La educación es un derecho humano fundamental que ha permitido transformar la vida de niños y adolescentes desde sus distintas etapas, como preescolar, primaria y secundaria. Sin embargo, para muchos de ellos acudir a un centro educativo no siempre es sinónimo de aprender, o por lo menos no al mismo ritmo que el resto de sus compañeros de clase.
Generalmente, cuando un niño cursa un segundo o tercer grado de educación general básica es la etapa en la que se afinan algunos procesos de aprendizaje fundamentales, como por ejemplo la lecto-escritura, y es justamente en este periodo donde también empiezan a mostrarse ciertas alertas e inconvenientes, también conocidas como dificultades o problemas de aprendizaje.
De acuerdo a varios autores educativos las principales dificultades de aprendizaje están relacionadas a la lectura compresiva, las matemáticas y la escritura, presentando usualmente otros contratiempos, no solo en la parte académica sino también en su socialización o conducta. Sin embargo, también existen trastornos específicos de aprendizaje que se centran en uno solo de ellos, tales como dislexia, disgrafía, discalculia, discapacidad de la memoria y el proceso auditivo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDHA), trastorno del espectro autista y discapacidad intelectual.
Al momento de reconocer algunos signos, David Vallet, psicólogo clínico y docente en educación superior en Universidad Casa Grande, afirma que debe existir una responsabilidad compartida que inicia con el docente, quien bajo su formación puede saber que algo está pasando y es quien debe identificar, mas no diagnosticar lo que ocurre.
“Institucionalmente esta información recopilada por el docente debe ser derivada al departamento de consejería estudiantil (DECE) o de psicopedagogía para realizar una evaluación inicial y tener una mirada multidimensional que abarque el área pedagógica, psicológica y socio familiar”, explica Vallet.
Pero luego ¿qué sucede con este análisis? En este punto María Ortega, coordinadora académica en Liceo Los Andes y coordinadora de psicopedagogía y académica de primaria, menciona que a una institución no debería interesarle tanto la razón por la cuál un niño no aprende, sino mas bien, qué debe hacer la escuela para superar estas dificultades. “Identificar un problema a veces tranquiliza, pero un colegio no necesitar estar tranquilo, ya que este debe estar activamente buscando la forma para hacer que ese niño aprenda”, enfatiza Ortega.
Para ello, considera que una profesora debe desarrollar un sentido profundo de la observación que le permita conocer cómo se desenvuelve cada alumno. “¿Cuán grave puede ser que un niño se demore un mes más que sus otros compañeros en aprender un tema?” sostiene la experta y agrega que más importante es que una institución preserve la curiosidad, las ganas de aprender y conozca cómo un niño se siente sobre si mismo en cuanto a sus posibilidades de aprender.
Trabajo en conjunto
Si bien la pandemia expuso varias falencias y también desafíos en distintos sectores, desde el área educativa, hubo un sinnúmero de contrariedades que hasta el momento se encuentran en un proceso de ´análisis-trabajo y solución´. Varios psicopedagogos coinciden en que los niños, de entre cuatro o cinco años, por ejemplo, permanecieron aislados durante dos años sin tener la misma estimulación que otros niños tuvieron, lo cual significa una demanda puntual de tiempos de atención.
En muchas ocasiones advierten que al ingresar a un aula de clases podría ser muy fácil catalogar a un alumno con déficit de atención, cuando en su caso no ha tenido los estímulos necesarios y tampoco ha desarrollado la habilidad suficiente de escuchar.
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Andrea Barrazueta, psicóloga en rehabilitación educativa, especializada en necesidades educativas especiales y psicopedagoga en el Colegio Alemán Humboldt de Guayaquil, menciona que durante la época de confinamiento hubo alumnos que tuvieron un gran apoyo y otros no. Sin embargo, al regresar a las clases presenciales las psicopedagogas volvieron a trabajar en grupos pequeños e incluso se quedaban después de clases con ellos para reforzar las habilidades que necesitan, por ejemplo, el déficit de atención, memoria, razonamiento o comprensión de lectura.
“Aparte de eso respetamos las adaptaciones curriculares que el estudiante vaya a necesitar según sea el caso y también contamos con el departamento de maestras de apoyo, quienes trabajan con los niños y las otras profesoras, en estas adaptaciones específicas de materias”, explica la psicóloga quien prefiere no hablar de problemas de aprendizaje, sino llamarlas necesidades educativas especiales, las mismas que pueden ser permanentes o transitorias.
En este punto, Andrea Barrazueta indica que indica que las necesidades transitorias (lectoescritura, cálculo, y otras) son aquellas que con varios apoyos pueden ser superadas. No obstante, las permanentes (conocidas como los trastornos) van a continuar con los alumnos, pero también deben ser apoyadas como una respuesta a la inclusión educativa.
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La Ley Orgánica de Educación Intercultural del Ecuador determina que todos los establecimientos de educación escolarizada ordinaria deberán adoptar las medidas necesarias para permitir la admisión de aquellos estudiantes con necesidades educativas especiales asociadas o no a una discapacidad, garantizando su educación. “Los planteles regulares incorporarán trato diferenciado y los de atención especial una educación especializada. Los establecimientos educativos cumplirán normas de accesibilidad para personas con discapacidad e implementarán un sistema de becas que responda a las condiciones económicas de este grupo” indica la Ley.
Como institución educativa binacional, el Colegio Alemán Humboldt trata de dar una respuesta a la diversidad y maneja un programa de atención que incluyen a las altas capacidades y también a las dificultades de aprendizaje, de esta manera todos reciben su propio material de aprendizaje.
Al considerar una prevención frente a estas dificultades, Andrea Barrazueta, afirma que sí es posible y mientras más pequeños sean los alumnos y sean identificadas a tiempo será más fácil que ellos adquieran herramientas para que estas dificultades a futuro no sean tan significativas. De lo contrario, una necesidad podría derivarse a un trastorno si esta no es trabajada, de ahí la importancia de que exista un involucramiento integral entre padres, alumno y escuela.
*Lea más temas de educación en el Suplemento Calidad Educativa. Ya en circulación junto a Revista Vistazo.