Esta semana se viralizó un video en redes sociales en el que un profesor de la Universidad Central del Ecuador grita y humilla a una de sus alumnas, en medio de la clase virtual, lo que provocó su renuncia.
Sin embargo, lo ocurrido no es un hecho aislado, todo lo contrario. Según Ana Lucía Martínez, médica general y docente de la Universidad de Las Américas (UDLA), este tipo de agresividad se ha justificado sobre todo en las carreras de medicina. Esto debido a que existe la idea de que si un médico no resiste al maltrato, no está preparado para ejercer la profesión.
Martínez realizó un estudio, de 2014 a 2017, sobre la violencia en la educación médica universitaria para el que fueron encuestados y entrevistados más de 700 alumnos de instituciones públicas y privadas.
Uno de los hallazgos más importantes fue que el 97% de estudiantes de medicina que completaron la encuesta fueron victimas de algún tipo de violencia como: humillaciones, gritos, comparaciones entre compañeros, discriminación y violencia de género.
“En nuestro país la violencia está naturalizada, incluso para muchos estudiantes es algo que ya se conoce, que es tradición de cada facultad tener formación agresiva”, explica Martínez.
De hecho, en las publicaciones relacionadas al caso de la Universidad Central se encuentra “por cada comentario de respaldo a los estudiantes, dos o tres apoyando al docente” y se cuestiona la legitimidad de los estudiantes “tratando de encontrar justificación a la violencia, porque cuando justificas no necesitas erradicarla”, señaló la investigadora.
Encuesta sobre maltratos a estudiantes de medicina en Ecuador. Gráfico realizado por la investigadora Ana Lucía Martínez.
Violencia de género
Camila Ron, estudiante de medicina en una universidad pública, comenta que al igual que sus compañeros, ha sufrido agresiones por parte de un docente.
Recuerda que en segundo semestre, un doctor la humilló en frente de toda la clase, porque Camila estaba estudiando para una prueba de otra asignatura “me hizo llorar y obviamente perjudicó mis notas”.
“Yo sé que estuvo mal lo que hice, pero no hay justificación para tolerar este tipo de actitudes”, afirmó la joven que cursa el sexto semestre, además, señala que no denunció el hecho porque “nunca hay respuesta de las autoridades”.
Camila agrega que al igual que muchas compañeras, ha sufrido acoso sexual, “hay doctores conocidos por este tipo de cosas”.
De acuerdo a la investigación de Martínez, cuatro de cada diez mujeres enfrentaron insinuaciones o acoso y el 68 % comentó haber recibido algún comentario ofensivo relacionado a su género.
En los hombres, la violencia de género está relacionada también, se los vincula a trabajos fuertes como cargar pacientes, exponerse a situaciones de riesgo, etc.
Las agresiones son más persistentes a partir de sexto semestre y provienen de docentes, médicos tratantes y residentes.
Estigmas sobre cómo debe ser un médico
La médica Ana Lucía Martínez, dice que alrededor de la educación existen una serie de mitos, de cómo tiene que comportarse un médico, los van despersonalizando y por eso se justifican los maltratos.
“A los médicos se nos inculca, que no debemos apegarnos emocionalmente a los pacientes, que no debemos mostrar nuestras emociones, que debemos ser parcos y duros y para muchas personas eso solo se consigue con un trato violento”, indicó la docente.
David Ramírez, estudiante de medicina en una institución privada, contó que los malos tratos de ciertos docentes han provocado miedo hacia ellos, ”a veces prefiero no preguntar nada porque te responden con agresiones”.
Asegura que estas situaciones “están tan normalizadas, que tú ya lo ves como normal, existe la idea de que si el profesor te habla es porque está haciendo lo correcto, para que te endereces”.
El papel de las universidades
Según la investigación de Martínez, la violencia contra los estudiantes de medicina está presente en universidades públicas y privadas, lo que las diferencia son los trámites burocráticos para denunciar, pero pocas establecen un precedente.
Además, el estudio se hizo directamente con los estudiantes debido a que ninguna universidad aceptó participar en la investigación.
Recomendaciones:
Martínez recomienda un sistema educativo que sea mucho más participativo, con enfoque en derechos humanos y género.
“No se necesita hacer cambios en las materias, sino en las estructuras de formación, que hacen que los estudiantes no tengan, ni voz ni voto”, finalizó