La Amazonía brasileña perdió 9.762 kilómetros cuadrados de su cobertura vegetal entre agosto de 2018 y julio de 2019, lo que supone el mayor nivel de deforestación desde 2008, informó este lunes el Gobierno.
La tasa de deforestación entre agosto de 2018 y julio de 2019 subió un 29,5 % respecto al mismo periodo del año anterior, de acuerdo con los datos oficiales del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
La metodología utilizada se conoce como Prodes y está basada en imágenes por satélite del INPE.
Los datos difundidos coinciden con el sistema de alertas del propio INPE, conocido como Deter, que ya avistaba una elevada área deforestada en la Amazonía.
Precisamente los datos del Deter llegaron a ser cuestionados públicamente el julio pasado por el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, y llevaron a la destitución del presidente del INPE.
El mandatario brasileño consideró que los datos presentados por este organismo estatal eran falsos y, a su juicio, fueron divulgados de mala fe por funcionarios públicos con intereses políticos, con la intención de perjudicar tanto a Brasil como a su Gobierno.
La creciente tala en la Amazonía brasileña coincidió con un incremento de los incendios en la región, especialmente en agosto pasado -los peores en la última década-, un hecho que convirtió a Brasil en el centro de críticas de ecologistas y líderes mundiales.
Vista aérea de una mina de oro salvaje, también conocida como garimpo, en un área deforestada de la selva amazónica brasileña cerca de Crepurizao. Foto: Reuters.
El crecimiento de la destrucción de la Amazonía es atribuida por los ecologistas a la retórica antiambientalista de Bolsonaro, quien llegó a proponer, entre otras cosas, relajar la fiscalización ambiental en la región y reglamentar la minería en las reservas indígenas.
Según sus críticos, amparados por los discursos de Bolsonaro sobre la Amazonía, los madereros aumentaron la tala de los bosques y los agricultores la expansión de sus áreas de cultivo en la región.
El agravamiento de la deforestación ha llevado a algunas empresas a boicotear productos brasileños o a amenazar con la suspensión de sus importaciones desde Brasil.
Francia e Irlanda han condicionado su apoyo a la ratificación del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea a que Bolsonaro respete los compromisos ambientales que Brasil asumió en el Acuerdo de París.