Anne Perry es una reconocida escritora que ha publicado un sinnúmero de obras. Perry ganó el premio Edgar en 1999, un reconocimiento otorgado a los mejores escritores de novelas negras, como su mayor exponente, Edgar Allan Poe. Sin embargo, el éxito de Perry viene de un lugar escuro del cual ella misma ha hablado en ocasiones.
En una vida pasada y bajo otro nombre, ella cometió un crimen junto a su mejor amiga. Tanto las razones como el acto y las consecuencias posteriores le obligaron a iniciar una nueva vida, desde cero, en otro lugar. Anne Perry, o Juliet Hulme, asesinó a la madre de su mejor amiga y pagó por ello cinco años en prisión.
JULIET HULME
Juliet Hulme es el verdadero nombre de Anne Perry. Nació en octubre de 1938 en Blackheath, Londres, Reino Unido. A los nueve años fue diagnosticada con problemas respiratorios, por lo que sus padres, un prestigioso médico inglés y una reconocida concejera matrimonial, la enviaron al Caribe y a Sudáfrica. La idea era que los climas más cálidos mejoraran la salud de la menor.
Cuando Juliet tenía 13 años la familia se trasladó a Nueva Zelanda ya que a su padre le ofrecieron el puesto de rector en la Universidad de Canterbury, en Christchurch. La joven volvió a estar acompañada de sus padres y su hermano, pero no era feliz. Su madre, por ejemplo, tenía un amante y la misma Juliet fue quien los encontró en la cama; y su padre, mientras tanto, trabajaba demasiado. No había nadie que le prestara atención.
En Christchurch también vivía una chica llamada Pauline Parker, de la misma edad de Juliet. Provenía de una familia de pequeños empresarios: su padrastro dirigía una pescadería y su madre, Honora Parker, manejaba una pensión. Pauline además era la segunda de cuatro hermanas, una de las cuales tenía Síndrome de Down y otra murió poco tiempo después de nacer por un defecto cardiaco congénito.
Ambas chicas se conocieron a los 15 años en la secundaria Christchurch Girls’ High School. Como Pauline padecía osteomielitis desde los 5 años, que se había convertido en una irremediable renguera, las condiciones médicas de las adolescentes las acercaron a la otra. Ni Pauline, ni Juliet podían jugar al tenis ni correr con el resto de chicas de su edad, pero encontraron en la lectura un refugio. Leían las historias de Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. También pasaban el tiempo escribiendo relatos y escenas dramáticas; y construyeron un mundo completo al que llamaron ‘El Cuarto Mundo’, en donde Pauline y Juliet eran ‘Gina y Deborah’.
En 1953 Juliet se quedó en la casa de Pauline mientras sus padres estaban de viaje en Inglaterra, cuando de pronto tuvo que ser internada por tuberculosis. Durante cuatro meses, hasta la mejora de Juliet, la neozelandesa no se separó de la cama de su amiga y llegó a relatar en su diario que quería padecer la misma enfermedad que ella.
La madre de Pauline, Honora, era quien la llevaba a visitar a Juliet y se convirtió en testigo de como las chicas se volvían más y más cercanas. En un punto, lo que empezó como una gran amistad, se convirtió en una relación sentimental. Las jóvenes se enamoraron y soñaban con convertirse en escritoras en Nueva York, o que las piezas de Juliet sean adaptadas al cine y que Pauline pudiese actuarlas.
Anne Perry (Juliet Hulme) de joven.
RELACIÓN PROBLEMÁTICA
En aquellos tiempos las relaciones gays, lésbicas y cualquiera que no fuera heterosexual, no eran bien vistas. Además, Christchurch era una comunidad mayoritariamente católica, donde regían lo estrictos principios morales de la iglesia.
Honora percibió el cambio en la amistad de su hija y Juliet, que ahora se había convertido en “perturbadora”, y cuando los Hulme regresaron de Inglaterra se los contó todo. La familia llevó a Juliet a un psicólogo y poco después los padres se separaron. El progenitor se mudaría de regreso a Londres, pero Juliet no iría con él y tampoco se quedaría en Nueva Zelanda con su madre, sino que debido a su “frágil salud”, se mudaría con su tía a Sudáfrica. Aquella era además la excusa perfecta para que Juliet dejara su “insensata relación”.
Juliet le contó las noticias a su amiga y planearon ir juntas. Se cree que la joven aprovechó el descubrimiento del romance de su madre para que accediera a que Pauline le acompañe a Sudáfrica. Finalmente hubo un “sí” por parte de la familia Hulme, pero el problema fue Honora, la madre de Pauline. La mujer se opuso de manera firme y tajante, lo que, en un momento de desesperación ya que se acercaba la partida de Juliet, las chicas empezaron a tramar su asesinato.
La amistad se convirtió en una relación amorosa.
EL ASESINATO
El 28 de abril de 1954 Pauline escribió en su diario “la rabia contra madre hierve dentro mío. Es ella el mayor obstáculo en mi camino”. La joven creía que si Honora moría, sus problemas estarían resueltos. Por ello, relató en su cuaderno que habían estudiado el plan cuidadosamente y “temblaban” ante la idea, ya que el “placer de los preparativos era muy grande”.
Diez días antes del crimen las chicas repasaron los pormenores del asesinato: “Decidimos usar una piedra dentro de un calcetín, es mejor que un saco de arena. Comentamos el plan hasta el más mínimo detalle”.
Las adolescentes pactaron que asesinarían a Honora el 22 de junio de 1954 en el Victoria Park. Un día antes, Pauline escribió en su diario: “Me siento tan ilusionada como cuando uno prepara una fiesta sorpresa. Mi madre ha destruido toda la belleza, y el feliz acontecimiento se producirá mañana por la tarde. La próxima vez que escriba en el diario, madre estará muerta. ¡Qué extraño sentimiento de placer!”.
La mañana del crimen Paule escribió las últimas líneas del cuaderno: “En la mañana del día de la muerte me siento muy emocionada. Anoche sentí lo que siento la noche antes de Navidad... pero no tuve sueños agradables”.
Más tarde ese 22 de junio, Honora, Pauline y Juliet salieron a pasear por el Victoria Park de Christchurch. Disfrutaron del aire libre y a las 14:35 comieron alfo en una casa de té en el camino. Después continuaron con el paseo, que las llevó a un sendero solitario y con mucha vegetación en Port Hills. Juliet dejó caer una piedra rosada brillante sin que Honora se diera cuenta y cuando regresaron a ese mismo sitio, Pauline la señaló y dijo que era muy bonita. Entonces Honora se agachó para recogerla y Pauline sacó un ladrillo que llevaba escondido entre su ropa y golpeó a su madre con todas sus fuerzas en la cabeza.
Honora cayó, pero no murió de inmediato, por lo que las chicas se alternaron para darle 45 golpes en el cráneo sin descanso. La mujer suplicó por su vida mientras intentaba aferrarse a su hija, pero Juliet le sostenía los brazos con fuerza para que Pauline pueda apuntar correctamente. Finalmente, con la cabeza destrozada, Honora dejó de respirar.
Llenas de sangre, acudieron a donde habían comido y les dijeron a los dueños del comedor que la mujer se había caído y golpeado la cabeza con una piedra.
“¡Por favor, ayuda! Madre se ha caído y se ha golpeado la cabeza con una roca y está cubierta de sangre. Creo que está muerta. Queríamos traerla hasta acá, pero es muy pesada”, gritaba y lloraba Pauline.
Juliet ayudó a su mejor amiga Pauline Parker a matar a su madre.
CONFESIÓN
El dueño del comedor fue a buscar a Honora y la dueña mandó a las chicas a lavarse, no sin antes escuchar cómo ellas se reían histéricamente.
El cuerpo de la mujer fue encontrado a 350 metros del local, boca arriba. La parte superior de su cabeza estaba aplastada por los golpes y tenía heridas en el cuello, la cara y los dedos. Pronto llegó el equipo de emergencias y patrullas policiales, que hallaron la piedra a pocos metros, separada de la media que tenía un nudo en una de sus puntas.
El padre de Juliet llevó a las chicas a casa y se encontraban consolándolas cuando los detectives se presentaron en el domicilio Hulme. Querían interrogar a las chicas porque algo no cerraba. Pauline fue la primera cuestionada, quien relató el accidente. Cuando le preguntaron por la media, sorprendida dijo: “Nosotras no le sacamos las medias a mi madre (...) Yo tenía soquetes. También tenía una vieja media en mi cartera que usé para limpiarme la sangre”.
Cuando Juliet dio su testimonio, indicó lo mismo, que había sido un accidente, que honora se había caído y golpeado con una piedra. No obstante, las preguntas se complicaron en la segunda ronda y un detective le dijo a Pauline que no le creía. Después de esto, ella confesó: había decidido matar a su madre unos días atrás, nadie sabía de ello, Juliet iba adelante y no vio el asesinato y golpeó muchas veces a su madre. Las preguntas sobre la motivación de su crimen y la reacción de su progenitora prefirió no contestarlas.
“Tenía el ladrillo en mi mochila. Quisiera dejar claro que Juliet no sabía de mis intenciones y que ella no me vio pegarle a mi madre. Aproveché para hacerlo cuando Juliet estaba fuera de mi vista. Pero no quiero decir por qué maté a mi madre” le dijo Pauline al detective. Después la adolescente fue llevada a la estación de policía y al día siguiente los detectives leyeron su diario, donde encontraron que el plan también vinculaba a Juliet.
La joven volvió a ser interrogada e indicó: “En el camino de vuelta, me encontraba caminando al frente. Estaba esperando a que la señora Parker fuera atacada. Escuché ruidos detrás de mí. Era una conversación ruidosa y violenta. Vi a la señora Parker en cuclillas. Estaban peleando. Me di la vuelta. Vi a Pauline golpear a la señora Parker con el ladrillo dentro de la media. Tomé la media y la golpeé también. Estaba aterrorizada. Pensé que una de ellas tenía que morir. Quería ayudar a Pauline. Fue terrible. La señora Parker se movía convulsivamente. Las dos la sujetamos. Aún estaba viva cuando la dejamos. El ladrillo se había salido de la media por la fuerza de los golpes. No recuerdo haber escuchado hablar a la señora Parker, estaba demasiado asustada como para escuchar algo”.
Pauline Parker confesó todo ante los detectives.
ENFERMEDAD MENTAL
El tribunal intentó comprobar su Pauline y Juliet padecían algún trastorno mental que les haya impedido ser conscientes de lo que hicieron. Juliet dijo que pensó que Honora se iba a asustar al ver el ladrillo y que dejaría ir a su hija a Sudáfrica con ella, pero tras el primer golpe “comprendí que no teníamos más remedio que matarla. Yo estaba aterrada e histérica”.
El psiquiatra Reginald Medlicott, sostuvo que Juliet y Pauline sufrieron un trastorno psicótico compartido o folie à deux (locura de dos). Además, dijo que la relación lésbica de las adolescentes sería un agravante de la “paranoia” que padecían. El psiquiatra señaló que en el diario de Pauline “hay evidencia de que tomaban baños juntas y que tenían charlas frecuentes sobre temas sexuales”, así como existían registros de que las dos creían tener comunicaciones telepáticas entre ellas y habían manifestado pensamientos suicidas.
“¿Por qué no puede morir madre? Miles de personas mueren todos los días. De modo que, ¿por qué no madre y padre también?”, anotó Pauline el 13 de febrero.
Dos semanas antes del crimen, en su diario escribía: “La idea no es nueva, pero en esta ocasión se trata de un plan definitivo que intentamos llevar a la práctica. Lo hemos pensado cuidadosamente y ambas estamos emocionadas por la idea. Nos sentimos un poco nerviosas, pero el placer de la anticipación es grande (…) He trabajado un poco más en nuestro plan de asesinar a mi madre. Curiosamente, no tengo remordimientos de conciencia”.
SEPARACIÓN
Las jóvenes fueron declaradas culpables el 29 de agosto de 1954. La ley las castigaba con la muerte, pero como eran demasiado jóvenes para ser colgadas, fueron detenidas en centros penitenciarios distintos, sin contacto alguno, ni siquiera por carta. Juliet fue enviada a la cárcel de Mount Eden y Pauline a la de Paparua.
Ya que se las consideró mentalmente sanas, no tuvieron que realizar ningún tratamiento psiquiátrico y fueron liberadas cinco años después bajo el juramento de que jamás se volvieran a ver o a comunicar. Pauline fue vigilada hasta 1985, estudió para ser bibliotecaria y en cuanto obtuvo su libertad completa, abandonó el país.
Pauline pasó a llamarse Hilary Nathan y se hizo una católica ferviente. Actualmente vive en un pequeño pueblo rural de Gran Bretaña y por un tiempo dio clases de equitación a niños. De acuerdo con Infobae, su hobby favorito continúa siendo la lectura.
Pauline y Juliet saliendo de tribunal.
ANNE PERRY
Juliet salió de la cárcel a los 21 años y se fue a Roma para reencontrarse con su padre. Viajaron a Gran Bretaña y de ahí ella se marchó a Estados Unidos y después a Canadá, donde trabajó como azafata y asistente de seguros. Durante esos años Juliet tuvo varios enamorados, pero a nadie le contó sobre su pasado. En 1968 se unió a la comunidad de los mormones y se instaló en Portmahomack, Escocia, con una nueva identidad: Anne Perry. El apellido de su padrastro.
En 1979 empezó a trabajar como escritora y poco a poco se fue haciendo un nombre dentro del género de novela negra. Sus obras trataban asesinatos, historias detectivescas y misterios que la llevaron a ser un éxito en poco tiempo. Después se mudó con su hermano, un médico retirado, que le ayudó a realizar las investigaciones para escribir sus novelas.
Ha ganado varios premios literarios: Mejor novela, Premio Agatha, en 1990; Premio Edgard al Mejor relato, en el año 2000; Mejor relato corto también de Agatha, en 2002; premio RT Reviewers Choice, en 2004; Premio de Honor Aragón Negro en 2015.
Ni Juliet ni Pauline se casaron o tuvieron hijos.
Anne Perry, la nueva identidad de Juliet.
Sobre ellas se ha escrito una novela llamada The Evil Friendship (1958) y una película francesa, llamada Mais ne nous délivrez pas du mal (1971). Por mucho tiempo sus vidas permanecieron en anonimato hasta que en 1994 el caso volvió a captar la atención del mundo y se realizó una intensa búsqueda hasta dar con sus nuevas identidades.
Peter Jackson, entonces un desconocido director de Neo Zelanda, recreó el caso en Criaturas Celestiales y quien encarnó a Juliet fue Kate Winslet. La película fue nominada al Oscar como mejor guion original. Eventualmente la editorial de Anne Perry tuvo que admitir que la escritora, efectivamente, era Juliet. En cambio, la identidad de Pauline Parker fue descubierta en 1996.
En 2006 Anne aclaró que, aunque su relación con Parker era obsesiva, no eran lesbianas.
“Con la mayor parte de la gente tengo la sensación de tener que justificarme y finalmente no ser comprendida. (…) Imagino que sigo estando como siempre en búsqueda de alguien a quien no tenga que explicarle quién soy, porque ya me ha comprendido. Me llevó mucho tiempo encontrar la capacidad de reconstruirme a mí misma (...) el castigo fue vital porque hasta que uno no siente que saldó la deuda, no puede seguir adelante. Es como tratar de caminar con un paracaídas abierto. No puedes avanzar, no puedes permitirte a ti mismo avanzar”.
Pauline ha hablado menos de eso, pero ha expresado un profundo remordimiento y malestar por sus antiguas acciones.