En el mundo existen muchas formas de dar el último adiós a un ser querido. Los budistas, por ejemplo, dejan los restos del fallecido al aire libre y a disposición de los pájaros para que sean ellos quienes lleven sus deseos al cielo, mientras que en Ghana, los familiares entierran a sus difuntos en ataúdes que se asemejan a su profesión.
Aunque el proceso de inhumación es una de las maneras más comunes para la morada final, la cremación es una alternativa que cada año cobra mayor interés en distinto países.
En Estados Unidos, por ejemplo, la Asociación Nacional de Directores de Funerarias afirma que en la actualidad alrededor del 56 por ciento de sus ciudadanos optan por este servicio. Mientras que en otros países como Japón o Corea del Sur esta opción llega a más del 80 por ciento de los casos.
En Ecuador el uso de la cremación ha variado significativamente con la pandemia, ya que uno de los primeros protocolos adoptados por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional, fue el de la incineración para quienes fallecían de COVID-19.
Luego, ante el alarmante número de fallecidos, especialmente en Guayaquil, y la escasez de hornos crematorios para cubrir la sobre demanda, dichos protocolos fueron modificados, sin embargo, este servicio despertó el interés, no solo entre quienes conforman el sector exequial, sino también en los ciudadanos que empezaron a notar varios de sus beneficios.
Con ello coincide Ximena Naranjo, gerente funeraria de Corporación Memorial International, quien afirma que la pandemia marcó un nuevo comportamiento en la ciudadanía, tanto en Quito, como en otras ciudades del país. “Previo a este suceso, la tendencia para el destino final era un 60 por ciento en inhumación de cuerpo entero y un 40 por ciento para la cremación.
Pero en la actualidad, la población prefiere en un 65 por ciento la cremación y el 35 restante para la inhumación de cuerpo entero”, explica. Este aspecto también produjo nuevas inversiones, en Corporación Memorial International, la inauguración de un crematorio al sur de Quito permitió cubrir la demanda de la cabecera sur de la ciudad y a otras ciudades como Latacunga, Salcedo, Machachi y sus poblaciones aledañas.
Además, cuenta con otro crematorio en su Cementerio Vertical Necrópoli, ubicado en las calles Eloy Alfaro y Río Coca, en el cual existen 11.035 columbarios con capacidad para 23.000 cofres de cenizas.
Tras la pandemia, Ana Cristina Terán, gerente de Marketing de Jardines del Ecuador, considera que la demanda del servicio de cremación en el país aún se encuentra en pleno desarrollo, aunque si considera que la crisis sanitaria contribuyó para que las personas conozcan que a través de este servicio existen soluciones exequiales muy económicas, prácticas, sostenibles, y altamente dignas, para honrar de manera permanente a sus seres amados.
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Jardines del Ecuador ofrece esta opción en las tres ciudades donde tiene sus operaciones, Portoviejo, Durán y Quevedo. Durante el 2021, Manabí fue la plaza con mayor número de cremaciones, con 121 casos durante marzo, abril y mayo.
Para lograr una mayor eficiencia, Terán explica que los equipos de los tres camposantos cuentan con tecnología norteamericana y son ambientalmente responsables, lo cual les permite ofrecer este servicio con niveles mínimos de combustión, humos y olores, en un entorno seguro.
Otras alternativas complementarias para conmemorar al ser querido es el acompañamiento personalizado durante todo el proceso de cremación. En Jardines del Ecuador se ofrecen carrozas de movilización y una capilla-funeraria junto al crematorio, para que los deudos puedan esperar durante el proceso y recibir la urna con las cenizas y ofrecer una misa conmemorativa.
Además, se concede una joya memorial con las cenizas del fallecido, aunque también cuenta con la posibilidad de conmemorar este servicio, a través de sus jardines cenizarios, próximamente esta acción sostenible también se ofrecerá en Quevedo.
Un tema cultural
Si bien, el servicio de cremación se ha ofrecido desde hace varias décadas en el país, esta alternativa no generaba interés por creencias arraigadas en los ecuatorianos. Así lo explica Luis Acurio, tanatólogo de Funeraria El Cisne, quien asegura que aunque la pandemia aumentó la demanda, luego de la emergencia sanitaria la funeraria volvió a percibir una reducción.
“En Azuay y Cañar, por ejemplo, el 95 por ciento de nuestros clientes retomaron su elección de inhumar en cuerpo completo de sus seres queridos, debido a sus creencias religiosas o costumbres”, explica Acurio. Sin embargo, el especialista afirma que un pequeño porcentaje de jóvenes prefieren la cremación, complementándola con otros servicios fúnebres.
Esta opción ofrece beneficios económicos, aunque sus costos finales varían de acuerdo a las preferencias del cliente. En la Funeraria El Cisne, un servicio económico de inhumación puede llegar a costar 520 dólares, mientras que la cremación, con la entrega de cenizas en un cofre, oscila entre los 580 dólares.
En este caso, la diferencia radicará en los servicios exequiales adicionales para ambos servicios o incluso en la compra o alquiler de una bóveda, cuando se trata de una inhumación.