Roman Naumenko, residente de un complejo de departamentos de 14 pisos en Kiev, capital de Ucrania, fue uno de los 7 ciudadanos que relataron a The New York Times lo que vivieron al ser retenidos dentro de un edificio ocupado por el ejército ruso.
Naumenko narró como día a día observaba el avance de las tropas rusas, las cuales se acercaban progresivamente a los departamentos del edificio Pokrovski.
Desde atestiguar el enfrentamiento entre soldados rusos y ucranianos por el control del aeropuerto que queda cerca de su hogar hasta visualizar al ejército invasor en las cámaras de seguridad del interior de su propio edificio, Naumenko tilda todo como "algo difícil de creer".
El administrador del edifico Pokrovski le afirmó a The New York Times que alrededor de 150 familias seguían viviendo en el edificio residencial cuando el ejército ruso lo ocupó, el 3 de marzo, poco después de que el complejo fue impactado por primera vez con un misil.
Lesya Borodyuk, quien describe la intervención de ejército ruso como "aterradora", confesó que se despidió de su hija por medio de una carta porque estaba segura de que ahora los bombardearían.
Alrededor de 200 personas han sido retenidas por el ejército ruso, que invadió los departamentos para asentarse temporalmente en ellos y posicionar francotiradores en puntos clave.
Imágenes captadas por cámaras de seguridad enfocan a los soldados rusos destrozando la puerta de entrada e ingresando al elevador, el día en el que tomaron el control del edificio.
Tras su ingreso, entraron a la fuerza en departamentos y obligaron a una gran cantidad de ciudadanos a bajar al sótano, confiscando sus dispositivos tecnológicos y solo permitiéndoles subir a recoger diferentes recursos como comida y ropa en sus departamentos acompañados de vigilantes, según narran residentes que escaparon.
Hanna Yaremchuk relató que no ha podido comunicarse con su padre por días debido a que no contesta. Él es uno de los residentes del edificio que fueron retenidos en el sótano y su hija confiesa que ni siquiera sabe si está vivo.
Ante el acuerdo entre Ucrania y Rusia de establecer corredores humanitarios durante 72 horas para permitir el escape de civiles, que tuvo inicio el 9 de marzo, varios residentes que pudieron observar convoyes de personas con banderas blancas y lograron convencer a los soldados que los vigilaban de que los dejen marcharse pudieron irse del edificio, asumiendo ellos mismos el riesgo de poder morir en medio de la evacuación.
No obstante, decenas de residentes siguen atrapados en el edificio Pokrovski, retenidos e incomunicados totalmente de sus familiares y amigos, en medio de una zona conflictiva en la que la probabilidad de perecer bajo el daño colateral de bombardeos es alta.