La captura de ‘Negro Willy’ o ‘Comandante Willy’ fue un gran golpe para el crimen organizado y ha causado un remezón en su banda criminal: ‘Los Tiguerones’. Pero los militantes de esta estructura parecen mostrarse unidos y afirman que no han perdido la “guerra”, según muestran videos de redes sociales. Esta organización delictiva difunde mensajes a través de canciones, tatuajes y grafitis para resaltar su poderío.
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“Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”, dice el título de un clip subido a TikTok por parte de un integrante de la banda terrorista y junto al texto está la foto de la detención del ‘Emperador W’, como también es conocido el cabecilla de esta organización. Según fuentes policiales, esa red social es una de las más utilizadas por los grupos criminales para comunicarse y difundir su mensaje.
El video cuenta con más de 81 mil reproducciones y decenas de comentarios de presuntos militantes de ‘Los Tiguerones’, quienes expresan devoción a su líder. “De esa vas a salir” y “el imperio de la ‘W’ es un cuento de nunca acabar”, son algunas de las frases que utilizan los militantes e incluso es recurrente la palabra “Amén”, como si se tratara de una especie de religión.
Javier Gutiérrez, sociólogo que trabaja con jóvenes de sectores vulnerables de Guayaquil y Milagro, menciona que este tipo de videos tiene un conjunto de mensajes al interior del grupo criminal, pero también busca sembrar incertidumbre en la población “para que las normas e instituciones de nuestra sociedad se debiliten”, apunta el analista.
Explica que estas estructuras se han convertido en sociedades paralelas con sus propias normas, políticas de sanción y roles de acuerdo a sus objetivos criminales.
Además, en este tipo de organizaciones hay un componente adicional: la fidelidad. “Son como una familia que se apoyan entre sí y, por lo tanto, si alguno es detenido o asesinado deben estar dispuestos a vengar su muerte”, comenta Hernán Moreano, analista en seguridad internacional y docente del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN).
‘Los Tiguerones’ fueron fundados en la década del 2010 por ‘Negro Willy’ y miembros de su familia forman parte de la estructura. Sus hermanos Alex Alcívar Bautista, alias ‘Ronco’, y Luis Alcívar Bautista, alias ‘Puya’, son los segundos y terceros al mando. Además, de su padre William Joffre Alcívar, recluido ahora en la cárcel de máxima seguridad La Roca.
De hecho, según una investigación de Ecuavisa y CONNECTAS, en Esmeraldas, provincia fronteriza en el norte del país y bastión de Los Tiguerones, el padre del cabecilla, un hombre de 61 años, se presentaba ante la comunidad como empresario, formador, líder social y comprometido con la juventud.
A través de la Asociación Técnico del Pacífico Asosercatecinra, la cual se legalizó el 21 de septiembre de 2021 en la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS), capacitaba a jóvenes en soldadura sumergible. La asociación también era conocida como los Ranger del Pacífico. Pero, esa era solo una de sus caras; en la otra, también era conocido bajo el alias Papá de Willy, en 2022, fue detenido por presunta extorsión, pero tiempo después fue dejado en libertad.
Desde afuera se pensaría que solo es un grupo de personas alineadas para cometer crímenes, pero la realidad es mucho más compleja. ‘Los Tiguerones’ tienen una serie de elementos que los ayudan a difundir su mensaje y captar a más militantes.
Por ejemplo, en varias zonas de Esmeraldas hay murales de ‘Negro Willy’ o dibujos de tigres para marcar sus territorios, especialmente en el barrio 26 de Junio, conocido como Tripa de Pollo.
También buscan irrumpir en la cultura popular a través de canciones con ritmos pegajosos como el reggaetón, trap, hip hop o corridos, pero al mismo tiempo se camuflan mensajes alusivos a la vida criminal. En YouTube hay gran cantidad de canales con este tipo de contenido y la canción ‘Rulay’, que es una oda a 'Los Tiguerones', se viralizó entre el público en general a inicios de este año.
“La idea es atrapar a jóvenes, sobre todo de escasos recursos, a través de canciones y videos que invitan a un estilo de vida basado en el dinero fácil para ascender socialmente”, explica el analista Hernán Moreano.
Este objetivo parecería que se está cumpliendo porque se estima que un 60 por ciento de los miembros de las bandas criminales en Ecuador son menores de edad, según un estudio de la analista Katherine Herrera. No obstante, para la Policía esa cifra no sería real, ya que es muy difícil cuantificar el número de integrantes de estas organizaciones y mucho más identificar cuántos son menores de edad.
Uno de ellos es alias ‘Achiote’, de 16 años, quien fue noticia hace unos días cuando fue capturado por segunda vez por evadir un control policial en Paraíso de la Flor en Guayaquil. Lo que llamó la atención es que contaba con múltiples tatuajes, uno de ellos hacía alusión a ‘Los Tiguerones Fénix’, una facción de ‘Los Tiguerones’. Su rostro también estaba marcado por dibujos como la letra ‘W’ (de ‘Negro Willy’) o una pistola.
Alexandra Zumárraga, exdirectora de Rehabilitación Social, relata que los tatuajes en el mundo delictivo “son una manera de marcar a los militantes para identificarlos y evitar que se tuerza”. Además, sirven para reconocer el papel que desempeñan o los crímenes que han cometido.
Así mismo, hay un componente religioso. En diversos operativos policiales se han encontrado figuras de la ‘Santa Muerte’, una deidad mexicana venerada por grupos narcodelictivos.
“Siempre el crimen ha estado atado a la brujería o temas oscuros”, señala Zumárraga, quien explica que todos estos elementos: canciones, tatuajes y grafitis son precisamente copiados de otras organizaciones criminales internacionales de Colombia o México e incluso pandillas de Estados Unidos y otros países.
Los expertos coinciden en que no es suficiente la militarización de las calles para acabar con la criminalidad, sino que se necesita atacar el problema desde la raíz a través de educación, salud, empleo, deporte, entre otros ámbitos primordiales para los jóvenes.
“En sectores excluidos tienen como proyecto de vida ser parte de las bandas o hacer una carrera como narcotraficantes, lo cual es sumamente peligroso”, apunta Javier Gutiérrez, sociólogo que dirige una ONG europea en Guayaquil.
Por ello, cree que es importante cuatro cosas: reconocer la gravedad del problema y trabajar de manera coordinada entre instituciones, dotar a los niños de elementos primordiales para su crecimiento (deporte, educación, música), inversión masiva de recursos sobre todo en zonas vulnerables y voluntad política férrea.
“Nosotros tenemos que ser el contrapeso de esa narcocultura para afectar positivamente a los jóvenes”, resalta el especialista. Cita por ejemplo, ciudades como Medellín (Colombia) o Iztapalapa (México), que hace algunos años fueron el centro del crimen en sus países, pero ahora son el epicentro de la cultura y el turismo.