La violencia de género ha inundado todos los sectores de la sociedad y la política no es la excepción. De hecho, un reporte de la Organización de las Nacionales Unidas (ONU) detalla que el acceso de las mujeres a puestos de poder político se ha visto limitado e impedido debido a este fenómeno.
El informe describe que si bien las redes sociales son una herramienta importante en el desarrollo de la comunicación, “también constituye un nuevo escenario de expresión de distintas formas de violencia a través de las cuales se puede causar daños”.
Y es que existen personas tanto públicas como el ciudadano común que utilizan las redes para violentar a funcionarias con argumentos sobre a su aspecto físico, vestimenta o relacionándolas con hombres influyentes; antes que por el ejercicio de sus funciones profesionales. Lo que no sucede con los hombres.
Así lo describe el más reciente análisis del Observatorio Nacional de la Participación Política de la Mujer, que contabiliza 365 agresiones durante los meses de julio, agosto, septiembre y octubre de este año.
La agresión más concurrente fue la difamación y desinformación, además, se detectó amenazas de daño físico, acoso e intimidación.
El más reciente caso ocurrió cuando el asambleísta Diego Ordóñez emitió un comentario ofensivo a través de Twitter en contra de la legisladora Mónica Palacios.
Ante esto, el Consejo de Administración de la Legislatura (CAL) calificó el inicio de un proceso disciplinario en contra del asambleísta de CREO por misoginia y expresiones machistas.
Pero este tipo de comentarios se han vuelto diarios, solo basta con revisar lo que escribe la gente en las publicaciones de medios de comunicación para darse cuenta de que la violencia política está naturalizada. ¿Qué se debe hacer para combatir esta problemática?
La economista y política ecuatoriana, Cecilia Calderón, analizó este tema en entrevista con Revista Vistazo:
P: ¿Cómo define la violencia política contra la mujer?
R: La violencia política contra la mujer tiene que ver con las acciones u omisiones que le impiden el ejercicio de su autoridad o menoscaban sus capacidades de tomar decisiones.
Este tipo de violencia también puede ser psicológica, física o patrimonial y a veces viene del propio grupo al cual se pertenece, de la gente, medios de comunicación o redes sociales a través de una crucifixión mediática.
P: ¿Ha sufrido violencia política y cómo la afrontó?
R: En aquella época cuando empecé hacer política y participaba activamente, no se identificaba como violencia política contra las mujeres algunas acciones machistas, pero viendo hacia atrás eran evidentes agresiones.
Por ejemplo, cuando fui la primera vicepresidenta del Consejo Provincial del Guayas, había un grupo de consejeros y era una violencia diaria con insultos, menosprecio, no me dejaban hablar, incluso intimidaciones con armas.
Sin embargo, en lugar de asustarme, a mí me dio más ganas de pelear. Yo puse unas piedras dentro de mi cartera y cuando me sentaba en esa mesa hacía sonar los objetos para que pensaran que yo también tenía un arma.
Cuando llegué al congreso era la única mujer y 79 hombres. No tenía un partido fuerte, debía valerme por mí mismo.
P: Desde esa época hasta la actualidad. ¿Han existido cambios?
R: Yo creo que hay cambios, pero sigue existiendo violencia, quizás no de la misma manera, pero aún persiste el tratar de menoscabar a las mujeres incluso dentro de los propios partidos.
P: ¿Considera que estamos en camino para encontrar la igualdad en cuanto al acceso a puestos de alto poder?
R: Pienso que los partidos políticos, que desde mi punto de vista son empresas electorales con dueño, son los primeros espacios donde existe desigualdad. La directiva de la organización pone a hombres y hacen las reuniones en horarios que son difíciles para las mujeres.
Luego en el momento de organizar las listas, que deben ser un hombre y una mujer, no se le da mérito a las militantes, a la que ha ayudado a construir esa organización; sino que el dueño del partido busca a una mujer que sea más bonita, que haya sido reina o animadora de televisión.
Eso es menospreciar a la mujer y clasificarla, como que la mujer vale por su belleza física y no por su inteligencia.
P: ¿Cree que los partidos deben asumir la formación en temas de género?
R: Claro que sí, pero cuando haya verdaderos partidos políticos porque una de sus funciones es la formación y la capacitación de su gente.
También hay que mencionar que a la mujer se le exige más que a los hombres. Al presidente Lasso nadie le dice que se presenta en la televisión o en reuniones con los ministros usando el mismo terno y corbata. Sin embargo, a la mujer le critican todo.
Recuerdo que Assad Bucaram para tratar de descalificarme me puso como apodo ‘La Chilindrina’. Un día me entrevistaron sobre el tema y yo manifesté que a mí me encanta porque a ese personaje a todo el mundo le gusta. Claro que grita porque clama justicia para ‘El Chavo’, ya que es solidaria. Lo que fue un acoso, lo revertí a favor mío.
P: ¿Qué debe hacer el Estado para evitar la violencia política?
R: Necesita decisión política de llevar adelante lo que establecen las leyes, porque ya tenemos normas constitucionales que respaldan el respeto a una vida sin violencia, equidad, inclusión y participación de las mujeres.
En la parte legal, en la época de Moreno se formó la Ley para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, pero no se aplica, es un adorno, una literatura bonita. Si no hay voluntad política no sirve.
Las normas deben ser más prácticas y para que funcionen se requiere soporte económico.
También debemos exigir voluntad política al Consejo de la Judicatura, Policía Nacional, Fiscalía; que formen a los policías y operadores de justicia en temas de género.
Por otro lado, necesitamos que nosotras nos formemos para llenarnos de valor, conocer más que los hombres.
P: ¿Cuál es su mensaje para las mujeres que quieren hacer política?
R: Que no tengan miedo y que hay que prepararse. La mujer debe luchar para transformar la sociedad, romper las estructuras patriarcales. Nadie te va a dar haciendo, tú lo tienes que hacer.
Además, las mujeres tenemos que ser solidarias entre nosotras, cuando veamos a otra mujer que quiera hacer política, hay que apoyarla.