Para ser eficaz como presidente, las más importantes características de un candidato presidencial son: liderazgo para inspirar y motivar; capacidad estratégica: una visión clara y una profunda comprensión delos problemas; integridad: ética, honestidad y transparencia; empatía: conexión con las personas de diferentes realidades económicas y sociales; aptitud para negociar y trabajar en equipo: a nivel nacional e internacional; eficiencia: para administrar y gestionarlos escasos recursos; resiliencia: para superar los fracasos; compromiso con la democracia y los derechos humanos; conocimiento del país: sus posibilidades y realidades.
Pocos de los 16 aspirantes presidenciales se acercan a la media de estas características ideales. En lo que va de la campaña, incluyendo el mediocre debate, uno llega a la conclusión de que en Ecuador cualquier individuo con un ego inflado, pero inconsciente de sus deficiencias puede aspirar a la más alta dignidad.
¿Cómo cambiamos este sistema perverso que conspira contra nuestro desarrollo? Comencemos por disminuir tan alto número de participantes. Quitemos, como ya existe la propuesta, el financiamiento estatal; segundo, establezcamos un sistema similar a las de las PASO en Argentina donde se eliminan a los candidatos que no alcanzan un porcentaje mínimo.
Sin dinero estatal se acaban los partidos de alquiler y se promueve la supervivencia de partidos mejores estructurados y sin caudillos. Con un sistema de elecciones primarias para seleccionarlos candidatos, no correrían muchos de los que hoy están por vanidad y sin méritos en la contienda: quedarían tres o cuatro. Entonces si pudiéramos evaluarlos con precisión, antes de darles el voto y mejoraría la democracia.