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La dieta estresa y el estrés engorda

Hoy intentaré explicar esa relación entre la dieta y el estrés, para que puedas tomar mejores decisiones a la hora de plantearte tus objetivos.

Hay dietas que pueden estresar, como por ejemplo, la dieta restrictiva: esta es una de las causas más comunes por las que los pacientes suelen estresarse, estar privados no sólo en cantidades, sino en gustos o eliminando por completo algún grupo de alimento sin razón válida. Cuando hacemos planes de alimentación con un déficit calórico excesivo, el organismo suele interpretarlo como señal de escasez y entrar en modo alerta. Además, esa rigidez de las dietas restrictivas genera agotamiento mental en quien la realiza y el resultado termina siendo el mismo, estrés físico por el déficit y mental por la restricción en sí.

Vamos con otro tipo, como la dieta con inclusión de alimentos intolerantes. En ocasiones, de manera consciente o inconsciente, ingerimos alimentos que no toleramos bien y esto genera una respuesta inflamatoria en el cuerpo, produciendo estrés. Aunque existen exámenes de intolerancias a alimentos, la gran mayoría de veces nuestro cuerpo nos envía señales de que algo no está bien. Cuando comemos algún alimento específico, haciendo que estemos cansados, nos duela la cabeza, la barriga, presentemos afecciones en la piel o también alteraciones en el ciclo menstrual. Debemos estar atentos para poder descifrarlo y así poder elaborar un plan alimenticio que se adapte a nuestras necesidades.

Ahora veamos la dieta alta en productos inflamatorios: los más comunes son los ultraprocesados (fundas o empaques con muchos ingredientes), azúcares escondidas y en todas sus presentaciones, alcohol (tóxico socialmente permitido) y aceites vegetales como soya, girasol, canola. Una dieta alta en estos productos genera inflamación; es importante resaltar que el consumo excesivo es el que produce esta respuesta en el cuerpo, la eventualidad no es nociva. No pequemos de caer en la rigidez de la primera dieta, que nos lleva al mismo estado de estrés. Hablemos ahora de los ayunos mal utilizados o demasiado prolongados: Si bien es cierto, la técnica de seguir ayuno intermitente se utiliza mucho hoy en día por sus múltiples beneficios, esta estrategia no es milagrosa, ni es para todos. Para poder conseguir sacarle provecho, debe ser guiada y supervisada por un profesional de salud.

De manera global y explicadas de manera muy sencilla, estas son las razones por las que podrías estar estresando a tu cuerpo con la dieta. Ahora vamos al segundo punto, ¿por qué el estrés nos engorda?

El estrés es una situación que se nos presenta y sobrepasa nuestra capacidad de adaptación. Cuando nos estresamos producimos una hormona llamada cortisol y para poder aclarar la relación entre el estrés y la ganancia de peso, debemos conocer que el cortisol tiene la capacidad de aumentar los niveles de glucosa en situaciones de estrés, sin importar por qué estamos estresados (esto quiere decir que, aún sin alimentos, la glucosa se eleva en situaciones de alerta). Si mantenemos por mucho tiempo elevado el cortisol, se mantiene elevada la glucosa y, por ende, se sobreestimula la insulina que es otra mensajera para meter la glucosa en las células y obtener energía. Esa sobreestimulación de la insulina hace que se guarde mayor energía, almacenando grasa (la grasa es energía de almacenamiento).

Es así como el estrés es capaz de hacernos aumentar grasa y peso, provocando el efecto contrario de tu objetivo. La buena noticia es que puedes encontrar la solución junto a un experto que te ayude a cubrir tus requerimientos, con una dieta que te guste y que puedas sostener en el tiempo, que se traduce, finalmente, en cambiar tus hábitos y, así, poder conseguir resultados no sólo en el peso, sino en la salud. Recuerda que la alimentación debe ser tu aliado y no tu enemigo.

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