Adum, de 71 años, murió en el Hospital Solca de Guayaquil, puesto que padecía cáncer. Inició en la vida política al mismo tiempo que Bucaram. El ahora occiso fue exprefecto del Guayas, mientras que el otro asumió la alcaldía de Guayaquil.
Años después, llegó a ser diputado junto al Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE). Mientras que en 1996 formó parte del gobierno de Abdalá Bucaram como ministro de Energía y Minas.
Sin embargo, recibió denuncias por malos tratos hacia sus colaboradores en aquella cartera de Estado. También se alertó de presuntas irregularidades en el manejo de contratos petroleros. Mientras que en el 2020, estuvo involucrado en el caso Daniel Salcedo.
“Mi corazón está partido y no aguanta más. En una época de tanta maldad y deslealtad, Alfredo representaba el amor a la amistad sincera y leal. Siempre soñó con volver a enarbolar la bandera del partido Roldosista, pero su enfermedad no se lo permitió. Nos conocimos desde jóvenes y juntos afrontamos una alcaldía y prefectura inolvidables, nos comíamos los caminos construyendo obras y en las noches cenábamos en diferentes puntos de la ciudad”, aseguró el expresidente.
Agregó que Adum siempre le decía que él era el hermano que nunca tuvo y que lo seguía porque era inteligente. “Yo, en cambio, siempre alabé su integridad”.
“Nacimos el mismo día un 20 de febrero de 1952 en el mismo barrio, uno del otro por Brasil y Santa Elena y el destino nos unió. Era casi gemelo mío en nuestra personalidad, pero nos respetábamos tremendamente. Luché mucho cuando murió su hijo Alfredo porque el dolor lo consumía”.
Bucaram también recordó que Alfredo Adum lo escondió en una hacienda, cuando ocurrió el golpe de Estado a Lucio Gutiérrez. En ese sitio le confesó “que ya no creía en Dios porque permitió que Alfredito muriera”.
“Luché y lo retaba por pensar así, Alfredo soportaba que yo le hablará duramente igual que yo cuando él lo hacía. Me dio alegría cuando hace 6 meses comiendo comida árabe, me dijo que con el cáncer que tenía debió morir hace 8 años, pero me expresó: yo creo que Dios me tiene vivo. A mí se me salieron las lágrimas y lo abracé, volvió a creer en Dios”.
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Bucaram continúo describiendo a su amigo en un extenso texto, que publicamos a continuación:
“En campaña no había esfuerzo económico y personal que no hiciera y siempre declaró: el día más feliz de mi vida fue cuando nacieron mis hijos y ganamos la presidencia. Ese día Alfredo lloró como un niño abrazados como hermanos. No hubo secreto mío o de él que no supiéramos, pero esos se van a la tumba con nosotros.
Alfredo era íntegro y noble. Él no gustaba de reuniones sociales, por eso le fascinaba el PRE porque vivía rodeado de gente pobre y se sentía bien. Soy un convencido que uno de los mayores logros de la felicidad es la amistad, por eso no puedo parar de llorar mi hermano del alma, ¿como empezar de nuevo sin ti? Éramos tan complementarios que nos decían Batman y Robin.
Uno de mis mayores patrimonios de mi vida era la amistad con Aldredito, él sacaba lo mejor de mí y nos dejábamos ser nosotros mismos. Nunca caminó detrás de mí ni delante mío, siempre caminó a mi lado como amigo, era el amigo que valía más que mil parientes".