Natalia Subía, una maestra parvularia de 33 años, desapareció el 15 de septiembre de 2018. Lo último que supo su familia sobre ella fue que se dirigía hacia el barrio San Juan, en el centro de Quito. Desde entonces sus seres queridos hicieron todo lo posible por encontrarla, hasta que fue muy tarde.
El cuerpo de Natalia ha sido hallado por partes y los trámites se han realizado con lentitud, lo que ha provocado malestar en la familia. El pasado 15 de julio, la familia Subía y activistas del Comité de Lucha contra la Violencia, Desapariciones y Feminicidios (Covidefem) se reunieron en un plantón en el Centro Histórico para exigir que las autoridades de la Policía y la Fiscalía trabajen con eficiencia y se agilicen los trámites del caso.
“Tenemos el nombre de un sospechoso y entregamos esos datos en la Fiscalía, pero esperamos que esa información se investigue pronto”, dijo la hermana de Natalia, Isis, según El Comercio.
EL CASO
Subía salió una mañana de su casa para comprar medicamentos. Consigo llevaba las llaves de su hogar y algo de dinero, pero decidió dejar su celular. Aquella fue la última vez que alguien supo dónde se encontraba la docente, ya que no regresó a su vivienda. Cuando la familia la reportó como perdida, las autoridades realizaron acciones de búsqueda y se la incluyó en la base de datos del servicio de emergencias Ecu-911.
No fue hasta marzo de 2019 que llegó otra noticia del caso. En ese entonces se encontró parte de los huesos de un cráneo sobre una quebrada ubicada detrás de la Facultad de Educación Física de la Universidad Central del Ecuador, en el barrio Armero, al noroccidente de Quito. Las autoridades creían que el descubrimiento podría estar vinculado a Natalia, solo ocho meses después, en noviembre de 2019, la familia recibió la desgarradora confirmación.
Isis Subía le dijo a El Comercio que la noticia devastó a la familia, pues esperaban que la joven docente se encontrara con vida y pudiera regresar a casa con su hija Ariana, de 14 años. Cuando la fiscal del caso les dio la noticia de que los restos coincidían con el ADN de Natalia, la familia se abrazó y rompió en llanto. Además de la muerte de un ser querido, se sumaba a su pena el hecho de que el resto del cuerpo de Natalia siga desaparecido.
La familia volvió a recibir otra noticia el 11 de julio de este año. Un agente le informó a Isis que se encontraron huesos de una pierna y fémur que presuntamente podrían pertenecer a su hermana, en la misma quebrada donde se había hallado la osamenta del cráneo. El hecho se produjo durante una limpieza rutinaria del Municipio.
En las fotografías de la zona, Isis pudo distinguir la licra negra que Natalia llevaba el día de su desaparición y un zapato Converse negro, mismo que también le pertenecería a la docente. Las dos prendas se hallaron junto a los restos de osamenta.
“Es lamentable decir que estas dos instituciones (Policía Nacional y Fiscalía) no trabajan de forma coordinada”, dijo Isis.
Si bien la joven está segura de que los huesos pertenecen a su hermana, todavía debe esperar a realizar los exámenes de ADN, cuyo trámite ha sido muy lento. De hecho, la familia se ha quejado porque desde la desaparición de Natalia, hace tres años, el caso ha pasado por las manos de cinco fiscales y otros cinco investigadores de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestro de la Policía Nacional (Dinased).
Por esta razón y en el marco de los plantones realizados estos días, se han anunciado más manifestaciones para exigir celeridad a las autoridades.