¿Por qué a pesar de tener una mala relación, no hay divorcio?
Venimos de una programación emocional y social a la que muchas veces seguimos sin análisis, sin consciencia, sin participación. Hay frases que marcan a los matrimonios como: “hasta que la muerte los separe” y bajo esa premisa se intenta defender el matrimonio a cualquier precio, a como venga, incluso a precio de la misma dignidad humana. El matrimonio debe y puede ser una experiencia enriquecedora, ya que es un compromiso libre, sin obligación, en el que dos personas se han elegido previamente para desarrollar un proyecto de vida en compañía, sin perder la esencia individual, un proyecto sostenido por los mismos valores, principios y costumbres para que funcione, y asentado en tres pilares: el amor eros (atracción sexual), el amor philio (amistad/complicidad) y el amor ágape (ternura y cuidado por el otro).
La falta de conocimiento, de auto preparación emocional, hace que cada vez más, esta experiencia se aleje de su real propósito y se convierta en una amarga etapa en la vida de muchos. Siendo así entonces, hoy en día también podríamos incluir la frase: “hasta que sean saludables y felices”, pero, ¿qué pasa si no soy feliz en mi matrimonio, pero tampoco me quiero ir?
El divorcio es cosa de valientes.
Las estadísticas de los últimos diez años a nivel global muestran un descenso en la tasa de divorcios y también de matrimonios, sin embargo, en la experiencia clínica vemos constantemente que, aunque no hay divorcios, sí hay y un aumento de relaciones tóxicas y amargas, en las que sus miembros viven infelicidad aceptada o maquillada.
¿Por qué a pesar de tener una mala relación, no hay divorcio como una sana opción? A continuación, veremos las 5 causas más comunes del porqué se evita dar el paso del divorcio a pesar de sentirse infeliz:
1. Por evitar la sensación de fracaso o pérdida. Traemos la creencia de que éxito es sinónimo de una larga relación. La inversión emocional entregada hace que cueste "perder" y pareciera que el ser humano se queda atascado en conceptos erróneos sobre pérdida y fracaso. Quienes se divorcian, no fracasaron, simplemente fue la relación que no funcionó y seguramente su propósito es el aprendizaje que esta pérdida conlleva. Claro que hay que transitar un duelo que seguramente los transformará de manera integral a ambos.
2. Por miedo a herir a terceros (hijos, padres, suegros, sociedad). Miedo a romper la programación inconsciente de amor, dada por padres y a estas lealtades familiares que determinan nuestras decisiones en tanto las trabajemos y destrabemos de manera consciente. En estas lealtades se mantienen creencias como: el matrimonio debe salvarse a cualquier precio o es la “cruz que se debe cargar”, mismas que mantienen a los individuos en posturas inflexibles y llenas de sufrimiento.
3. Por el tipo de vínculo -generalmente el "vínculo ansioso" que incapacita emocionalmente el hacerse cargo de sí mismo-. De esta manera la persona se piensa incapaz de vivir de forma individual y cree que el otro debe cargar con su vida, aunque esto suponga soportar la infelicidad. Este tipo de personas siempre justificarán el no irse porque no tienen dinero, trabajo, casa, etc. Cuando en realidad es esa incapacidad de cargar consigo mismo, la real causa.
4. Porque se esperan al “momento ideal” para hacerlo y no cargar con la culpa de la decisión. Siempre habrá una fecha, ocasión o situación que arruine ese “momento ideal” para tomar la decisión y en realidad es una cortina que distrae la responsabilidad de lidiar con la culpa. El peligro de esto es que pueden pasar 20 o 30 años en la misma situación.
5. Porque en esta infelicidad, aparece un amante que "ayuda a sostener" el matrimonio. Cuando uno de los miembros de la pareja tiene ese vacío parecería que, sin buscarlo conscientemente, aparecerá esa persona que prestará la atención emocional y de manera consciente o no, complete los faltantes emocionales, distrayendo de esta manera, esa realidad matrimonial que no se quiere confrontar.
Recomendaciones generales para tomar en cuenta:
- Confrontar la realidad, que, aunque es dolorosa, también es liberadora.
- Las relaciones no son para siempre, sino hasta que sean saludables.
- El divorcio también puede ser visto como un acto de amor propio.
- La relación no fracasó, simplemente no funcionó.
Si te encuentras pasando por esto, crea tu red de apoyo, personas con las cuales contar, de las que recibes contención, guía y afecto. Buscar ayuda profesional te permitirá trabajar en tu interior y tomar decisiones inteligentes y compasivas que te permitan reconstruirte después de la pérdida y construir una mejor versión de ti.
Finalmente, ten presente que después de procesar el duelo saldrás victorioso, pasando de ser víctima a protagonista de tu propia historia y recordando que en la vida, amores pueden llegar y partir, pero el amor más importante, el que debe ser el amor de tu vida, ese eres tú.
Mariana Bermúdez Psicóloga: @Marianabermudez_psicologa.