Éricka es una atleta de deporte extremo y ya no le teme a nada. De su padre piloto heredó el gusto por la adrenalina y de su mamá encargada de la parte contable de la empresa familiar, el cuidado por los detalles y el autocontrol. La guayaquileña con rostro angelical mide 1,55m pero cuando toca el agua su cuerpo parece extenderse y confundirse con la inmensidad del mar.
Son las 6 y media, el sol ilumina poco a poco la piscina del Club Diana Quintana. Ya es hora para que Éricka empiece su entrenamiento. Nadará 2000 metros y luego complementará su entrenamiento con Crossfit y Yoga. Hace siete años que la joven atleta descubrió la apnea gracias a su esposo Kelvin Luk (más conocido como Shody) y se enamoró de este deporte. “Siempre fui deportista pero tenía demasiado energía para practicar solamente natación o vóleibol. Buscaba un deporte que me cansé física y mentalmente, cuando probé el apnea no lo solté”, recuerda la apneísta que vivió en Australia, Estados Unidos y Galápagos. “En Galápagos me enamoré del mar. Las corrientes son fuertes pero allí sentí que mi elemento era el agua”.
Periodista de profesión e Instructora de Apnea por destino, Éricka es la actual campeona de apnea de profundidad en el Ecuador. “Mi récord es de 51 metros y la meta es llegar próximamente a los 76 metros para ser campeona mundial. A nivel personal anhelo y me visualizó alcanzar los 100 metros”.
Además es fundadora de la escuela de apnea “Carrera Freediving School” para la formación de niños, jóvenes y adultos. Éricka, comenta que “la apnea es 70% mente y 30% cuerpo. Las barreras de la apnea son los límites de la presión y sobrellevar el miedo. Se trata de romper, el no puedo por un — estoy lista para esto”, comenta. “Este deporte me gusta porque no hay límites de edad, conozco una apneísta de 85 años” añade. “Además no hay muchas diferencias entre las mujeres y los hombres: Los hombres nacen con nueve litros de capacidad pulmonar, la mujer con seis. Sin embargo los records entre los dos no son tan alejados. 133 metros para los hombres y 122 para las mujeres, no es nada”.
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Éricka es una profesional obsesionada por el conocimiento de su deporte, sabe que cualquier error puede ser fatal así que estudió tanto su mente como su cuerpo para ser competitiva. “Cuando hay una competencia me levanto a las 4h30 y empiezo a meditar. Al momento de empezar mi caída en el mar tengo mantras que me repito una y otra vez”, cuenta la madre de Kai de 4 años (en hawaiano su nombre significa hombre del océano). “Cuando me embaracé mi ginecólogo me dijo que tenía que renunciar al apnea pero enseguida pensé ‘por qué vas a dejar lo que te hace feliz por un bebe que viene a complementar tu vida’. De hecho mi bebé abrió espacio en mi cuerpo e hizo click en mi mente. Gracias a él me siento más humana y mi cuerpo es mi aliado más que nunca”.
Éricka es apneista y trabaja en una empresa familiar dedicada a la agricultura orgánica. Su sueño es poder vivir del deporte y pronto poder llevar a sus alumnos a competir con algún tipo de financiamiento de la empresa privada. Mientras tanto disfruta poner su cuerpo al límite y sentir el “free fall: Es el momento que tu cuerpo -por la presión- cae como una piedra. Ya no controlas nada, cierras los ojos y disfrutas la caída en las profundidades del mar.”
Hace poco la joven mamá compitió en el evento internacional de Deep Dominica, en el Caribe, donde alcanzó 4 récords CMAS y 1 récord AIDA. La jueza del evento la bautizó “la petite apnéiste” (la pequeña apneista) añadiendo “que era la más pequeña pero la más fuerte”.
Entrenada por la colombiana Sofía Gómez Uribe y el chileno Daniel Arias, la menuda Éricka sabe que pronto colocará el Ecuador entre las potencias de la disciplina.