Inspirada en el encuentro entre dos antiguos amigos del colegio cuyos caminos tomaron rumbos muy distintos, llega a los cines “Panamá”.
En “Panamá” el cineasta quiteño Javier Izquierdo continúa jugando con los límites de la realidad y la ficción para cuestionar el pasado y el presente de la sociedad en la que vivimos. En “Augusto San Miguel ha muerto ayer” (2003) investiga (y reinventa) al pionero del cine nacional y sus películas perdidas, con “Un secreto en la caja” (2016) retoma la anécdota literaria de Marcelo Chiriboga (el ficticio escritor ecuatoriano del boom) para contar una historia falsa pero también verdadera sobre Ecuador y sus fronteras geográficas y simbólicas, mientras que en “Barajas” (2018) a partir de archivos encontrados recrea una especie de diálogo entre cuatro intelectuales latinoamericanos que murieron en un accidente aéreo de 1983.
Rodada en blanco y negro, “Panamá”, que se estrena estos días en salas de cine del país, imagina una larga charla a entre dos viejos amigos a partir de un breve encuentro que supuestamente sucedió y llegó a oídos de Izquierdo, y que tuvo lugar en la ciudad centroamericana en 1985. Dos antiguos compañeros de un colegio de clase alta de Quito que no se veían desde el bachillerato, y cuyos caminos no pudieron tomar rumbos más distintos: uno es un alto ejecutivo de la banca, y el otro un guerrillero de Alfaro Vive bajo una identidad falsa. Un personaje está basado en Juan Carlos Acosta, quien poco después caería abatido durante el secuestro de Nahím Isaías.
Esta es la película más “ficcional” de Izquierdo. No hay registros documentales. Los encuentros entre José Luis (Jorge Alejandro Fegan) y Esteban (Diego Coral) prácticamente sostienen todo el relato. En el contenido de sus diálogos y la calidad de sus interpretaciones radica la calidad de este largometraje, que explora el significado de la amistad enfrentada a la ideología y la condición de clase.
“Panamá” se ha mostrado en importantes festivales internacionales, entre ellos el de Trieste, y la revista Variety lo consideró uno de los “más ambiciosos” proyectos cinematográficos del Ecuador.