La empresa pública ETAPA EP, que pertenece al Municipio de Cuenca, informó que los caudales de los ríos Tomebamba y Machángara se mantienen en estado normal, mientras que los caudales de los ríos Yanuncay y Tarqui están bajos.
Este es el resultado de más de 140 días en sequía hidrológica, un fenómeno natural que se produce cuando los recursos hídricos, entre esos los ríos, lagos y embalses, tienen una disponibilidad de agua menor a la normal.
El nivel crítico de estas fuentes hídricas obligó a las Juntas Administradoras de Agua Potable y Saneamiento (JAAPyS) a tomar medidas extremas para garantizar el acceso mínimo de este recurso. Por la sequía, en algunas parroquias se han quedado sin agua por ocho horas o más en un mismo día.
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Si bien ETAPA es el principal proveedor del servicio de agua potable, las JAAPyS son organizaciones sin fines de lucro que cumplen la misma función en ciertas comunidades; se estima que existen cerca de 200 juntas en Cuenca.
Por ejemplo la parroquia Baños, al suroccidente de la ciudad y famosa por sus aguas termales y paisajes montañosos, tiene la segunda junta más grande de Cuenca: abastece a unas 9 mil conexiones, equivalentes a más de 30 mil usuarios. Su fuente principal, el río Minas, está en su nivel más bajo, con un caudal de menos de 60 litros por segundo, insuficiente para cubrir la capacidad de tratamiento de su planta de Cochapamba, que procesa 78 litros por segundo.
Rodrigo Yungasaca, presidente de la junta, explica que la medida de racionamiento fue una decisión difícil pero inevitable. “Hemos tenido que priorizar el agua para usos esenciales, como consumo y cocina. Los reservorios están casi vacíos y dependemos completamente de las lluvias, que no llegan”.
Por su parte, Tania Chimbo, beneficiaria del servicio, describe cómo su rutina diaria ha cambiado: “Al principio era difícil; los cortes me tomaban por sorpresa. Ahora, organizo a mi familia para almacenar agua durante las horas en las que llega el servicio. Tengo miedo de que esta situación no mejore este año”.
La importancia de Baños para Cuenca no se limita al suministro de agua. La parroquia, ubicada en las estribaciones de la cordillera de El Cajas, es un punto clave para el turismo por sus aguas termales y la riqueza de su biodiversidad. Sin embargo, la crisis hídrica amenaza no solo la calidad de vida de sus habitantes, sino también la actividad económica que depende de sus recursos naturales.
Aunque esta medida al inicio generó molestias, fue entendida como necesaria por la comunidad por la ausencia prolongada de lluvias. De hecho el Municipio impulsa la campaña #UnaManoPorElAgua en redes sociales. Allí aconsejan cerrar la llave cuando se enjabonan las manos, lavar las frutas en un recipiente para reutilizarla en ese mismo proceso o no lavar el vehículo. "Ahorras hasta 52,5 litros al día", destaca una de sus publicaciones en Instagram.
Recorrer las zonas abastecidas por las juntas deja en evidencia los efectos de la sequía. Las áreas verdes están secas y los cultivos, que dependen de fuentes hídricas menores, disminuyeron considerablemente. En los hogares se adaptaron a baldes, ollas y tanques para almacenar agua y garantizar el mínimo consumo diario.
Otra junta afectada es Proyecto Nero, que provee agua a 54 comunidades en las parroquias de Turi, Baños, El Valle y Paccha. Fundada en 1989, esta organización enfrenta un panorama aún más complejo, con cortes que pueden durar días completos.
Luis Nivicela, presidente de la junta, detalla que su planta de potabilización, con una capacidad de 70 litros por segundo, solo recibe 30 litros por segundo debido al bajo caudal del río Sacha, su principal fuente. Esto ha obligado a dividir el servicio en dos grupos, afectando a más de 8 mil usuarios.
“La falta de agua es crítica. Hemos tenido que interrumpir el servicio en turnos para distribuir equitativamente lo poco que tenemos. Sin embargo, sabemos que estas medidas no son sostenibles a largo plazo”, explica Nivicela.
Ante la crisis implementan estudios técnicos para habilitar nuevas captaciones de agua en los ríos Zhucay, Tutupali, y otras quebradas. Estas fuentes aportarían hasta 81 litros por segundo adicionales, suficientes para aliviar la presión sobre los sistemas actuales.
Pero este tipo de proyectos requieren de inversiones significativas y acuerdos con los propietarios de los terrenos donde se ubicarían las captaciones. Mientras tanto, Nivicela insta a la población a extremar las medidas de ahorro: “Pedimos a la ciudadanía que evite desperdiciar agua. Esta sequía es una señal de que debemos usar este recurso con responsabilidad”.
Los niveles de los ríos Tomebamba, Yanuncay y Machángara, principales fuentes de agua para la ciudad, varían cada día. El Tomebamba presentó una disminución alarmante en su caudal antes de las últimas lluvias; este alimenta la planta potabilizadora de El Cebollar, que depende casi exclusivamente del agua de este río.
El Yanuncay suministra agua al sistema de Sustag y cubre las necesidades de algunas zonas al este y sur de Cuenca. Por su parte, el Machángara cuenta con un caudal regulado gracias a las represas de Chanlud y Labrador, lo que ha permitido que su impacto sea menor. Este río abastece la planta de Tixán, que suministra agua potable a sectores nororientales de la ciudad.
Las autoridades advierten que serían necesarios entre 10 y 15 días de lluvias continuas para recuperar los niveles normales en los embalses y ríos. Mientras tanto, las plantas potabilizadoras trabajan al límite de su capacidad para garantizar el suministro, pero la situación se volvería insostenible si la sequía persiste.
La crisis hídrica que afecta a las juntas comunitarias de Cuenca no es un hecho aislado, sino parte de un problema global que exige soluciones inmediatas y sostenibles. Tania Chimbo, habitante de la parroquia Baños, asegura que el verdadero problema está en la incertidumbre: “No sabemos cuánto tiempo más podremos vivir así. Necesitamos que se tomen decisiones para garantizar el agua, no solo para nosotros, sino para las futuras generaciones”.
La sequía avanza, y con ella, la presión sobre los sistemas comunitarios de agua. Las medidas actuales son paliativas, pero el tiempo apremia para implementar soluciones de fondo que aseguren el acceso a este recurso. En palabras de Rodrigo Yungasaca (Junta de Baños): “El agua no es un lujo, es una necesidad. Y cada gota cuenta”.
* Este reportaje fue publicado en la revista Vistazo Cuenca #19.