“Cada día de retraso es un día más de impunidad”, afirma la organización feminista Surkuna luego de que se difiriera por tercera ocasión la audiencia de juzgamiento contra Alcides P., un entrenador de gimnasia que habría violado a una adolescente de 12 años. No es la única, se han identificado alrededor de 16 sobrevivientes de distintas agresiones sexuales, pero podrían ser más. Dos sobrevivientes contaron sus historias a Vistazo y describieron las repercusiones de su lucha.
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El caso es conocido como ‘Gimnasio Ecuador’, porque así se llama el local del acusado, ubicado al norte de Quito, en donde se habrían perpetrado los hechos. La historia salió a la luz en el 2019 tras un reportaje del medio digital GK, en el que cinco mujeres narraron que cuando eran niñas, de entre 7 y 15 años, sufrieron tocamientos de sus partes íntimas.
Sin embargo, solo una de ellas consiguió procesar a Alcides P., ya que los otros casos prescribieron y algunas sobrevivientes no quisieron continuar con el proceso. Se trata de Karen, quien fue víctima de su profesor cuando tenía 12 años. Ella interpuso una denuncia en el 2019 por el delito de violación, pero el caso ha sufrido múltiples retrasos.
Mayra Tirira, abogada de Surkuna, comentó que el entrenador “ha presentado varias veces escritos solicitando diferimientos de audiencias debido a su situación de salud, que dice ser grave”.
Este 30 de enero debía instalarse la audiencia de juzgamiento, pero se volvió a retrasar por un certificado médico del acusado. “La justicia tardía no es justicia. Exigimos un sistema que priorice a las víctimas y no tolere más estrategias dilatorias”, mencionó Surkuna.
Sobre Alcides P. pesa una orden de prohibición de salida del país y presentaciones periódicas ante la Fiscalía. Estas medidas fueron dictadas en julio del 2023 tras la audiencia preparatoria de juicio. Ha pasado más de un año y el proceso judicial todavía no se concreta.
Ahora la defensa espera que, finalmente, se instale el juicio y el entrenador sea condenado por el delito de violación. “Pedimos que los jueces tengan una perspectiva de género al momento de fallar en la causa y que se generen garantías de no repetición para evitar que sigamos con legislaciones que permiten con total impunidad que se abran estos lugares sin ningún tipo de control”, manifestó Tirira.
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Salomé Torres, una de las sobrevivientes, ingresó al gimnasio cuando tenía ocho años porque quería ser acróbata. Había visto por la televisión ‘Le Cirque du Soleil’ y soñaba con aprender ese tipo de piruetas.
Recuerda que los entrenamientos de gimnasia eran muy fuertes, sobre todo, cuando Alcides P. llegaba de mal humor. Cuando alguien no hacía bien un ejercicio, el ahora acusado imponía castigos físicos como repetir la rutina por tres horas o subir y bajar las gradas por 50 veces.
Y, en caso de que la alumna llore o se queje, el entrenador ridiculiza a las niñas en frente de todas o les mandaba a hacer más ejercicios.
A partir de ese momento, su vida cambió por completo. La joven comenta que el sujeto habitaba en un departamento, ubicado en el primer piso. Entonces, la llevaba a ese lugar con la excusa de llenar su tomatodo y ahí ocurrían los tocamientos indebidos.
Posteriormente, Salomé dejó de asistir a los entrenamientos y cuando tenía 14 años decidió contarles a sus padres lo que había pasado en Gimnasio Ecuador a través de una carta. Además, se interpuso una denuncia en la Junta de Protección de Derechos y, luego en la Fiscalía, pero el caso se archivó por una ineficiente asesoría legal. Tampoco las autoridades hicieron el seguimiento respectivo.
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Salomé rompió el silencio en el 2018 a través de un grupo de Facebook, en el que se contaban historias de violencia de género. Días después, Stephanie Altamirano la llamó para decirle que también le había pasado lo mismo.
“No podíamos creer que después de tantos años el gimnasio siga funcionando y ese tipo continúe siendo el entrenador principal. Entonces nos empezamos a reunir con familiares, amigos y Surkuna para emprender acciones”, recordó Stephanie.
A ellas se unieron tres sobrevivientes más y en el 2019, tras una campaña, encontraron a 12 mujeres que habían sufrido agresiones sexuales por parte de Alcides P. En total, alrededor de 16 sobrevivientes identificadas.
“Pero estamos seguras de que hay cientos de miles más, por ejemplo, la sobreviviente más antigua, por decirlo de alguna manera, es una mujer que tiene más de 40 años. Ella fue agredida cuando Alcides todavía no tenía el gimnasio, sino que trabajaba en la Concentración Deportiva de Pichincha”, detalla Stephanie.
Las sobrevivientes también lograron cerrar el gimnasio, que tenía alrededor de 30 años de funcionamiento, tras una resolución de la Junta de Protección de Derechos La Delicia, al norte de la capital.
Este hecho fue una forma de encontrar justicia para Salomé y Stephanie, cuyos casos prescribieron. Además, la campaña ‘Seremos las Últimas’ consiguió poner sobre la mesa los vacíos que hay en Ecuador para el funcionamiento de espacios extracurriculares, los cuales no son controlados por las autoridades.
Stephanie comenta que, si bien las secuelas son innumerables, este proceso la ha ayudado para encontrarse con el feminismo y otras mujeres que vivieron lo mismo, y así “darle un lugar a mi historia”.