Las mayores necesidades energéticas de las redes 5G y la creciente presión para reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 como respuesta al cambio climático han hecho que los operadores de telecomunicaciones deban buscar maneras innovadoras de gestionar las necesidades energéticas de sus redes.
El despliegue de la red 5G en aeropuertos de Estados Unidos ha generado preocupación en agencias de aviación, que temen un caos operacional por interferencia de las frecuencias de navegación con las de internet.
Un organismo de seguridad nuclear de Países Bajos ha señalado que estos productos son perjudiciales para los humanos. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud ha declarado que la radiación de la tecnología 5G no es nociva.