Hasta junio pasado se registraron 270 mil desafiliaciones al IEES, un indicador que demuestra claramente la dramática situación del empleo en el país. Muchos se sumaron a las más de 300 mil personas que ya estaban en desempleo, y a los más de cuatro millones que no tienen un empleo adecuado.
¿Estamos preparados para enfrentar una situación económica compleja desde los hogares? Difícil porque “no hay cultura financiera”, reconoce Gonzalo Vaca, catedrático de la Escuela Politécnica del Litoral. Lo común, dice, es que la gente alargue esta situación endeudándose más. “Creen que excediéndose de su presupuesto, a medida que pase el tiempo, van a encontrar alguna solución para solventar esas deudas”.
Carlos y su familia redujeron los gastos innecesarios porque ya no cuentan con los mismos ingresos que antes de la pandemia. Ellos son parte de los seis millones de ecuatorianos que pertenecen a la clase media.
Para ella, hay que poner los pies sobre la tierra. Desde hace tres meses, Mónica Bedoya y su esposo lo hicieron. Hoy registran cada centavo que ingresa a su hogar para saber cuánto pueden gastar. Antes vivían cómodamente: escuela privada para su hijo de ocho años, comidas en restaurantes y viajes. Todo hasta que fueron despedidos: ella de una agencia de viajes y él de una firma petrolera.
Con la liquidación que recibió su esposo inmediatamente pagaron las deudas de tarjetas de crédito y lograron, junto a un familiar que se dedica al comercio, montar una tienda de barrio y hacer entregas a domicilio, además de preparar postres. Aunque recaudan menos de la mitad de lo que antes ganaban, esto les permite sortear el momento.
“Nunca imaginé contar cada centavo para llegar a fin de mes”, dice Mónica. Sin embargo, aplicó principios básicos de educación financiera: revisar y suspender gastos innecesarios, tener un registro de ingresos y gastos, adelantar los pagos de tarjetas para evitar intereses indiscriminados y emprender un negocio con el dinero disponible. Esto lo confirma Jairo Rivera, coordinador del Curso de Gestión de Finanzas Personales y Emprendimiento de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Acciones básicas
Sobrevivir a la crisis es posible pero, ¿se puede ahorrar o emprender fácilmente? Según la encuesta de consumo en los hogares del INEC, en Ecuador el 41 por ciento de familias tienen más gastos que ingresos, concentrado en los quintiles más bajos para quienes ahorrar es complicado.
Las clases altas pueden prescindir de viajes, ropa o artículos suntuarios. Si bien para quienes ganan el sueldo básico es más difícil, hay alternativas, dice Rivera. “Varios miembros de una familia o de un barrio pueden unirse para comprar los productos alimenticios y de limpieza al por mayor. Esto generaría un ahorro. Este tipo de economías asociativas no solo ayudan a optimizar el gasto, sino que evita que se compren cosas innecesarias cuando vamos a la tienda o al supermercado”.
Quienes van a los supermercados apuntan a las promociones, sobre todo de productos no perecibles pese a que sean más unidades. “Divido el valor total para ver si el unitario me conviene; son ahorros de centavos que hoy influyen”, rescata Graciela, de 42 años. Ella también reconoce que las marcas propias de los supermercados son una opción interesante. “Generalmente son los más económicos”, puntualiza.
Un comportamiento atípico, ya que el ecuatoriano promedio parece ser un comprador compulsivo. Eso se evidenció al principio de la pandemia: un estudio de la facultad de Ciencias Administrativas de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) encontró que el 53 por ciento de más de 600 familias encuestadas incrementó sustancialmente sus gastos en alimentos, alcohol y productos de limpieza, e incluso golosinas y licor, en el primer mes. “Por una parte fue normal que la gente quiera abastecerse, pero también es falta de cultura financiera y poca conciencia de los gastos”, dice Odette Pantoja, profesora que lideró el estudio.
Muchos de esos gastos fueron cargados a las tarjetas de crédito sin pensar que luego, por falta de empleo, podría ser difícil pagar. Por eso es lógico que de los 10 mil millones de dólares que la banca privada difirió a personas y empresas que no podían pagar sus cuotas mensuales, el 45 por ciento fueron en créditos personales y tarjetas.
Vaca señala, además, que en los hogares se ha perdido la costumbre de colocar una alcancía para ahorrar. “Quizá uno cree que eso no es significativo, pero por supuesto que es importante desarrollar nuevamente ese sentido del ahorro, de poner un dólar o centavos...”.
Todos los especialistas concuerdan en que es peligroso no contabilizar o valorar los gastos hormigas, llamados así a los pequeños montos, en algunos casos de centavos. “En su frecuencia se convier ten en un gasto importante. Muchos dicen “se me fue el sueldo y no sé en qué”, pero la realidad es que además de los pagos fijos, omitimos esos pequeños valores que los tenemos todos los días”.
Algunos de esos gastos hormiga son tradicionales: un café, dulce o la propina... Otros gastos más recientes: el pago por el servicio a domicilio para mantener la cuarentena. “Esos gastos que no se sienten individualmente pero sí cuando se acumulan”, puntualiza Francisco Briones, especialista económico.
Ese gasto hormiga, dice, puede significar un ahorro para solventar el pago del plan de telefonía celular, para el combustible o el transporte público.
Si algo se debe rescatar de esta situación compleja, dice, es la mentalidad de ordenar las finanzas de ahora en adelante, “no solo hacerlo en momentos de crisis”. De hecho, explica que cuando da un curso sobre esto y pregunta cuánto gastan al mes, "nadie me dice con seguridad un valor exacto; todos lanzan un número similar a lo que ganan”.
Nadie está conforme con sus ingresos, pero es necesario enfrentarse con la vida real, agrega. “Date el estrellazo, ajusta tus gastos, incluye un ahorro, y proyéctate así”.
¿Hemos aprendido algo de esta nueva realidad? Una encuesta de la empresa Ipsos muestra que el 89 por ciento de consultados creen que después de superar la crisis, el ahorro es lo más importante en su vida y la de su familia. Estrellarse es lo difícil pero quizá si algo rescatamos de es-ta pandemia es que seamos más responsables con los ingresos y gastos.