No hay discrepancias al momento de valorar, al menos en un primer momento, el acuerdo comercial que Ecuador y China acaban de suscribir. Exportadores, gremios y empresarios coinciden en que el país logró un equilibrio entre los beneficios que, a corto, mediano y largo plazo, recibirá su canasta exportable en el mercado asiático y la protección de los sectores productivos sensibles al ingreso de la competencia china.
El acuerdo permitirá, según el Gobierno, que el 99,6% de las actuales exportaciones ecuatorianas a China ingresen a ese destino con preferencias arancelarias de distinto nivel; solo el 0,4% ha quedado excluido.
El viceministro de Comercio Exterior, Daniel Legarda, va más allá en el detalle: “aproximadamente el 56% de las líneas arancelarias -es decir, de los productos exportados- entrarán a China con arancel cero desde el momento en que entre en vigencia el acuerdo”. El resto, añade, “hemos separado en dos segmentos: los productos con sensibilidad baja o nula para el país asiático, cuyos aranceles se eliminarán en el lapso de 5 a 7 años; y un segundo grupo, con media y alta sensibilidad, con plazos de 10, 15, 17 o incluso 20 años de desgravación”.
Cuáles son los productos que están dentro de ese 56% y que, por tanto, ingresarán a China sin pagar arancel de manera inmediata. “Lo que puedo decir -señala el viceministro- es que cacao, banano, camarón, flores frescas y secas” acceden a distintos beneficios y que, dentro de la negociación, “hemos procurado poner a la nueva oferta exportable -por ejemplo, lácteos y carnes- en las canastas con los plazos de desgravación lo más bajos posibles”.
“Se han cumplido con creces los objetivos que el Gobierno se fijó para esta negociación: hemos logrado meter todos nuestros intereses exportables; a esto, añado el hecho de que el acuerdo contiene capítulos como el de medidas sanitarias y fitosanitarias, que crean una institucionalidad que hoy no existe”, indica Legarda.
Los exportadores ya tienen medido el impacto de lo suscrito. Felipe Ribadeneira, presidente de Fedexpor, indica que actualmente cuatro de cada diez dólares exportados por el país están protegidos por algún acuerdo comercial; a diferencia de Chile, Colombia o Perú, donde la cifra sube a nueve. Con el acuerdo con China vigente, Ecuador elevará a seis dólares el indicador.
Ribadeneira considera que “por la envergadura del mercado, el acuerdo con China es el primer gran logro en materia de comercio exterior del actual Gobierno; esto institucionaliza la economía porque nos obliga a hacer la tarea casa adentro, a trabajar en competitividad sin perder tiempo”.
Del otro lado de la mesa, están las importaciones desde China. Guiados por la necesidad de proteger a los sectores productivos locales altamente sensibles al ingreso de bienes provenientes del país asiático, los negociadores ecuatorianos consiguieron que alrededor de 800 productos -que representan el 10% de lo que se compra al socio comercial- quedaran excluidos del acuerdo.
En el grupo, “se encuentran productos textiles, metalmecánicos, neumáticos, calzado, aluminio, vidrio, línea blanca, cerámica y muebles; mientras que, por el lado del sector agropecuario y agroindustrial, quedaron fuera productos como el atún, leche, arroz, azúcar, papas, cebolla y maíz”, indica María Paz Jervis, presidenta ejecutiva de la Cámara de Industrias y Producción (CIP).
Para la dirigente gremial, es importante tomar en cuenta que, si bien las importaciones chinas en estos rubros seguirán pagando aranceles, el acuerdo no supone una prohibición o restricción de su ingreso. Por ello, “constituye un gran reto trabajar en políticas de apoyo a la competitividad”.
“El acuerdo implica que productos ecuatorianos accederán con preferencias arancelarias a un mercado de más de 1.400 millones de consumidores; es decir, 82 veces la población del Ecuador. Las empresas deben prepararse para producir más”, señala Jervis.
Entre tanto, según los datos del Viceministerio de Comercio Exterior, un poco más del 50% de las líneas arancelarias o de productos que se importan desde China ingresarán al Ecuador con arancel cero apenas vigente el acuerdo; otro segmento se someterá a una desgravación en plazos bajos, de 5 y 7 años, mientras un tercero -que equivale a más del 10% de productos importados- estará en canastas cuya eliminación de impuestos tomará de 10 a 20 años.
Entre estos bienes, cuya sensibilidad para el país varía de baja a media debido -en parte- a que no los produce, están artículos tecnológicos, electrónicos, cámaras de video, audífonos, accesorios o productos especializados; insumos como maquinarias, equipo de transporte y camiones. En la canasta con mayores tiempos de protección están vehículos y algunas autopartes, artículos del hogar y pantallas formato grande, que sí tienen algún tipo de producción local.
Se estima oficialmente que las importaciones chinas podrían crecer alrededor un 17%, dependiendo de los períodos de desgravación, tras la aplicación de lo que Ecuador y China han firmado hoy.
Más allá de la expectativa que genera el acuerdo ya suscrito con China, hay que tomar consciencia de que “el acuerdo por sí solo no genera más ventas; el incremento de exportaciones no ocurre de la noche a la mañana”, sostiene Iván Ontaneda, titular de la Asociación de Exportadores de Cacao del Ecuador.
Para alcanzar ese objetivo, es ineludible -dice el representante- cumplir casa adentro con una materia pendiente. “El Gobierno debe invertir en un sector que le genera 18 mil millones de dólares en ingresos anuales y 1,2 millones de plazas de empleo”; y que requiere políticas públicas que apalanquen su competitividad: por ejemplo, la devolución simplificada de impuestos o ‘drawback’; la reducción sostenida de aranceles para la importación de materias primas y maquinaria; y la creación de estrategias para que sea el Estado el que asuma la lucha contra la inseguridad.
Una posición similar mantiene José Antonio Hidalgo, director ejecutivo de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador. “Si te abres al mundo y te abres caro, no es una apertura efectiva; hay que trabajar en la agenda de costos para impulsar la competitividad interna”.
María Paz Jervis, titular de la CIP, cree que el acuerdo con China será beneficioso siempre y cuando, además del equilibrio comercial logrado, “las reglas de juego sean claras y transparentes para evitar prácticas desleales y contrabando técnico, que afecten la competitividad de los sectores”.
Haber firmado un acuerdo comercial con el gigante asiático equivale al pitazo inicial de una carrera; si ambas partes -sobre todo el Ecuador, sumido en conflictos políticos- concluyen sus trámites internos y lo firmado entra en vigencia, empezará entonces a recorrerse la pista.