*OPINIÓN
Por Pablo Cardoso, director del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura
El relanzamiento la plataforma de periodismo del Observatorio de la Universidad de las Artes, Cultura en Renglones, incluye la publicación de un periódico digital especializado en las políticas y economía de la cultura.
En el número que circula desde el mes de julio ha coincidido con dos sonadas controversias en el ámbito cultural del país.
En Quito, la Feria del Libro 2024, tal como lo reseña Luis Fernando Fonseca en el artículo de investigación de este número, ha sido “el evento más mediático en 16 años”. Un par de semanas antes, en Guayaquil, la controversia sobre la situación del Museo de Antropología y Arte Contemporáneo (MAAC) incluyó fuego cruzado entre varios actores políticos. La prensa nacional fue una importante caja de resonancia en ambos casos, pero de un modo que hizo pensar que se interesa en las problemáticas del sector únicamente cuando hay polémicas de por medio, y cuando éstas, de alguna forma, involucran a la política partidista nacional.
Esta edición aborda ambos temas desde una ética periodística distinta. La situación del MAAC es tratada por la periodista guayaquileña Thalíe Ponce con una perspectiva cronológica-histórica. Los problemas del libro y la lectura son abordados de manera polifónica por los principales actores de ese ecosistema, y la reflexión se sostiene en el trabajo que el Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura ha hecho al involucrarse sostenidamente en el análisis del sector editorial ecuatoriano. La discusión sobre el campo editorial también es tratada por Eduardo Varas, con la vigente disyuntiva que suscita la cuestión de la piratería: ¿Qué importa más, cumplir la norma o que el conocimiento se comparta con mayor facilidad? Las miradas a este campo se cierran en la sección Arte y Política con una recomendación literaria de Miguel Aillón, coordinador de la maestría de Escritura Creativa de la Universidad de las Artes, quien para responder a la pregunta planteada por la Coordinadora Editorial, Astrid Torres (En un Ecuador en crisis, ¿qué nos queda?), analiza la obra del joven escritor guayaquileño Mauro Javier Cárdenas.
El proyecto editorial del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura nace bajo la consigna de no diluirse en los nombres propios o en polémicas estériles, por el contrario busca sustentarse en el contrapunto de perspectivas, de identificar cifras y reconocer procesos históricos; es decir, de utilizar todas las herramientas que refuercen una deontología profesional donde prime la ética. El objetivo es aportar a la construcción de políticas públicas justas, eficientes y sostenibles. A manera de ejemplo, el título del artículo de Fonseca, Una mejor Feria del Libro, traduce los propósitos de este proyecto editorial y, en general, los de nuestro Observatorio: cómo mejorar la situación del campo cultural, cómo construir y no cómo destruir.
Con la misma perspectiva, Santiago Estrella aborda otro tema que suscita frecuentemente el interés de la prensa nacional: el gasto de los gobiernos locales en espectáculos públicos. Generalmente, el abordaje mediático recae en un ataque político selectivo en función de los afectos o desafectos del periodista o del dueño del medio correspondiente. El artículo de Estrella se enfoca en la unidad de análisis más pequeña de los gobiernos autónomos descentralizados y a la vez la más olvidada dentro del Sistema Nacional de Cultura, las parroquias.
El análisis de estos fenómenos debe superar la mera descalificación a los dirigentes políticos y artistas involucrados, para contextualizarlo resulta importante subrayar los hábitos de consumo cultural de los ecuatorianos: el 40% de la población asiste a fiestas populares, patronales y religiosas; el 24% a ferias gastronómicas, y el 18% a conciertos. Estas tres manifestaciones, que generalmente incluyen los denominados “tarimazos”, es decir la contratación de eventos artísticos masivos efímeros, suman más del 80 % de las preferencias del público. En comparación, los eventos de promoción lectora (Ferias del libro, presentaciones de libros o narraciones) representan el 8,4 %, o la visita a museos apenas el 6,6%. Por lo tanto, es evidente que las festividades son actividades de las cuales deben ocuparse las autoridades de cultura a todo nivel. Las preguntas de rigor que surgen se refieren a la manera en la que deberían hacerlo y a lo que eventualmente se descuidaría y se dejaría de hacer por poner la atención en ese tipo de actividades festivas.
Para leer los artículos en su integralidad descargue el periódico en este enlace.