Quito en transformación: El auge de los valles y la necesidad de repoblar el Centro Histórico
El Distrito Metropolitano de Quito cuenta con 19 mil hectáreas de suelo apto para el cultivo. Este espacio está en peligro de desaparecer si la expansión urbana hacia los valles y las zonas periféricas sigue creciendo de forma indiscriminada.
Valeria Vásquez vivió su niñez en el barrio La Floresta, al este del centro norte de Quito. Después se mudó al barrio El Batán, al centro norte, en donde adquirió su primer departamento en un lujoso edificio. "Ahí pasé unos años, pero el ruido de los vecinos y de los buses era demasiado (...) luego llegaron los negocios de karaoke y los bares (...) A pesar de ser un edificio seguro, no se podía vivir en paz”, comenta.
Fue así como abandonó el hipercentro de Quito y se mudó a Cumbayá. Rentó viviendas en San Francisco de Pinsha, en San Juan de Cumbayá y finalmente en Yanazarapata, en donde compró un departamento con jardín y vista hacia El Ilaló y el volcán Cayambe. “Disfruto del clima que es más caliente, del olor a eucalipto tras las lluvias, de los espacios verdes y el ambiente relajado”.
Soledad Pazmiño vive en Puembo, una parroquia urbana habitada por 18.000 personas, según el INEC. Para esta joven, una de las principales ventajas de la parroquia es la seguridad, así como la cercanía con la naturaleza. “No hay tráfico, por lo tanto no hay restricciones vehiculares (...) aún se conservan muchos espacios verdes y sobre todo hay una vida de vecindario con un lindo espíritu de solidaridad entre los pobladores”, comenta.
Los habitantes de Quito, que hace más de dos décadas poblaban -con preferencia- el hipercentro de la capital, actualmente apuestan por vivir en los valles. El auge de nuevas apuestas culturales y arquitectónicas en estas zonas periféricas, así como la construcción de varios centros educativos, generó una creciente migración interna.
Al comparar los datos del Censo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) del 2010 con los del 2022, se observa un aumento importante de habitantes en Tumbaco, que pasaron de 50.000 a 79.000 personas, con una tasa de crecimiento interanual de casi cuatro por ciento. En Conocoto sus habitantes aumentaron de 81.000 a 128.000; mientras en Cumbayá pasaron de 31.000 a 42.000 personas. Y si bien Puembo no es una parroquia significativamente grande, también es uno de los que atrae esa migración interna.
Pero esos aspectos de los que hoy disfrutan Valeria y Soledad podrían desaparecer en los próximos 23 años si la expansión urbana hacia los valles sigue creciendo aceleradamente.
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Según proyecciones de la Secretaría de Hábitat y Ordenamiento Territorial del Municipio de Quito, aún existen 19 mil hectáreas de suelo apto para el cultivo en la urbe que al no ser protegidas podrían usarse para la construcción de viviendas. Este impacto generaría un millón de toneladas de CO2 y los costos para solventar la energía eléctrica, el agua y el alcantarillado serían de casi 1.300 dólares por cada habitante rural.
¿Volver al centro?
José Morales, secretario de Hábitat y Ordenamiento Territorial del Municipio de Quito, asegura que las reformas al Plan de Gestión y Uso de Suelo apuntan a crear medidas restrictivas para evitar la expansión urbana hacia los valles. Entre ellas está la ampliación de las zonas de protección ecológica, la prohibición de construir edificios de más de tres pisos, el impedimento de la división de terrenos y la protección del suelo para uso agrícola. "A la ciudad le cuesta 3 o 4 veces más dar servicio de esas nuevas zonas de crecimiento", explica.
Es urgente repoblar el hipercentro de Quito. Explica que se llevan adelante procesos de soterramiento de cables eléctricos en varios sectores del centro norte capitalino; hay planes de mejoramiento de aceras y proyectos de arborización. También apoyan propuestas de activación del espacio público en barrios del centro y del centro - norte de la ciudad.
El docente y arquitecto, Jhon Dunn, teme que el aumento del tráfico, así como la construcción masiva de instituciones educativas y proyectos inmobiliarios en los valles, se extiendan a zonas que aún tienen cierta calma como Yaruquí, Checa y Puembo. De hecho, el experto asegura que en esta última parroquia se aprobó el diseño para la construcción de un pequeño centro comercial.
Concuerda con Morales en la necesidad de revalorizar el hipercentro de Quito, manteniendo edificaciones públicas en zonas que han sido identificadas para la diversión nocturna como La Mariscal. Apoyar apuestas de apropiación del espacio público en el ámbito cultural en barrios como San Marcos, La Tola, San Juan, La Floresta, La Vicentina y La Granda Centeno, es fundamental.
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“Debemos hacer persuasiva la idea de vivir en el centro, que un inmueble tenga vida, que las personas lo habiten, que haya gente trabajando. Podría haber un incentivo como una reducción al impuesto predial para volver al hipercentro capitalino”, puntualiza.
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