La mañana del 4 de abril del 2003, en el aeropuerto de Toronto, Canadá, Jennifer Lowther y Chris Powell, dos desconocidos que habían perdido sus respectivos vuelos debido a una tormenta de nieve, tuvieron 24 horas para enamorarse. Ahora están casados y contaron su historia a CNN Travel.
Jennifer se encontraba llorando en un rincón porque el vuelo que acababa de perder la llevaría a su pueblo natal, donde la esperaba la boda de su mejor amiga, en la que sería maestra de ceremonias.
Por otro lado, Chris se encontraba conversando energéticamente con otro grupo de viajeros, ya que, por su trabajo, él estaba acostumbrado a viajar y esperar por horas en aeropuertos.
Al ver a una chica sola, llorando, Chris le pidió que se acerque y le dijo que "estaba matando la vibra", Jennifer respondió con una sonrisa, porque dedujo que él bromeaba.
"Pensé que era algo interesante", comentó la mujer al medio.
Desde ese momento se juntaron y estuvieron conversando con los pasajeros que iban y venían por horas. Durante este tiempo, más de una persona les preguntó por cuánto tiempo habían estado juntos, asumiendo que eran una pareja.
"Nos transformamos en una especie de anfitriones de la fiesta" recordó Jennifer, hablando de su lado de la historia. "Nos miramos a los ojos y nos preguntamos '¿Dónde habías estado toda mi vida?'", añadió la mujer.
"Solo recuerdo pensar 'Hombre, parece que hemos estado juntos toda la vida'", expresó Chris sobre aquel momento.
Horas más tarde, luego de que Jennifer "llorara cada dos horas", Chris estaba determinado a ayudarla a llegar a su destino. Y lo logró.
Le contaron la historia a la ayudante de la aerolínea y consiguieron viajar juntos hasta el destino de Chris (Vancouver) que se encontraba a dos horas del lugar natal de Jennifer (Winnipeg), para que desde ahí pueda partir y llegar a tiempo a la boda de su mejor amiga.
En el avión se besaron por primera vez y acordaron volver a verse en Toronto. "Fue un beso de película", describió Jennifer.
Durante algunas semanas intercambiaron correos electrónicos hasta que se encontraron nuevamente.
Dos meses y medio después de su primera cita, ya se habían comprometido.
"Una especie de magia estaba sucediendo y en lugar de pensarlo demasiado, solamente lo dejamos fluir", confesó Jennifer.
Se casaron en 2004, en una ceremonia que los dos describen como "la mejor fiesta que han tenido".
Unos años más adelante la pareja quedó atónita con la noticia de que Jennifer estaba esperando un hijo, puesto que en sus últimos años de la adolescencia había sufrido cáncer de cuello uterino y los médicos le aseguraron que no podría tener hijos. Por otro lado, Chris no pensaba en tener hijos en aquella época.
Sin embargo, dicen haber aceptado la situación con mucho amor. "Él es el mejor padre, por mucho que se decía que no quería tener hijos, cuando nuestro bebé nació, Chris saltaba de alegría", contó Jennifer.