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Santiago Roldós

Instrucciones para (no) ver el Mundial de Rusia

lunes, 25 junio 2018 - 12:20
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    A)Cierre los ojos. B) Contenga la respiración.  C) Desaparezca, definitivamente.  Si su instinto de supervivencia es demasiado  fuerte:
     
    A) Repita el primer paso. B) Colóquese un tapón  en los oídos, y órale, a disfrutar de la única libertad  a su alcance.
     
    En dicho protocolo resultará fundamental cerciorarse  de que 1) los principios religiosos que le  han inculcado –y que usted confunde con “instinto  de supervivencia”– no le han expropiado completamente  la capacidad de identificar las diferentes  partes de su cuerpo, confundiendo por ejemplo sus  orejas con su ano; y 2) el tapón seleccionado carece  de conexión a bluetooth.
     
    Si todo lo anterior resulta imposible:
     
    A) Contenga la respiración. B) Hágalo sin desaparecer  definitivamente, sólo lo suficiente como para  sufrir una apoplejía o percance cerebral que afecte sus  capacidades mentales. C) Disfrute del Mundial.  En esta alternativa, caben diversos pasos intermedios  entre A y B: endeudarse a lo pendejo,  comprando una pantalla de televisión 4K de 1.500  pulgadas; adquirir un kit de camisetas mundialistas;  ir a las campus parties donde suelen reinar principios  similares a los de los sanfermines y sus manadas; etc.
     
    Entrados a ese mundo, su izquierdismo infantil le  permitirá abrigar la esperanza de una final soñada. En  ella Argentina enfrenta a Portugal, Cristiano Ronaldo es  expulsado por una entrada criminal contra Messi, justo  después de que La Pulga marca su quinto gol del partido.
     
    Cuando Putin –o cualquier otro de los mafiosos  hijos de ídem que gobiernan el mundo/la FIFA– le  entrega la Copa al capitán de la Albiceleste, el ya sin  duda mejor jugador de la historia se pronuncia contra  la homofobia fascista del exlíder de la KGB, reivindica  a las Pussy Riot y al feminismo en general y tatatatatá  ¡GOOOOL del iluso!
     
    ¿Se imaginan que, incluso en el caso del indeseable  triunfo del lado oscuro de la Fuerza, es decir,  Ronaldo campeón del mundo y máximo artillero del  torneo, el más antipático jugador de la historia decide  que es el momento, frente al planeta entero, de  liderar la salida del clóset de los miles de futbolistas  a quienes las dictaduras de sus vestuarios han condenado  a llevar una doble vida?
     
    En apenas un segundo el célebre ciborg CR7 se  humanizaría, sin necesariamente perder demasiado  dinero ni popularidad, sobre todo a estas alturas de su  vida. Ahí está el cantante del himno de Francia 98, Ricky  Martin. La sociedad del espectáculo lo aguanta todo.  Un tercer escenario, más difícil todavía, sería que el  inexistente Sindicato Transnacional de Futbolistas directamente  renunciara a jugar el torneo, en solidaridad  y denuncia de la complicidad de la industria del fútbol  con los regímenes autoritarios de Rusia y Qatar, por  mencionar únicamente a su actual y futura sede.
     
    Como todo lo anterior parece sacado de una película  semi latinoamericana, semi hollwoodense y semi  dialéctica hegeliana, de esas que ganan el óscar de manera  más o menos inexplicable, una alternativa sería:
    A) Vuélvase millonario. B) Contrate un crucero  a Marte. 

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