Más desempleo, menos empleo adecuado. Emprender es un camino que no todos toman, y no siempre recomendado. ¿De qué forma hay que ajustarse a la nueva oferta laboral?
Seis años perfeccionándose en ingeniería mecánica quedaron en el olvido para Javier, de 38 años. Trabajaba en una empresa del sector automotor desde 2012 hasta inicios de abril, Cuando el aislamiento por la emergencia sanitaria paró las actividades, sobre todo en esa industria, que proyecta vender la mitad de lo que vendió en 2019.
Las últimas cifras del INEC muestran que la tasa de empleo adecuado (al menos con salario mínimo y 40 horas semanales de trabajo) es menos de la mitad a la que existía en diciembre de 2019. La tasa de subempleo (menos ingresos u horas que en empleo adecuado) se duplicó, y la del desempleo creció dramáticamente en 250 por ciento.
Una encuesta sobre la situación empresarial en el país, realizada por la firma Deloitte, muestra que el 54 por ciento de las compañías consultadas disminuyó o disminuirá su nómina. Una cuarta parte ha despedido entre 10 y 20 por ciento de su personal, y otra cuarta parte del cinco al 10 por ciento.
“Me queda de lección que en un chasquido de dedos, todo se derrumba”, dice Javier. Dos meses después de su despido, consiguió otro empleo, pero con ciertos cambios: trabaja en un proyecto de seis meses para una empresa mexicana, todo desde casa; le pagarán según los resultados. Si todo va bien recibirá casi lo mismo que hubiera ganado en ese mismo tiempo en su anterior trabajo. “Reconozco que no es lo ideal pero voy a tener que acostumbrarme. Así será por un largo tiempo”.
Adaptarse a una nueva realidad laboral es lo que Diego Jaramillo, rector de la Universidad de los Hemisferios y profesor del área de Comportamiento Humano del IDE Business School, sugiere a quienes tienen y no tienen empleo. “Todos recibimos una patada con esta pandemia, y quien no se adapte la pasará muy mal hasta que lo haga”.
Recuerda que a inicios de este siglo pasó algo similar con la llegada de la automatización de varios procesos en las empresas. “Empezaron a reemplazar profesionales por máquinas, y eso generó un trauma que, en todo caso, se olvidó poco a poco”. Hoy, agrega, sucede algo similar: trabajar por resultados, dice, es una de las tantas cosas a las que hay que adaptarse.
Para él, los desempleados o quienes tienen temor de perder sus empleos, deben pensar bien cuáles son sus habilidades, y si éstas van a ser necesarias para alguna empresa. Sugiere que cada persona se analice en tres aspectos: personalidad, preparación académica y experiencia.
En la primera, señala que es clave definir cuál es el carácter de cada uno, en qué se debe corregir... “Estamos en un momento donde las habilidades blandas (sociales, de comunicación) han ganado espacio”. En este punto cree que hay que sobreponerse a la depresión y estrés; tener la capacidad de innovar, de dar nuevas ideas.
Luego, en la preparación académica, evaluar qué está faltando, es decir, alguna destreza que se pueda desarrollar rápido. “El futuro va por las certificaciones”, asegura. Es decir, si bien reconoce que las maestrías son importantes, son parte de una preparación a largo plazo; hoy se busca una formación rápida. “Saber de big data, de inteligencia artificial... No basta con manejar excel; se necesitan nuevas capacidades que ayuden a mejorar los negocios, a tomar mejores decisiones”.
Mientras en el lado de la experiencia, explica que se debe identificar si las habilidades adquiridas en una profesión, pueden aprovecharse en otras.
Adriana, de 32 años, pudo hacerlo. Trabajó en el departamento de Recursos Humanos de una empresa de construcción hasta mayo. A inicios de agosto entró a una farmacéutica para atender a los proveedores. “Sé cómo manejar las emociones de la gente, los reclamos, dar soluciones a los problemas... Me adapté a un nuevo cargo, sin que esto signifique que no buscaré volver a lo que hacía”.
Igual opina Roberto Marengo, quien hace siete años estudió gastronomía en Ecuador porque quería ser chef profesional. Incluso se fue a vivir a Miami para ganar experiencia y luego poner un negocio de catering y abrir un restaurante. “Iba muy bien encaminado hasta que pasó esto”.
Perdió su empleo pero dos meses después obtuvo uno nuevo, eso sí, alejado por completo de su profesión; ahora se puso un negocio de mantenimiento de embarcaciones. “Aunque me ayuda a pasar la situación actual, apenas se recupere el mercado volveré a buscar trabajo en algo relacionado a mis estudios”.
Daniella Andretta, directora de la consultora Korn Ferry, indica que si bien algunos sectores podrían presentar mayores ofertas de trabajo, entre esos agroindustria, retail y consumo, “esta crisis hizo que en las empresas se revise internamente si cuentan o no con recursos o capacidades para enfrentar este nuevo escenario” con los mismos elementos que actualmente tienen.
Por eso, conseguir empleo adecuado, comenta, no será fácil. “Cada día los puestos son más peleados, quienes los tienen los cuidan mucho más”.
Nuevo perfil
Un estudio de Deloitte señala que las profesiones con mayor auge, por ende que abrirán más puertas laborales, están en comercio electrónico, análisis estratégico de modelos de negocio, innovaciones para generar nuevas experiencias, desarrollo de aplicaciones móviles, ciberseguridad y científicos de datos.
En la plataforma empresarial LinkedIn, por ejemplo, las ofertas de trabajo están más orientadas a roles que vinculan ecnología, es decir, los cargos se alinean a lo digital y la modalidad también: ahora empresas estadounidenses y europeas buscan profesionales en Latinoamérica que trabajen desde sus países nativos.
Esa flexibilidad laboral se da por el propio crecimiento del desempleo, reconoce Diego Jaramillo, de la Universidad de los Hemisferios. “Los más viejos veíamos ese em pleo eterno, donde íbamosa jubilarnos. Hoy eso ya no existe”. Ahora se buscan colaboradores múltiples, que trabajen en diferentes áreas. No hay que verlo como inestabilidad laboral, señala Jaramillo, sino como una oportunidad.
En las empresas, las necesidades de colaboradores son variadas. Por eso, Daniella Andretta, de Korn Ferry, cree que cada persona debe trabajar en desarrollar competencias que los lleven a ser ágiles, disruptivos, anticipados, generadores de confianza y adaptativos.
Por ende, la hoja de vida debe ajustarse. “Hay que ser muy precisos” en la redacción del curriculum, explica la especialista. “Si el primer momento de interrelación va a ser ese papel, debe dársele toda la importancia del mundo para que deje una percepción clara y que cree interés”.
Lo preocupante, dice Jaramillo, es que pese a que se requieren otras profesiones, los estudiantes siguen buscando las mismas de siempre. Por eso sugiere tener cabeza fría para tomar estas decisiones, y entender hacia dónde se está moviendo el mundo. “Lo más peligroso, por ejemplo, es correr de inmediato a emprender, quizá invirtiendo todos los ahorros, y después toparte con un mercado saturado de esa misma oferta. No hay que apresurarse”.
La proyección de la Organización Internacional de Trabajo es que este año 850 mil personas perderán su empleo en Ecuador. Por ende, ante la escasa oferta que hay, adaptarse a la nueva normalidad laboral no es una elección sino una necesidad.