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Patricia Estupiñan

Morir con dignidad

viernes, 17 noviembre 2023 - 16:28
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    Víctima de una enfermedad neurológica degenerativa e incurable, que padece una de cada cien mil personas, el escritor cubano exiliado en España Carlos Alberto Montaner hizo los trámites para una muerte asistida. El escritor pidió morir porque no podía leer, peor escribir y la degeneración de sus funciones vitales solo se agravaría con el paso del tiempo. En el mundo, más de una docena de países mantiene leyes similares a la que aprobó España en 2021 para permitir la muerte asistida. En América del Sur, Colombia cuenta con una Ley y hace pocos meses se hizo viral el caso de una mujer que había tomado esa decisión. En Perú, en cambio, la Corte Suprema autorizó la eutanasia a una persona.

    En Ecuador, Paola Roldán, mujer de 42 años, que padece de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) ha pedido abrir el debate de la eutanasia en nuestro país. Inmóvil en una cama y luego de todos los tratamientos posibles, esta madre quiere terminar con su vida porque no hay en el horizonte ni cura ni milagro posible. Su pedido ha ingresado a trámite en la Corte Constitucional y podría resolverse favorablemente, normar el derecho de las personas sin posibilidades de superar enfermedades catastróficas a decidir terminar su existencia. No es un debate ni una decisión fácil.

    ¿Hasta qué punto vale la vida de una persona, cuando ha perdido totalmente su independencia física y espiritual? ¿Es un bien mayor aliviar a un paciente su dolor insufrible y un mal menor su muerte? ¿Moralmente, debe otorgársele el beneficio de adelantar su muerte a una persona, así sea por pedido propio? No hay respuestas correctas o incorrectas porque se trata de un debate moral, donde confluyen creencias filosóficas, religiosas y valores personales. Sin embargo, es imperativo estar en los zapatos de quien solicita la eutanasia para tener empatía con su causa, para no imponer reglas porque contravienen creencias individuales o colectivas.

    El proceso de aplicación debe ser tan riguroso como en los países donde ha sido aprobada la eutanasia, para que la decisión de morir de una persona no sea aprovechada por quienes quieran deshacerse de familiares incómodos. Ese es el mayor de los riesgos en Ecuador, donde las instituciones son endebles y la justicia no tiene credibilidad. Sin embargo, como manifestó Gustavo Rodríguez, autor de la novela “Cien cuyes”, ganadora del Premio Alfaguara: “No tenemos derecho a cómo nacemos, pero deberíamos tener derecho a escoger cómo morimos”.

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