Lo que empezó como un hobby casero en 2010 terminó como un negocio para José Moreira, el fundador de la cervecería artesanal Umiña, ubicada en Manta. Con su marca, pasó de producir 300 litros de la bebida a 10.000 litros al mes. ¿La razón? La mayor aceptación de las cervezas artesanales locales, del que han sido testigos las 120 marcas que se estiman, se han levantado en el país, según la Asociación de Cervecerías del Ecuador (Asocerv).
El presidente del gremio Asocerv, José Pinos, explica que de este número de empresas, están asociadas al menos unas 45 cervecerías de Quito, Cuenca, Guayaquil, Loja, Galápagos, Puyo, Portoviejo y Cotacachi, con registros de capacidad de producción que van desde los 200 hasta los 30.000 litros al mes.
Desde 2015, señala Pinos, el sector ha evolucionado de manera rápida, con la creación de nuevas marcas y bares. “Actualmente contamos con un consumidor más exigente y educado en materia de cervezas y sus estilos, lo que ha impulsado a cada cervecería a estar explorando nuevas cervezas para satisfacer a sus clientes”. La Asocerv detalla que este sector emplea a unas 1.200 personas.
“De igual manera, el mercado más masivo también ha empezado a consumir cerveza artesanal por lo que ya contamos con una gran variedad de estas bebidas en cadenas de supermercados”, agrega el dirigente.
José Moreira está al frente de la cervecería Umiña, de Manta. Su propósito es crear una identidad con el producto local.
De los datos que manejan, la única cervecería que exporta sus productos es La Paz. Esta empresa con sede en Cuenca, realiza exportaciones a EE.UU. y Perú, de un 20% del total de su producción. Al inicio la cervecería producía alrededor de 10.000 litros al mes y actualmente ha triplicado ese número, entre las tres marcas que posee: Latitud Cero, 593 y Hacienda La Paz.
En 2015 la cervecería adquirió equipos alemanes de alta tecnología, que según explica su gerente general, David Moscoso, les brinda estandarización. “Esta es nuestra principal ventaja, porque producimos nuestra propia levadura, controlando la reacción de los productos”.
Desde su creación, la compañía ha crecido 105%, con ventas que en 2018 cerraron en US$ 980.000. Aunque ha sido un crecimiento positivo, Moscoso señala que su principal barrera es la cervecería industrial. “Entre todos los cerveceros artesanales estamos remando para el mismo lado y no nos consideramos una competencia. Si la gente empieza a tomar cada vez más cerveza artesanal, los cerveceros artesanales en Ecuador saldríamos ganando”, asegura.
La principal intención, de acuerdo a los cerveceros consultados, es que a través de las bebidas artesanales los consumidores creen una identidad ligada al lugar de consumo. Por ejemplo, la marca Altura, hasta ahora es la primera de tipo artesanal en Zaruma. La gerenta del negocio, Jéssica Zúñiga explica que el proyecto arrancó en diciembre de 2017 con un capital de US$ 6.000. Actualmente producen 400 litros de cerveza al mes, que se distribuye principalmente en el cantón orense de origen y en otros puntos del país, previo pedido.
“En Zaruma a la gente le gusta beber cerveza y queremos que se sientan identificadas con un producto local, que hasta ahora ha sido muy aceptado en los restaurantes y bares”, comenta Zúñiga.
El mismo pensamiento es compartido por el machaleño Ruddy Buchelli, creador de la cerveza Bateleur. Con tres estilos de cervezas y una capacidad de 1.000 litros de producción, se mueve en el mercado local, con miras a posicionarse en su ciudad y luego ampliar el negocio a un pub.
Otras marcas como Perla del Pacífico, Bajamar, Cantana, Kings, El Puerto, Hops 22, Hopfen y Mac Jack también impulsan su crecimiento y una de las formas de lograrlo es través de la participación en festivales cerveceros, como “The Beerman Fest”.
En lo s festivales como The Beerman F est y la Semana Cervecera, los artesanos difunden sus marcas. La aceptación del consumidor va en aumento.
El mentalizador del evento es Juan Zurita, conocido como “The beerman”, el embajador de las cervezas artesanales. Su primer evento lo realizó en 2017 con la presencia de 700 personas, aunque admite que esperaba máximo a 500. Ese interés del público lo impulsó a promover más eventos similares, que hasta la fecha ya han sumado cuatro en Guayaquil, además de una edición especial para Salinas y Manta.
La próxima feria de cervezas, en la que los protagonistas son los empresarios artesanales, que se presentan con sus productos para degustación, se realizará el próximo mes de octubre en Samborondón. Para ese evento, señala Zurita, se prevé la concurrencia de 4.000 personas durante el fin de semana del denominado ‘October Fest’.
“Cuando los cerveceros se dan a notar es en estos eventos, tenetenemos que hacer conciencia de que es hecho en Ecuador y que debe tener el espacio que se merecen. Lo importante es que la gente vea que el que hace la cerveza artesanal no solo la hace para vender, sino que quiere que realmente disfrute el esfuerzo que hay detrás de las creaciones”, dice Zurita.
La Asocerv también organiza campañas como la Copa Mitad del Mundo que se realizó del 22 al 28 de julio pasado, con la participación de cervezas de toda Iberomérica. En este año participaron cinco jueces extranjeros y 15 ecuatorianos dentro de la denominada Semana Cervecera del Ecuador, realizada en Quito. “Esa es una forma de demostrar cómo nos unimos los cerveceros artesanales y para que el público pruebe los diferentes estilos que proponemos”, dice José Pinos, presidente de la Asociación.
Una de las primeras personas que apostó por el negocio de cervezas artesanales fue Carlos Ledergerber, quien en 2016 abrió el bar República de la Cerveza, en Samborondón. Según comenta, la aceptación por este producto se da por una sencilla razón: “no hay cerveza mala ni buena, es cuestión de gustos”, en referencia a los estilos y grados de alcohol que hay.
Su negocio fue inaugurado con un concepto de 100% apertura para las marcas artesanales, aunque con el pasar del tiempo la variedad de las cervezas fabricadas localmente pasaron a representar el 30% de su oferta comercial.
Ledergerber explica que una de las razones ha sido la adaptación al mercado de parte de los cerveceros y la capacidad de satisfacer la demanda, sin poner en riesgo la calidad del producto.
“Al principio tenía muchas marcas pero estábamos en un proceso de saber qué es lo que la gente quería. Muy pocas se arriesgaban en hacer más estilos y a otras no les fue bien porque salieron del radio de cobertura y perdieron la cadena de frío”, señala. Sin embargo, recalca que el mercado tiene mucho potencial por la mayor aceptación y educación del consumidor, en cuanto a la cultura artesanal.
El gerente de la cervecería artesanal Golden Prague, Martin Smetacek, expresa que cuando analizaron el mercado en 2015 se dieron cuenta que las únicas cervezas fuertes en el país eran las marcas Pilsener y Club de Cervecería Nacional, pero a la par nacía en el mercado ecuatoriano la cultura por lo artesanal. Por eso, anticipados a la tendencia, junto a siete socios de República Checa, decidieron invertir en un proyecto en Cuenca.
Martin Smetacek es el gerente de la marca Golden Prague. Este año ampliaron su planta para producir hasta 300.000 litros anuales.
La marca opera desde junio de 2017 y en ese mismo año abrieron un pub y la planta, con una inversión de alrededor de US$ 1 millón, que hasta el día de hoy han sumado US$ 500.000 más. Con la ampliación de la capacidad de producción pasarán de producir 150.000 a 300.000 litros anuales. Dentro de sus planes originales constaba la idea de tener solamente un restaurante pero el consumo de cerveza en Ecuador es mucho menor que lo que habían esperado.
“Para nosotros en Europa, la cerveza es parte de la vida, la gente toma todo el día sin emborracharse, lo que en Ecuador no existe porque hay un mal pretexto acerca de la cerveza”, agrega el gerente de Golden Prague. Por eso adaptaron en el negocio un cuarto de niños, tratando de introducir a la cerveza “como una bebida familiar y de amigos sin necesidad de consumirla en exceso”.
Con el transcurso de las semanas se dieron cuenta de que la gente necesita consumir buena comida con cerveza y de cinco platos en el menú pasaron a tener 33, entre los que incluyeron comida típica de República Checa. Al inicio recibían 3.000 personas al mes pero gracias a su estrategia, con la incorporación de más comida, hoy acuden al menos 6.000 comensales y prevén la apertura de otros locales en Guayaquil y Quito.
Sorteando barreras
Si bien las cervezas artesanales han ido en crecimiento y se ha logrado grandes progresos, Pinos resalta que faltan muchos. “Conseguimos en los últimos cuatro años dos reducciones del Impuesto a los Consumos Especiales (ICE), además logramos que se establezca una definición de lo que es cerveza artesanal en Ecuador. Sin embargo, existe mucho trabajo por hacer en temas de normativa para fortalecer el sector”.
Pinos menciona que los bares cerveceros cuentan con dificultades para sacar sus permisos de operación, y entidades como la Corporación Financiera Nacional (CFN) no pueden otorgarles créditos porque sus insumos no son de origen ecuatoriano.
Además hay limitaciones para la difusión en eventos públicos grandes como en estadios y conciertos. “Solo se pueden expender “bebidas de moderación”, definidas como bebidas alcohólicas de hasta 5% de grado alcohólico.
Las cervezas artesanales pueden tener entre 2% y15%; esto limita mucho”, dice Pinos. Agrega que el Servicio de Rentas Internas (SRI) impuso un sistema llamado SIMAR para el rastreo y trazabilidad fiscal de sus productos lo que ha causado pérdidas económicas, por no contar con las debidas autorizaciones a tiempo.
El cervecero Smetacek (Golden Prague) explica que se trata de un sello que se coloca en cada producto cervecero (no importa si es barril o botella). “La entrega de este código tarda al menos 45 días y si quiero incrementar la capacidad de producción porque llegó un pedido grande no puedo porque tengo que esperar hasta que entreguen los sellos”.
Pese a las barreras evidentes, para el gerente de Umiña, José Moreira, la estrategia clave ha sido crecer en su mercado local, en Manta, y crear distribuidores independientes directos para que atiendan a los clientes. Actualmente llegan a Portoviejo y al sur de Manabí desde Puerto López hasta Ayampe, e incluso a Guayaquil. Para la empresa, 2016 marcó un antes y un después debido a que el terremoto ocurrido en abril de ese año hizo que perdieran el acceso a máquinas que estaban en la zona cero. En ese momento, las pérdidas fueron de alrededor de US$ 50.000 pero se presentó la oportunidad de usar la planta de la marca cervecera Bonanza.
A inicios de 2017 lograron conseguir inversión extranjera directa por US$ 300.000, que les permitió adquirir equipos para montar una planta propia y aumentar la producción. De los barriles que quedaron en la zona cero se rescató un lote en buenas condiciones de 8,5 grados de alcohol que fue comercializado y permitió la capitalización de la empresa. Hasta hoy mantiene el nombre de “Renacer 7.8” y es considerada una cerveza tributo a la prosperidad luego de la tragedia.
Por ahora, comenta Moreira, están interesados en estructurar la cadena de distribución y luego levantar un beer garden.
El gran objetivo es potencializar las variedades de cervezas y unirse a la lucha por llegar a representar más que el 1% del mercado cervecero local, que tienen las marcas artesanales actualmente.