Dos indígenas murieron y cinco quedaron heridos en el suroeste de Colombia por enfrentamientos entre miembros de su comunidad y disidencias de la exguerrilla FARC que no se acogieron al histórico pacto de paz suscrito en 2016, informó este sábado la Defensoría del Pueblo.
"Hay dos indígenas muertos y cinco heridos, entre ellos un niño de nueve años que ha sido trasladado al (hospital) Valle del Lili", declaró el defensor del pueblo (ombudsman), Carlos Negret, en un audio enviado a la prensa.
"Lo más grave de todo es que es un enfrentamiento entre las disidencias de las FARC y la guardia indígena", agregó.
El ataque "con arma de fuego" se produjo en una vía del municipio de Caloto, en el convulso departamento del Cauca, cuando una caravana de guardias indígenas se movilizaba para atender una alerta de la comunidad por la instalación de artefactos explosivos en áreas pobladas, indicó la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin) en un comunicado.
Las personas que se acercaron a hacer "el barrido tras el asesinato" fueron "recibidas a disparos", agregó el texto.
Fallecieron los guardias indígenas Eugenio Tenorio Yosado, de 46 años, y Kevin Ademir Mestizo, de 23, según el reporte clínico difundido por Acin.
La Defensoría del Pueblo y la ONU han denunciado el aumento de los asesinatos de indígenas, especialmente de aquellos que son defensores de derechos humanos.
Según la Organización Nacional Indígena de Colombia, 158 líderes indígenas han sido asesinados desde la firma del acuerdo de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, de los cuales 94 murieron durante el mandato de Iván Duque -que asumió el poder hace un año.
Teatro de guerra del conflicto colombiano, el departamento del Cauca se lo disputan los grupos armados por su posición estratégica para la salida de cocaína a Estados Unidos y la siembra de narcocultivos.
Aunque el desarme de la guerrilla comunista FARC disminuyó la intensidad del conflicto armado colombiano, las zonas indígenas siguen siendo asediadas por rebeldes del ELN, disidentes de las FARC, paramilitares y narcotraficantes.
Sin un mando unificado, los disidentes operan en zonas apartadas del país donde se disputan con otros grupos el control de los narcocultivos y las rutas del narcotráfico, así como de la minería ilegal.
Son unos 2.300 combatientes distribuidos en varios frentes, según inteligencia militar.