El extraordinario escritor checo Milan Kundera, en uno de sus libros, describe cómo se enteraban en su país la pérdida de poder de los miembros del Partido Comunista, por la manipulación de las fotos grupales, donde había desaparecido el personaje. La tradición comunista se ha caracterizado por alterar datos y eventos, fotografías y videos para ajustarse a la visión de quien está al mando. Lo que resulta increíble es que esto todavía siga ocurriendo en la era de la información y en el país más poblado del mundo: China.
En China, desde febrero pasado se ha iniciado la mayor campaña de educación masiva desde la era de Mao, quien quiso reeducar a la población a través de la revolución cultural en los años 60 del siglo pasado. El objetivo oficial ahora es ajustar la historia a la visión del “Sueño chino”, propulsado por el actual presidente Xi Jinping. No obstante, es evidente en la campaña de revisión histórica que también está velada la justificación de concentrar el poder en una sola persona como es el caso del actual Mandatario.
A diferencia de la brutal represión de Mao, con la cual se intentó reeducar a la población para “eliminar a la sociedad china de las influencias capitalistas y del pensamiento burgués”, enviando a todos los intelectuales, maestros y profesionales a trabajos forzados en el campo, el actual proceso de reeducación se concentra en las redes sociales, en el cambio de textos académicos y en espectáculos masivos. Al frente del esfuerzo está Gao Jiang, de 57 años, un historiador convertido en jefe de Publicidad y director de la Academia Nacional de Historia. Según algunos escritos de Gao, los historiadores no pueden “tener un ojo frío para observar los eventos”, sino que deben adaptarlos a las tendencias del momento. Y por esta razón se justificaría, por ejemplo, algunos de los datos borrados del análisis de la vida de Mao.
Se ha eliminado la crítica sobre la necesidad de no olvidar las amargas lecciones de la historia del “Gran salto adelante”, cuando Mao decidió convertir la sociedad agraria china en una sociedad comunista, entre 1958 y 1962, causando la muerte de entre 15 o 55 millones de personas por hambre. En cambio, promociona su heroísmo para unificar al país y sentar las bases “de lo que se ha logrado hoy”.
Igualmente, elimina una de las más famosas citas de Deng Xioping, quien fue líder y autor del milagro económico chino, pues liberó la economía. Deng Xioping consideraba que “construir la fe de una nación con base a la reputación de una o dos personas es poco saludable y peligroso”. A diferencia de Xi, Deng Xioping consideró más importante un liderazgo colectivo y el partido dejó de ser la única fuente de líderes. Xioping también fue un duro crítico de los excesos de Mao y de sus inútiles sacrificios.
Gao, quien es desde 2016 jefe de Publicidad, indica que los cambios se justifican por cuanto “en la era de la información donde existen toda clase de puntos de vista, pueden filtrarse como el lodo y la arena esfuerzos por distorsionar la historia y vilificar a nuestros héroes”. En China es un delito criticar a los héroes históricos, un delito que puede llevar a duras penas en prisión. Además de las sanciones por las críticas a los héroes, el régimen ha montado un esfuerzo adicional a la campaña de mercadeo en redes sociales. Han obligado a clases históricas hasta en los templos budistas y organizado exposiciones, conciertos y otros espectáculos públicos, donde se han vuelto a escuchar viejas marchas del partido. Las festividades tendrán su mayor espectáculo durante la última semana de julio, en que se conmemora el centenario.
No obstante, no todos los historiadores en la China continental están de acuerdo con esta forma de hacer historia porque la consideran alejada de los principios de rigurosidad académica. Un artículo que fue publicado en la red Weibo, el equivalente de Facebook, recibió tantas críticas que fue retirado de la misma. Gao Wenqian, autor de investigaciones sobre Mao, quien desde 1989 vive en Estados Unidos, mira este esfuerzo como un objetivo “la supervivencia del gobierno y la imposición de un régimen personalista, con el culto a quien lo dirige”.
En realidad, estando China en medio de la tormenta internacional, con la imagen empañada por la pandemia, la poca transparencia en el manejo de los datos, la sospecha de que el virus pudo ser producto de un laboratorio, las diferencias comerciales con Estados Unidos y Europa, las críticas por su tratamiento a la oposición democrática en Hong Kong, y a las minorías musulmanes en su territorio así como, los problemas con muchas de sus obras y préstamos en países en vías de desarrollo, lo último que necesita es problemas internos. Esta es otra arista para entender esta repentina revisión histórica.