.

    Frente a este escenario devastador, el éxito en la campaña de vacunación por parte del gobierno del presidente Lasso es una esperanza. Para el periódico inglés Financial Times, en 100 días Lasso cumplió una promesa de campaña, algo impensado en nuestro país. No obstante, todavía no sea ha logrado la “inmunidad de rebaño” y el COVID, al igual que ha sido la influenza desatada hace más de un siglo, llegó para quedarse y hay que estar en guardia de nuevas cepas y pensar en que habrá que vacunar incluso a los bebés, cuando los científicos así lo autoricen.

    Si bien vacunarse era el primer gran paso para la recuperación económica, no basta. El segundo es atraer nueva inversión nacional y extranjera. Provocar “un shock de inversión”, decía Lasso en la campaña. Este esfuerzo no depende únicamente del gobierno, sino de los otros dos poderes del Estado.

    La inversión necesita seguridad jurídica y esta la otorga el Poder Judicial, que pese a múltiples reformas todavía se mueve según las circunstancias y los personajes y no garantiza juicios justos y a tiempo. También son necesarias reformas legales para promover el empleo que dependen del Poder Legislativo, que por una deformación política ha hecho del bloqueo su única arma y por lo tanto ha sido inconsecuente con las necesidades. Igualmente ha sido inmune al cambio de los tiempos y las exigencias de un mundo tecnológico y globalizado. El gran desafío es cómo cambiarlos y quién le pone el cascabel al gato.

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