El Joker llega a Ecuador
“Personificar el Joker fue un pretexto para evidenciar el malestar de nuestra sociedad. Desgraciadamente todos tenemos algo del Joker”, Horacio Rafart.
Horacio es flaco, histriónico, habla con las manos y los ojos. Conversar con él es encontrarse con un actor que vive sus obras como si fuera un deportista. Llega sudado al escenario porque necesita calentar el cuerpo y sentir el personaje. Después de más de treinta representaciones en Perú, su Joker llegó a Ecuador y no verlo sería perderse una obra de arte necesaria y perturbante. A lo largo de una hora y media va dando vida a un pobre tipo abandonado por la sociedad, un ser que existe cuando la sociedad vive el caos. Él es el Joker y nosotros también...
No lo quiso así, no lo buscó, pero su parecido con el Joker es impresionante. Sin maquillaje, sus ojos te exigen atención. Estamos frente a un actor que creó el grupo teatral ‘La Cuarta Pared’ en la ciudad de La Plata (Buenos Aires, Argentina) en el año 1992 y durante treinta años nunca dejó de caminar en el sendero de la investigación abordando temáticas con una fuerte connotación social, buscando dialogar con el espectador desde distintos lenguajes escénicos.
En la obra Horacio está solo en el escenario. Las 25 personas que forman parte de “la cuarta pared” se concentraron en Horacio para que personifique el Joker. El monólogo y la dirección están a cargo de Guillermo Ale, el éxito de la obra le debe mucho porque este joker nos habla a nosotros los latinos, nos cuestiona y nos mueve el piso.
La obra relata la vida Arthur Fleck, un aspirante a comediante, incapaz de soportar aquella ciudad hostil que no lo soporta ni lo quiere. Somos espectadores de las luchas de este antihéroe que combate todas las injusticias que ha sufrido, observamos su deterioro mental, sus chistes y recuerdos. El escenario es minimalista la iluminación llena de colores su locura.
“Me conmovió el Joker y creo que es la condición que me exijo para interpretar un personaje”, acota Horacio Rafart que aborda el tema de la salud mental en una versión teatral bastante latina de la película del Joker.
“No analizo tanto la película sino la sicología del personaje y como se universaliza la problemática del joker para que pueda aparecer en cualquier sitio. La obra pasa del humor a la tragedia extrema. Cuando salió la película la gente cuestionaba si era un héroe o un villano. Lo que nosotros planteamos es que el sistema en el que vivimos, empuja a la desesperación y hace que la gente haga cosas que teóricamente no están bien”, analiza Rafart.
Consultado sobre a qué le atribuye el éxito de la obra teatral del Joker, Rafart concluye: “El teatro es para mí una necesidad para decir verdades que muchos países no se animan a expresar, nosotros nos caracterizamos por ir al hueso”.
PRESENTACIONES: el 22, 23 y 24 de abril en el auditorio del c. c. Alhambra (vía a Samborondón) a las 19:30; el 28 y 29 será en la Cámara de Comercio de Quito.
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